El drama de la Dependencia en Sevilla: cuando a la espera se le agota el tiempo
dependencia
La hija de una octogenaria con alzhéimer avanzado denuncia que su madre se quede sin la ayuda a domicilio con la que ya contaba mientras esperan la resolución de una revisión del Programa Individual de Atención
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“Que alguien me explique por qué todo es tan rápido cuando se trata de quitar y luego vaya todo tan lento para dar”. Es la voz de la desesperación de Rosario González, hija de Rosario López, vecinas del barrio de San Pablo, y “víctimas” de los tiempos de la Ley de Dependencia en Andalucía.
Como ha podido comprobar este periódico, la mujer se ocupa junto a sus hermanos día y noche del cuidado integral de su madre desde que el pasado 28 de mayo se quedaran “sin ayuda ninguna” tras haberles comunicado las empleadas de la ayuda a domicilio que esta prestación había terminado. “Aquí llevo sin moverme toda la semana”, lamenta la mujer el día que Diario de Sevilla las visita en su casa.
Aunque la circunstancia es especial por cómo han llegado a esta situación, Rosario sólo pide “ayuda” para poder cubrir las necesidades básicas de su madre, de 89 años y dependiente total por un alzhéimer que avanza rápido y que la mantiene postrada de la cama al sofá. Encontrar de forma privada una empleada que se ocupe de ella día y noche, todos los días de la semana, “tampoco es tarea fácil”, explica la mujer.
A Rosario López le reconocieron oficialmente el agravamiento de su estado un año y medio después de haberlo solicitado. Hasta ese momento, la mujer contaba con el servicio de ayuda a domicilio durante dos horas al día que cubrían a la perfección sus necesidades dado que el avance de la enfermedad aún le permitía valerse por sí misma. Pero su deterioro empeoró y la familia decidió a finales de 2023 pedir una revisión del Programa Individual de Atención (PIA) ante una nueva faceta del alzhéimer marcada por la agresividad, que hacía muy difícil el día a día con sus hijos.
“Consideramos que lo mejor era que nos dieran una plaza en una residencia porque fue una etapa muy dura y no podíamos con ella”, explica la hija. Sin embargo, la aprobación de ese recurso no llegó hasta el pasado 22 de mayo, es decir, un año y medio después de solicitarlo.
La mujer explica que la situación ahora “es totalmente distinta”. “Después de tanto tiempo esperando y pasando por momentos muy complicados, mi madre ha superado esa fase y ahora, desde agosto del año pasado más o menos, aunque tiene días mejores y peores, lo normal es que permanezca así todo el día”, cuenta mientras mira al sofá en el que permanece Rosario totalmente inmóvil y adormilada. “Con este panorama, y dado el avanzado estado de la enfermedad, nos da pena que pase sus últimos días así en una residencia”, añade.

Es por ello que, tras hablarlo con sus hermanos, decidieron rechazar la plaza de residencia y seguir con la ayuda a domicilio, pero se toparon con la burocracia. Desde la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad explican que, al tener reconocido un mayor grado de dependencia por el que desde la Junta de Andalucía le han reconocido el derecho a una plaza de residencia, han perdido el servicio de ayuda a domicilio del que gozaban antes porque ambas prestaciones no son compatibles.
Ahora están a la espera de una nueva revisión que le devuelva esa ayuda que han perdido, pero los plazos desesperan a la familia que ve cómo el deterioro de Rosario avanza y el tiempo juega en su contra.
“Yo entiendo las explicaciones que nos dan y que haya que hacer una revisión del grado de dependencia y las circunstancias actuales para adaptar la ayuda que necesitamos, y que algo de responsabilidad tenemos nosotros por haber rechazado la residencia, pero que no nos dejen sin ayuda mientras porque las necesidades de mi madre son las mismas que hace 15 días cuando venía la asistenta. Son sólo dos horas al día, pero para nosotros era un alivio porque nos ayudaba a levantarla y asearla. Ahora no tenemos nada y me temo que cuando llegue esa ayuda mi madre ya no esté”, lamenta Rosario González, que recuerda el antecedente vivido con su padre, para quien solicitaron la ayuda a la Dependencia en los primeros años de su aplicación y cuando llegó la aprobación “ya había fallecido”.
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