Inclusión laboral

Cuando la discapacidad no es un freno para conseguir trabajo

Mará Pichel, con una discapacidad del 76%, trabaja en el departamento de RRHH del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa / Juan Carlos Vázquez

Ha tenido una infancia y adolescencia como cualquier otro niño. Rodeada de amigos en todas sus etapas, siempre se ha sentido apoyada e integrada. María Pichel Machuca tiene 27 años y una discapacidad del 76% a consecuencia de una lesión cerebral que le dejó como secuela una hemiparesia derecha que le afecta en parte a la movilidad derecha de su cuerpo y una discapacidad intelectual. A pesar de ello, nada la detiene. "Estoy encantadísima", asegura justo antes de atender una llamada en la oficina del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa donde trabaja desde junio en el departamento de Recursos Humanos.

En España, hay más de cuatro millones de españoles que afirman tener alguna discapacidad, según datos del INE a fecha de 2020. De ellos, más de 145.000 son jóvenes de entre 16 y 29 años que aspiran a labrarse un futuro en igualdad de condiciones al resto de la población. El empleo representa la palanca fundamental para garantizar su independencia económica, normalizar su vida y hacer efectiva su participación en todas las esferas sociales. Sin embargo, no en pocas ocasiones y, pese a que su rendimiento es muchas veces igual o mayor que el de las personas sin discapacidad, la incorporación sociolaboral de quienes pertenecen a este colectivo aún se topa con numerosas barreras educativas, profesionales y culturales. 

María y su perseverancia representan a aquellos para los que su discapacidad nunca le ha supuesto un freno. Hija de padre ciego de nacimiento, la joven sabe manejarse ante las adversidades. Sabe que unas veces se gana y otras se aprende. No se rinde nunca y hace todo cuanto esté en su mano para superar el siguiente obstáculo. En casa, es la mayor de tres hermanos y la encargada de "infundir armonía en la familia", apunta su madre, María Dolores Machuca. Ni en el colegio, ni después en el instituto, y en su posterior formación no obligatoria, ha sentido ningún tipo de discriminación por su discapacidad. "Siempre me he sentido una más y he podido contar con una mano amiga que me ha ofrecido ayuda", cuenta la joven.

Fue educada en un ambiente muy inclusivo y muy guerrero. "Nos enteramos de su discapacidad a los seis meses y al principio fue un shock. Empezamos a ir de médico en médico y recuerdo a una eminencia, que fue jefe de Neurología del Hospital de la Paz, en Madrid, que nos dijo que tuviéramos en cuenta que María sería un vegetal y que, posiblemente, no andaría. Salimos de allí fatal, pero al verla hoy, la conclusión que sacamos es que hay luchar toda la vida y hacer todo lo que esté en tu mano para cambiar las cosas", explica su madre.

A María le costó tres años poder andar y otros tantos hablar, pero esta familia nunca tiró la toalla. Hoy, cuenta en su currículum con dos ciclos formativos, de Comercio y Gestión Administrativa; ha aprobado con alta calificación un concurso-oposición para personal de apoyo de tareas complementarias de la Administración General del Estado; y ha completado tres veces el Camino de Santiago.

"Siempre trabajamos mucho con ella la autonomía porque somos conscientes de que nosotros no vamos a estar siempre y eso le ha permitido desenvolverse muy bien sola en sus tareas personales y desplazamientos. Si va de nuevas a algún lugar, la acompañamos unos días hasta que se aprende el camino y luego ya se mueve sola. Socialmente está muy bien integrada y, aunque con algunas complicaciones en la adolescencia, podemos decir que siempre lo ha estado. Tiene su grupo de amigos y los fines de semana participa en salidas culturales y de ocio, como ir al cine, a exposiciones, ir a clases de cocina y realizar excursiones a provincias limítrofes. Siempre se ha sentido una más, desde pequeña, cuando ya ves, y sabes que los demás también lo ven, que tiene sus límites, pero nunca fueron un obstáculo", añade María Dolores.

María Pichel junto a su compañera y responsable en el departamento de RRHH del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Carlota Pintado, por los pasillos del centro. María Pichel junto a su compañera y responsable en el departamento de RRHH del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Carlota Pintado, por los pasillos del centro.

María Pichel junto a su compañera y responsable en el departamento de RRHH del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Carlota Pintado, por los pasillos del centro. / Juan Carlos Vázquez

Barreras que María tampoco ha tenido en su inclusión en el mundo laboral. Sabedora de que para avanzar hay que "currárselo", la joven es un ejemplo de "superación", de "aprendizaje continuo" y de "buen rollo", asegura quien hoy es una de sus responsables y compañera en el departamento de RRHH del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Carlota Pintado, donde María es la primera persona con su grado de discapacidad contratada. La joven llegó a este empleo el pasado junio. Firmó su primer contrato, que es prorrogable, por un año. Es su segundo trabajo tras una breve experiencia como teleoperadora para el 112 a través del programa Inserta Empleo.

María asegura que ha encontrado "el trabajo de su vida". Es "muy feliz" desarrollando labores de archivo, de verificación de datos de expedientes o realizando llamadas telefónicas para cumplimentación y firma de documentos, entre otras laborales dentro del mismo área. En sus primeros seis meses de trabajo, ya se ha ganado a todo su equipo. "De ella habla su trabajo. Es muy trabajadora y muy activa, siempre está reclamando trabajo, y, lo mejor de todo, es que siempre lo hace todo con una sonrisa", recalca Carlota.

"A las familias hay que animarlas siempre a dar un paso más. La vida, para cualquier persona, con o sin discapacidad, no es un camino de rosas, pero lo importante es la actitud que tengamos ante lo que se nos presente", defiende su madre con una enorme sonrisa que comparte con su hija María.

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