FERIA Toros en Sevilla hoy | Manuel Jesús 'El Cid', Daniel Luque y Emilio de Justo en la Maestranza

Los invisibles

"Yo me iba a casar, pero fui a Bolivia y se me disiparon todas las dudas"

  • Psicóloga, teóloga y bailaora de flamenco, dirige el centro de Atención a la Mujer de la Alameda. Está en la Mesa de Erradicación de la Prostitución.

ES una de las 587 religiosas Oblatas que ejercen su servicio en el mundo. Marisa Cotolí (Algeciras, 1969) dirige el Centro de Atención a la Mujer Al Alba para casos de desigualdad y exclusión social. Cogió el testigo de una congregación presente en Sevilla hace 48 años.

-¿Quién llama a esta puerta?

-Aquí tenemos historias muy duras. Para escribir más de un libro. Yo me puse a escribir la historia de una de ellas y no pude seguir.

-La lacra de los malos tratos...

-Llegan mujeres que han padecido malos tratos tanto por explotación sexual como por violencia de género. El Instituto de la Mujer nos ha desviado algunas mujeres. Llegan por situaciones fuertes con sus parejas o ex parejas.

-¿Por qué eligieron este sitio?

-Aunque la congregación empezó en Nervión atendiendo a menores en situación de riesgo social, nuestro carisma ahora es el de acompañar a mujeres que han ejercido la prostitución, la están ejerciendo o están en riesgo de ello. Estamos entre dos plazas muy marginales, el Pumarejo y la plaza de la Mata.

-¿Cómo surgió su vocación?

-Yo es que me iba a casar. Estaba estudiando Psicología en Málaga. Vivía en un piso con otras estudiantes muy próximo a una calle donde había distintos burdeles. Un día, una de ellas me llamó. Estaba tirada en la calle. La acababan de echar del club donde ejercía la prostitución porque el dueño se había enterado de que tenía el sida. No podía llevarla al piso de estudiante. Ella conocía a otra mujer a la que le había robado todo, el dinero, el televisor, la radio, para meterse droga en el cuerpo. Le dio una segunda oportunidad hasta que se le pasara el mono. A partir de ahí, tendría que hacerme yo cargo de ella. Fue así como di con las hermanas oblatas.

-¿Y la boda?

-Estaba saliendo con un chico que se llamaba Alberto. Ya teníamos montaje de boda, perspectivas de fecha. No estaba muy convencida y terminé de aclararlo en Bolivia. El hospital psiquiátrico donde estaba de becaria me mandó a una misión en Sucre, para asistir a mujeres con alguna enfermedad mental en un hospital de ese país. Allí se me disiparon todas las dudas. Lo recé, lo oré y discerní. Fue muy duro, sobre todo para él. Descubrí que Dios se servía de mi sensibilidad social.

-¿Dónde empezó su itinerario?

- En un piso de acogida en Granada para madres solteras gestantes. Hice el noviciado en Madrid y me destinaron a Jerez con niñas y adolescentes con problemas familiares y sociales. A Sevilla llegué hace cuatro años y medio.

-¿No lleva hábito?

-Hay hermanas que lo llevan. Nos llamamos religiosas de vida activa, religiosas a pie de calle.

-¿Qué hacen en la calle?

-Tenemos dos equipos que una noche a la semana van donde hay mujeres que ejercen la prostitución: el parque Alcosa, el Carrefour de las Tres Mil, carretera de Su Eminencia, carretera Amarilla. Les preguntamos qué necesitan, les damos una tarjeta y llevamos un termo de café, porque el invierno es duro y más en la calle.

-¿Hay un porcentaje elevado de mujeres inmigrantes?

-Aquí impartimos clases de español para ayudarlas a integrarse. El mes que viene empezamos un taller de cocina para mujeres inmigrantes. La salida laboral, si la hay, está en el servicio doméstico, y la mayoría desconoce la cocina española y la forma de limpiar.

-Ya no hay quicios de mancebía...

-Formamos parte de la Mesa de Erradicación de la Prostitución del Ayuntamiento. Hay menos casas de citas, pero han aumentado los pisos encubiertos, los clubs y la prostitución ambulante. Con la situación actual del país, hay mujeres que no ejercían la prostitución y ahora la ejercen.

-Antes que irse a su país...

-Hablo de mujeres españolas. Es más fácil que una mujer inmigrante salga de la explotación sexual que una española. La extranjera viene engañada, le dicen que va a trabajar en el servicio doméstico y la meten en un club, o semiengañada, pero en la española, quizás por la droga, se produce un doble enganche.

-¿Su trabajo es religioso?

-Aquí tienes que hacer de psicóloga, de periodista, de enfermera. Tenemos veinte voluntarios, incluido médico y abogado. Ninguna habilidad sobra. Formo parte de un grupo de danza contemplativa que vamos a bodas y celebraciones litúrgicas. Antes de ser religiosa, bailaba flamenco. Actué en tablaos de Málaga y provincia. En Jerez seguí estudiando y cuando llegué a Sevilla me apunté a la academia de baile de Alicia Vega.

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