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Sevilla

Seis horas de ensayo ante el ébola

  • Unos 50 facultativos del 061 y del Hospital Virgen del Rocío participan en el simulacro de atención a un posible paciente con el virus. La actividad arrancó al mediodía en la Cartuja.

Raquel tiene fiebre, diarrea y ha vomitado. En su guión dice, además, que tiene 29 años, es cooperante y acaba de regresar de Sierra Leona. Fuera de la ficción, la joven es una trabajadora del 061 que se ha prestado voluntaria para actuar como paciente en el primer simulacro sobre la atención a un posible enfermo con ébola que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) pone en marcha de forma coordinada con el Hospital Virgen del Rocío, la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES) y el Grupo SAMU. 

Unos 50 profesionales participaron ayer durante seis horas en esta actividad formativa que arrancó a las doce del mediodía con una reunión de todos los participantes en las instalaciones de EPES, en la Isla de la Cartuja. Una hora más tarde, sobre la una, la representación comienza con la llamada telefónica de la paciente al 061 alertando de su situación. Y tras la verificación por parte del epidemiólogo de guardia del centro hospitalario sevillano de la existencia de un posible caso de ébola, se activa el protocolo de actuación. 

Una hora y media después de la primera llamada, una unidad móvil del 061 y otra de apoyo del SAMU llegan al domicilio de la paciente. "Lo importante es la protección y la seguridad de los sanitarios. No importa cuánto tiempo tarden en prepararse. Los síntomas del paciente son comunes (fiebre, vómito, diarrea); su situación no va a mejorar porque la ambulancia tarde diez minutos menos", anotan fuentes cercanas a EPES. 

En esta ocasión, el escenario es uno de los despachos del edificio de EPES, convertido en una habitación convencional que incluye, incluso, hasta un cuadro del Gran Poder. Sólo el médico del 061 habla con la paciente desde el umbral del dormitorio. Apenas se acerca a la joven, sólo para darle una bolsa con ropa y varios medicamentos. Fuera de la casa se encuentra en enfermero, y, abajo, en la calle, el técnico junto a la ambulancia. "Cuantas menos personas tengan contacto directo con el paciente, mejor", apuntan desde EPES. 

La doctora lleva en su mano un kit de absorción de derrames, un pequeño cubo con una especie de serrín en su interior para verter sobre el vómito de la paciente. "La mano no entra bien en la abertura del kit. Es muy pequeña. El guante se puede romper", alerta la facultativa a las tres personas que, desde el fondo de la habitación, observan y evalúan la escena. 

La representación continúa y la joven se coloca la bata, los patucos y la mascarilla que le han dado. "Falta un par de guantes", vuelve a señalar la doctora. "Colócate los otros dos patucos que hay en la bolsa. Las manos deben ir cubiertas", improvisa la facultativa como parte de la formación. 

Tras unos veinte minutos, la paciente entra por su propio pie dentro de la cúpula de aislamiento que hay dentro de la ambulancia. La joven deberá permanecer en su interior durante todo el recorrido hasta el Hospital Virgen del Rocío. Una incubadora de plástico de un metro con ochenta centímetros de largo por no más de 60 centímetros de ancho y alto. En este caso, se trata de la misma cúpula que el SAMU utiliza en los cursos de formación que desarrolla en su escuela de Gelves. En los últimos meses, el precio en el mercado de esta camilla especial ha aumentado un 15%, alcanzando los 12.000 euros cada una de ellas. 

Una vez todos dentro del vehículo, la evaluadora pregunta a los sanitarios las dificultades que han encontrado y señala los puntos a mejorar. Ya en el hospital, la ambulancia entra por el lateral del edificio general y no por la puerta de Urgencias, evitando así el contacto con otros pacientes. Fuentes del Virgen del Rocío explican que, una vez que los profesionales descontaminan sus botas, trasladan al enfermo hasta la habitación de aislamiento, en la sexta planta del Hospital General, por un ascensor destinado también exclusivamente para este tipo de casos. A partir de este punto todo ocurre a puerta cerrada, la prensa no está invitada. 

La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales confirma que, tras el traslado, se limpia y se desinfecta la ambulancia, quedando custodiada por un vigilante de seguridad. Al mismo tiempo, los profesionales que han participado en el traslado de la paciente sospechosa se retiran el equipo de protección con la ayuda de un supervisor. Y en cuanto al domicilio, será el epidemiólogo de guardia el encargado de determinar la necesidad de desinfectarlo o no. 

En total, la actividad se prolongó unas seis horas, desde el mediodía hasta las seis de la tarde, ya que el protocolo incluía la limpieza y gestión de los recursos utilizados. Ahora toca ser críticos.

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