EL TIEMPO
La lluvia regresa este fin de semana a Sevilla

El debate corrupto

Puntadas con hilo

La forma gana terreno al fondo a un año de la campaña.

María José Guzmán

27 de abril 2014 - 01:00

EL mandato toca a su fin. Todavía queda un año de gobierno de Juan Ignacio Zoido en la capital, pero todo apunta ya a que cualquier proyecto o idea que se pueda presentar o bien se aplazará más allá del verano de 2015 o directamente se quedará en agua de borrajas. Y aún más si hubiera un adelanto de las elecciones autonómicas. El alcalde asegura que no tiene tiempo para pensar en campañas electorales porque tiene muchas, demasiadas, decisiones importantes que tomar. Y el líder de la oposición, el socialista Juan Espadas, se cansa en vano de pedir en las sesiones plenarias que el debate se centre en el fondo, en los problemas de la ciudad y sus barrios, más que en la forma. Pero el gobierno del PP pasa siempre que puede de puntillas; eso sí, intentando mantener la cordialidad y justificando las continuas ausencias del alcalde en el salón Colón.

Qué triste y qué aburrido que el tono municipal sólo se eleve para entrar en confrontación y acordarse de la corrupción política como esa gran manta que tapa todo, incluso la mala gestión. En el pleno ordinario del pasado viernes hubo momentos de tensión cuando al concejal de Economía y Empleo, Gregorio Serrano, la oposición le pidió explicaciones por los programas de empleo. Dice el PSOE que es incoherente que el líder regional del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, pida que sean los ayuntamientos quienes gestionen los fondos de empleo que Zoido precisamente rechaza. Y el delegado popular aprovechó el envite para preguntar a los socialistas dónde estaban los 2.000 millones de euros en cursos de formación.

De la alusión de Serrano al último escándalo del PSOE en la Junta de Andalucía se deduce que el PP sigue confiando, quizás demasiado, en que la corrupción pasará factura al contrario y que, en cambio, acabar el mandato con un expediente pulcro en esta materia será el pasaporte para quedarse en la Alcaldía. Por eso Zoido presume de haber acabado con los escándalos y arriesga porque el mandato, aunque parece finiquitado, aún está por rematar.

Esta semana, el debate sobre la corrupción no se quedó en el ámbito más general. Fue a raíz de que el presidente del Pleno, Javier Landa, ordenara el desalojo del salón de una vecina que protestó en varias ocasiones contra el gobierno local mientras se debatían mociones referentes a los barrios. El edil popular Ignacio Flores le pidió a Juan Espadas que no utilizaran a personas como esta mujer, respetada y activa militante socialista, para reforzar sus mensajes. Y terminó de encender al líder de la oposición, que no había podido ocultar ya a estas alturas de la sesión su crispación por los, a su entender, desdenes de Zoido. Espadas asegura que está cansado del estilo burdo y de las denuncias veladas del gobierno y, sin filtro, le contó al PP un comentario que recorre las barras de los bares desde hace tres años y que tiene que ver con la supuesta compra de votos durante las pasadas elecciones.

La acusación está en la calle. Otra cosa es que sea cierta y, es más, que el sitio para lanzarla al aire tenga que ser el Pleno municipal. No parece lo más propio. El debate se tuerce si sigue centrándose en estas cuestiones tan feas que, por cierto, pocos afean pero que pueden abrir la caja de Pandora. Un informe del Defensor del Ciudadano, del mismo Ayuntamiento, vamos, ya recogía la queja de un vecino discapacitado que reclamaba un piso en El Porvenir alegando que el hoy alcalde se lo había prometido en campaña... En 2011 hubo muchos que prestaron su voto a Zoido, él mismo lo admite y los números lo avalan. ¿Hubo quién lo vendió? Por el bien de todos, el debate debería ser menos perverso y torcido, y enderezarse. Aún queda un año de mandato.

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