El 'cauce vivo' no tiene un proyecto integral de usos

El tramo fluvial metropolitano, que atraviesa distintos términos municipales, está fragmentado por la red de infraestructuras

C. M. / Sevilla

24 de noviembre 2009 - 05:03

El cauce vivo del Guadalquivir, el tramo del río que discurre por el corazón del área metropolitana de Sevilla, provoca una extraña unanimidad: tanto el Plan General de Sevilla como el Plan de Ordenación del Área Metropolitana coinciden en exaltar su potencialidad como "eje territorial y paisajístico" básico de la Gran Sevilla. También remarcan otra cosa más: su diagnóstico sobre su situación actual es cualquier cosa menos optimista.

Según el PGOU, el cauce vivo del río es "un espacio vacío de contenido, fracturado por las infraestructuras (carreteras), con su patrimonio natural en retroceso y marcado por el proceso de depredación del territorio metropolitano". El máximo documento urbanístico de la capital plantea una serie de iniciativas para desarrollar en su entorno actividades lúdicas. Tampoco puede ir mucho más allá: el término municipal hispalense apenas cuenta con suelo propio al otro lado del cauce vivo. Únicamente la Isla de Quijano y una bolsa de suelo situada frente al Charco de la Pava, sin contar con la dehesa de Tablada, donde está decidido desde 2006 la construcción de un parque metropolitano, aunque con problemas de gestión: pese a ganar el pleito esencial, el Ayuntamiento todavía ni ha pactado ni logrado -mediante expropiación- hacerse con la titularidad de estos terrenos. Consecuencia: la antigua dehesa sigue siendo inaccesible, al menos oficialmente, para los sevillanos.

En la Isla de Quijano, un territorio desconocido para muchos ciudadanos, el PGOU proyectó en su día construir un cementerio metropolitano al estilo del que el arquitecto catalán Enric Miralles construyó en Igualada. Nadie, de momento, ha cogido esta bandera, que sería uno de los primeros proyectos de colaboración intermunicipal. En el Charco de la Pava sí se ha actuado: se reforesta con fondos de la UE pero, aunque el Consistorio tenía en mente trasladar allí el recinto de la Feria de Abril, desde hace algo más de un año ha cambiado de criterio y ahora sostiene que éste no es el lugar idóneo.

El resto de las riberas fluviales son titularidad de otros ayuntamientos. Ninguno ha sido capaz de concertar un modelo común de regeneración que permita potenciar su utilización, que en la actualidad es prácticamente nula. Los accesos a esta parte del Guadalquivir son escasos y accidentados, entre otras cuestiones porque existen barreras más que evidentes. En primer lugar, el muro de defensa que desde San Jerónimo discurre, en paralelo al río, hasta la antigua Esclusa. En segundo lugar, la propia red de carreteras e infraestructuras, situada al lado de las defensas hidráulicas. Las inundaciones, una constante en la historia de la ciudad, ya no son un problema a menos que el caudal fluvial supere los 10.000 metros cúbicos de agua por segundo. Una situación límite. La capital, en general, está bien protegida, salvo por el norte, donde está su flanco más débil. También Camas. El resto de municipios se encuentran en otra situación: La Rinconada, La Algaba, Gelves, Coria y La Puebla del Río tienen, según el Plan Metropolitano, zonas de riesgo.

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