El invierno no existe en los pregones
calle rioja
La tristeza tiene más literatura que la alegría. La ciudad estuvo a la altura de ese sentimiento, sin nadie en la calle, como si fuera una programación con bando del alcalde: A mis tristes…
Le llaman tristeza a la bendita caída de la lluvia que alegra pantanos y sementeras. En el atril de la iglesia del Corpus alguien había dejado escrito: rogar en todas las misas por la lluvia. Lluvia de rogativas. El día más triste parece que ha tenido su noche porque el martes amaneció como el lunes, elegido así en el Foro de Davos de las pamplinas. Empecé el día más triste leyendo la más triste de las novelas, ‘Un amor’, de Sara Mesa. La tristeza es una fuente de hermosura, como saben bien los franceses. Bonjour, tristesse.
Tres tristes tigres, dígase con acento de cubano del Soho londinense de Guillermo Cabrera Infante. La alegría es otra cosa. Tiene muy poca literatura, aunque tenga una legión de libros. Se despilfarra, se banaliza. La ciudad estuvo a la altura de ese sentimiento, no se veía a nadie por las calles, como si fuera una programación oficial con calendario de actividades y bando del alcalde: A mis tristes…
La estación del invierno es la única de las cuatro que no aparece en los enunciados de ‘Ocnos’, de Luis Cernuda. Sí aparecen los textos ‘El Otoño’, ‘Mañanas de verano’ y ‘La primavera. El poeta de Acetres nació un día que entraba el otoño en el año 1902 y se muere en el paso del Rubicón de esa estación que une esas dos realidades contrapuestas, el verano y el invierno. Mañanitas de México 1963.
La Alameda era el lunes un desierto, un espacio de la Sevilla despoblada. Con la noche cerrada, cerraban los bares y sólo de veía a una docena de teutones apurando cervezas en el Badulaque. El nocturno A7 pasaba camino de la plaza del Duque con un solo pasajero, un africano sentado en uno de los últimos asientos. El invierno parece que no tiene poetas ni pregoneros y eso que el frío sevillano es el gran desconocido. “¡Ojú qué frío… los andaluces!”, dejó escrito el gran Pepe Hierro, el estajanovista de la poesía al que un día vi hacerse un néctar de la generación del 27 mezclando vodka con naranjas que había cogido de los árboles de la plaza Fernando de Herrera, junto a la iglesia de los Panaderos.
Hoy parece que vuelven las agendas a la normalidad. Faltan justo dos meses para el pregón de Semana Santa, cómo corre el tiempo, ese atleta sin dopaje que no necesita entrenar. Juan Miguel Vega, el pregonero, director de Canal Sur radio, mantendrá una charla en el Ateneo con Fernando Fabiani. Si quieres caldo, dos tazas. Hace una semana me pusieron la de la gripe y la del covid que llaman de recuerdo. Por lo que a mí respecta, espero que sea la del olvido. Fabiani es también actor, productor y guionista teatral de los Síndrome y un divulgador ameno. Para ser Pilatos en la obra de José Luis Losa, cuando habla nunca se lava las manos.
A dos pasos del Ateneo de la calle Orfila, en la sede del Colegio Notarial de Andalucía de la calle San Miguel, pronuncia esta tarde (19 h.) una conferencia Inocencio Arias (Almería, 1940). El título es muy sugerente: “España, su imagen y la política exterior de la democracia”. Políticamente correctos, abstenerse. Hace diez años lo entrevisté. Vino a la feria del Libro de Sevilla (desde entonces han caído unas cuantas librerías) con la promoción de su libro ‘Mis Mundiales’ (‘Del gol de Zarra al triunfo de la Roja’). En la portada, Telmo Zarra, Luis Suárez, Emilio Butragueño y Andrés Iniesta. No caben mejores embajadores. La dedicatoria del libro tiene fecha de 24 de mayo de 2014: “Para Paco Correal esperando que esta noche se lleve (nos llevemos) la alegría del año”. Yo le había presentado la víspera a Paco Núñez Roldán la novela ‘Jaque al peón’, una historia centrada en Cristóbal de Moura, valido portugués de Felipe II. Lisboa es la ciudad donde ocurren los hechos más importantes de la novela, la misma ciudad donde miles de españoles, tantos como cuando Felipe II fue proclamado rey de Portugal, se habían dado cita para la final de la Copa de Europa entre los dos equipos madrileños. El Atleti habría acabado cuarenta años después con el maleficio de Munich 1974, pero la milagrosa cabeza de Sergio Ramos lo impidió. Así llegó la décima.
Inocencio Arias estaba alojado entonces en el hotel Inglaterra y cuando bajó para ver la final, en la televisión del hotel que dirige Manuel Otero Alvarado estaban retransmitiendo una corrida de toros. El diplomático almeriense salió escopeteado buscando un bar donde ver el partido que no daban donde se alojaron los periodistas brasileños que acompañaron a su selección en el Mundial de España 1982.
Desde aquel encuentro libresco con el diplomático, cada vez que ha habido Mundial ha ganado la Copa de Europa el Madrid. La ganó al Atleti el año del de Brasil 2014; al Liverpool el de Rusia 2018; y de nuevo al Liverpool el de Qatar 2022, el único Mundial de casi un siglo de Mundiales que se ha disputado en invierno, la estación que no tiene pregoneros ni aparece en ‘Ocnos’ de Cernuda, que escribió este libro en Glasgow, ciudad donde el Madrid ganó dos Copas de Europa: la de 1960 al Eintracht de Francfurt (cuatro goles de Puskas, tres de DiStéfano, deslumbrante partido de Luis del Sol) y la de 2002 al Bayern Leverkusen con el gol imposible de Zidane. Al día siguiente vino a Sevilla la novelista y académica Soledad Púertolas para presentar una novela y la pobre se quejaba de que en el tren no se hablaba de otra cosa que del gol de Zidane.
En la quiniela del domingo viene el Madrid-Almería, el equipo de Inocencio Arias y el de su patria chica, tan grande. Sigue lloviendo tras los ventanales de la Soria de Machado. La noche es al día lo que el invierno al verano. Hay un entretiempo, la tarde, sesión de Tarde, que es una mezcla de la primavera y el otoño. La primera es la estación de los pregoneros; la segunda es cuando la ciudad se pregona a sí misma, por eso le gustaba tanto a Ismael Yebra, que se murió cerrando las páginas del libro del otoño y abriendo las del invierno. Con mucha lluvia camino del cementerio de Umbrete. El mosto también aguarda sus pregones. Hoy faltan dos meses para la cita en el teatro del Maestranza. Donde se lució Antonio Burgos en la ciudad que fue de los cines de verano y las películas de invierno. A ser posible, ‘Los Girasoles’, con Sofía Loren y Marcello Mastroianni. No es mala embajada tampoco.
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