José Antonio Fernández Cabrero: "Hay que restaurar la Macarena y restañar los corazones"

Entrevista

El hermano mayor habla con serenidad del mes de vértigo que se ha sufrido desde la polémica intervención a la Dolorosa, confiesa que le han disgustado las reacciones desproporcionadas y valora todos los apoyos recibidos

La Macarena, Cabrero y Queipo

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José Antonio Fernández Cabrero, hermano mayor de la Macarena

No ha querido pronunciarse hasta celebrado el cabildo general extraordinario que refrendó por amplia mayoría el plan de trabajo para devolver a la Macarena su expresión original. Reconoce que ha vivido en estado de shock desde aquella noche del 21 de junio en la que el rostro la Virgen apareció con modificaciones sustanciales. No se supo reaccionar en ese momento. El destino quiso, además, que en esos días de fuerte crisis falleciera su esposa tras una larga enfermedad que lo tuvo concentrado en sus cuidados. Han sido, en definitiva, los peores días de su vida. José Antonio Fernández Cabrero, hermano mayor de la Macarena, asegura que ha sentido más soledad que nunca, ni siquiera sintió tanta cuando estaba al frente de la una importante compañía de seguros en Andalucía. Por eso ha recordado aquellas reflexiones del cardenal Amigo que referían el frío que podían sentir los hermanos mayores como otras personas en puestos de importante responsabilidad. El mayor consuelo le ha venido del actual arzobispo, monseñor Saiz, y de muchos macarenos notables. No pierde la alegría y la vitalidad que son marcas de su personalidad, pero son evidentes las magulladuras. Nacido en San Felices de Buelna (Cantabria), nunca ha respondido al perfil del dirigente cofradiero al uso. Ahí ha radicado siempre su valor especial, avalado en dos cabildos electorales.

-¿Considera que ha vivido el peor mes de su vida?

-Durante la estancia en la hermandad, posiblemente sí. He tenido otros y los he solventado, pero posiblemente este haya sido el más duro y difícil. La dureza de este mes ha sido grande por el dolor infligido a los hermanos.

-¿Qué sabor le queda tras el cabildo extraordinario, que fue extraordinario en todos los sentidos?

-El de la libertad de los hermanos para expresarse. Que pudieran hacer uso de la palabra en un cabildo con tantos asistentes, que pudieran expresar todas sus disconformidades con el gobierno y con la persona del hermano mayor, con el trato dado a las imágenes por todo lo ocurrido. Esto es lo que más me satisface del cabildo, que pudiera haber una expresión libre y directa, porque era el lugar y el momento.

-Una vez que se decide que la votación fuera secreta, ¿usted temió que el proyecto de restauración de la Virgen no fuera respaldado?

-Por el resultado no he temido nunca. Tenía claro que pasara lo que pasara era una decisión del cabildo, luego estaba protegido. Si el cabildo hubiera dicho que no, pues no tengo ningún problema. Y dijo que sí, como fue el caso. Pues sí. El voto secreto era tan importante como el de mano alzada. Es más, yo quería más el voto secreto porque nace con mayor legitimidad, nace de la urna.

José Antonio Fernández Cabrero, en un momento de la entrevista.
José Antonio Fernández Cabrero, en un momento de la entrevista. / Juan Carlos Muñoz

-Dos de cada tres hermanos avalaron el proyecto.

-Así fue. Y eso es importante para el hermano mayor. Sin que sea ninguna situación ufana para el hermano mayor. No, no, no. Han dicho sí a la intervención de la Virgen, no al hermano mayor.

-En este mes, con todo lo que ha ocurrido, ¿ha habido alguna reacción que le haya generado dolor?

-El dolor es el que yo he podido causar con el error. No ha habido una cosa más importante este mes que el pensar en los hermanos. Yo estaba equivocado. Aunque yo creía tener mis razones, yo estaba equivocado. Estaba abatido, mal, débil caído... Pero pensé que los hermanos tenían que tener mucha razón para estar tan cabreados. Y eso me consolaba.

-¿Y ha tenido reacciones, llamadas que le hayan dado ánimos, vitalidad y fuerza en momentos tan difíciles?

-Sí, sí. La llamada del alcalde, José Luis Sanz. La llamada de la consejera Patricia del Pozo. La llamada de Juan Espadas, de Antonio Muñoz, de Jesús Aguirre... Llamadas que me han sostenido, han sido bastones importantes. Igual que el señor arzobispo. En él encontré al padre, al pastor y el guía.

"En el abrazo al arzobispo se me saltaron las lágrimas y me di cuenta de que estaba abatido"

-¿Cómo valora aquel tuit que publicó el arzobispo, ya de madrugada, tras el comunicado en el que la junta de gobierno daba las primeras explicaciones y pedía perdón?

-El tuit fue de lo más oportuno. Estoy eternamente agradecido por el contenido de ese tuit. Pero lo más importante del arzobispo fue su recepción. Pedí hablar con él y me concedió no veinte minutos, sino casi dos horas. Fueron exactamente una hora y cincuenta y cinco minutos. Fuimos a verle el rector de la basílica y yo. Quería contarle al arzobispo todo lo que nos estaba ocurriendo. En esa visita hallé al pastor que cuidaba a la oveja herida y abatida que era yo. Hallé al guía espiritual que me reconfortó mucho, y al padre, sobre todo en el abrazo último cuando no pude evitar las lágrimas. Creo que él no se dio cuenta, o sí, no lo sé. En ese momento es cuando yo me di cuenta de que estaba abatido, que yo era un árbol caído. Aunque siempre digo que a un hombre caído no hay quien lo derribe, delante del arzobispo me di cuenta de que estaba caído, que mi dolor era más grande del que yo creía que podía soportar. Concluí después de aquella visita que yo había causado más dolor a mis hermanos con mi error del que yo imaginaba. Si no, no me hubiera derribado en sus manos, que fueron fuertes para sostenerme.

José Antonio Fernández Cabrero.
José Antonio Fernández Cabrero. / Juan Carlos Muñoz

-¿En algún momento se ha sentido desbordado?

-Desbordado, nunca. Un poco abatido, sí. Por los acontecimientos y por el dolor. Si mi mente hubiera consentido que yo me desbordara, no podría solucionar ni atajar problemas, ni negociar soluciones como hemos hecho. El IAPH, Pedro Manzano... Pero dolido, caído y moderadamente abatido, sí.

"No entiendo que esto sea para calificar a personas de terroristas, sinvergüenzas o indecentes"

-¿Percibe que hay quien se resiste a perdonarle?

-Sí, pero no les culpo. Para perdonar está Dios, para disculpar están los hombres. Y si no conocen los hechos con profundidad, es difícil encontrar la disculpa y el perdón. También entiendo a quienes no perdonan o disculpan. Es su razón, no la razón, pero es su razón. Y la respeto y la comparto.

"La pregunta del demonio es si ha merecido la pena ser hermano mayor"

-En noviembre cesará como hermano mayor. ¿Habrá entonces merecido la pena haber sido hermano mayor?

-Esa es la pregunta del demonio. La que me estás haciendo es la pregunta del demonio. Una pregunta que he sufrido fundamentalmente en los dos o tres últimos meses. "¿Esto te vale la pena, José Antonio?". Es la pregunta que me hace el demonio a mí, porque me la hacía yo interiormente. La respuesta inicial, a raíz del dolor y del sufrimiento por el daño causado, era contestar que esto no vale la pena. Pero yo no podía decirle al demonio que no vale la pena estar en la casa de la Virgen, que no vale la pena trabajar por la Virgen, que no vale la pena entregarse a los demás. El demonio puede preguntar lo que quiera, pero al demonio yo le respondo lo que Dios me instruye.

José Antonio Fernández Cabrero.
José Antonio Fernández Cabrero.

-¿Qué recuerdo tiene de la primera vez que contempla el rostro de la Virgen tras la intervención practicada en junio? Fue la noche del día 21. ¿Quedó impactado?

-No es grato el recuerdo. Entramos en un estado de shock, de desconcierto, de conmoción. Allí había algo que no vimos. No supimos ni traducirlo ni interpretarlo. El estado era de shock emocional, lo que impedía tomar decisiones acertadas. Y ese fue el error, dejarte sorprender por el shock, por la conmoción. Eso impide pensar bien. Por eso digo que un hombre preocupado no va a ningún sitio, pero un hombre ocupado va a cualquier parte, donde quiera. Nosotros nos preocupamos tanto que no supimos ocuparnos de una solución correcta.

"El estado de shock impide tomar decisiones acertadas, ese fue el error"

-Visto ya con algo de perspectiva, ¿hemos sido exagerados, incluso feroces en el juicio de cuanto ha ocurrido?

-En el dolor que siente el hermano, no. Yo me pongo en la dimensión espiritual del hermano, que solamente trasciende a través de la cara de la Virgen, y no veo problema en eso. Pero con la desproporción, sí. Tengo problemas con el insulto, con la agresión, con las amenazas. No entiendo que esto sea para calificar a personas de terroristas, sinvergüenzas o indecentes. Eso no lo entiendo. Pero entiendo el dolor desde la perspectiva de un hermano que ve que se la ha roto una imagen que le ayuda a trascender a Dios a través de la mirada de la Esperanza Macarena. Eso sí lo comprendo. Lo otro pertenece a la responsabilidad del cargo, que tiene sus cargas.

José Antonio Fernández Cabrero.
José Antonio Fernández Cabrero. / Juan Carlos Muñoz

-¿Alguna autoridad le ha aconsejado en privado que dimitiera?

-Ninguna. Al revés, todas las autoridades me han pedido que resista. Yo he tenido dudas. Estaba, como antes dije, no caído, pero sí medio abatido. He tenido apoyos de todas las autoridades de la ciudad. Y de muchos macarenos notables, que me han instado a resistir, a soportar. Los buenos pilotos se ven en las tormentas. Yo no podía dejar de ser un buen piloto por mi ejercicio de responsabilidad esencialmente con la Virgen y después con los hermanos.

"Los buenos pilotos se ven en las tormentas. No podía dejar de ser un buen pilotos por. mi responsabilidad con la Virgen y con los macarenos"

-¿Cuál sería su ilusión o su objetivo de aquí a noviembre?

-Uno solo. Restaurar la Virgen se consigue, todo es reversible. El objetivo es restañar el corazón de los macarenos, perdonar las ofensas y consolar al triste, sin olvidar todas las tareas de la hermandad. A mí no me paran en absoluto las próximas elecciones. Yo cuando termine, termino y me voy a mi casa tranquilamente y me quedaré al servicio de la hermandad para lo que me pidan. Pero no será ya mi tiempo de gobierno, eso se acabó. Ahora solo me ocupa restañar las heridas de los corazones macarenos que sufren, implorar el perdón por el daño causado y seguir trabajando.

-¿Pedirá perdón más veces si es necesario?

-Todas las que necesite.

-¿Cómo enfoca usted el cabildo electoral de noviembre en la medida que le corresponde?

-Conforme a las reglas siempre. Afrontaré las decisiones según las reglas. Trabajando en todo lo que la hermandad necesita. La hermandad son muchas cosas. Es un culto diario de cinco eucaristías, a veces seis e incluso que se dicen en otros idiomas. La atención a los jóvenes, la caridad, a los convenios como el firmado con la consejera de Salud y el Hospital Virgen Macarena para el jardín de la Esperanza, que son 900 metros cuadrados para todos los niños ingresados...

-A usted siempre le ha gustado más hablar de la asistencia social que de los recorridos de la cofradía. Ha tenido claras sus prioridades. ¿Esto ha sido un problema para algunos macarenos? A muchos su enfoque nos puede parecer original, innovador y que aporta, pero puede haber quien no lo considera así.

-De hecho hubo una pregunta en el cabildo del otro día en este sentido. Tuve que corregir al hermano. Dijo que se reunió conmigo en mi despacho y que yo le expuse que a mí no me importaban ni la Virgen, ni las imágenes, ni los mantos, ni la candelería, ni el ajuar... Que yo le dije que lo único que me importaba era la caridad. Y no, no fue así. Yo le dije que yo no sabía de mantos, ni conocía todo el ajuar de la Virgen, que yo no sabía de eso, no que no me interesara. A mí la Virgen me ha interesado tanto que estoy aquí por la cara de la Virgen. Y por el folclore y por el flamenco. Corregí al hermano en el propio Cabildo. Le dije que no me importaba tanto todo eso como sí una hermandad fraterna, que creo que no lo he conseguido, porque no están las cosas del todo bien. Pero tengo que entender que no es fraterna en una parte, pero entre 18.000 hermanos... ¿Cuál es la parte que no está integrada? La hermandad sí la comprendo yo como fraterna en general. Y en la hermandad no hay cisma, me gustaría corregir a personas que hablan de un cisma. ¿De qué cisma hablan? ¿Qué calificativos usamos para hablar de un colectivo de 18.000 hermanos? ¿Cisma? La mayoría de los hermanos han refrendado el otro día una votación, un 67%. Y las últimas elecciones tuvieron el resultado que los hermanos quisieron. No yo. Ellos depositaron en las urnas una mayoría.

"Algunos sevillanos no me perdonan ser cántabro y hermano mayor de la Macarena, pero son pocos"

-¿Ha sentido en algún momento, no ya en este mes, sino anteriormente, que algunos sevillanos no le perdonan su condición de cántabro que ha llegado a hermano mayor de la Macarena?

-Yo creo que son más los sevillanos que admiran esa condición. Pero sí creo que algunos no me lo perdonan. Y no lo entiendo. Si entendieran las relaciones históricas entre Sevilla y Cantabria desde la Conquista de esta ciudad... A lo mejor podrían comprender muchas cosas, como podrían comprender que don Ricardo Zubiría era de Bilbao. Creo que son pocos los que no me perdonan lo de Cantabria. Pero es cierto. Si no, no habría estas reacciones tan desproporcionadas. Algunos no lo perdonan, pero afortunadamente son pocos. Creo en una Sevilla abierta que me ha acogido con los brazos abiertos. Y creo en una hermandad abierta, plural, heterodoxa como la de la Macarena que me eligió. Contra mí competían sevillanos y yo era cántabro. Y los hermanos de la Macarena eligieron al cántabro, luego eso demuestra que la Hermandad de la Macarena es muy universal, muy plural y muy internacional. Si es verdad que si miras recónditamente, hay gente que no lo perdona.

José Antonio Fernández Cabrero.
José Antonio Fernández Cabrero. / Juan Carlos Muñoz

-¿Cómo ha digerido algunas portadas de prensa internacional sobre la intervención practicada a la Virgen?

-La prensa internacional me ocupa, pero no me preocupa. A veces se escribe sin muchos datos, de oídas. Me preocupa alguna prensa más cercana a nosotros que no comprende del todo qué está ocurriendo. O que no comprende que a las hermandades también hay que ayudarlas. Y no hay que ayudarlas con cismas ni creando sentidos diversos entre los hermanos, sino mostrándoles el camino hacia donde están la unidad, el amor y la fraternidad. Ahí sí he echado de menos algunas plumas.

-¿El principal reto ahora es no tener ansiedad para acabar la restauración cuanto antes? Hay tiempo, pero supongo que la prioridad es hacer las cosas bien, rematarlas bien, sin prisas.

-No hay que tener prisas. En las precipitaciones están siempre los grandes errores de la humanidad. Esto es ya muy antiguo. Hay que estar ocupados y ser diligentes en la restauración. La rapidez es una virtud, pero engendra un vicio que es la prisa. Prisas, ninguna. ¡Es que no hay que tenerla! Pedro Manzano ya ha dicho que entiende que son tres meses. O menos, si fuera el caso. O un poco más si se descubren otras patologías.

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