La suerte de tener un arzobispo de guardia en Sevilla

Es una dicha contar con una autoridad que en plena crisis fije el criterio oportuno con las palabras precisas

La peor cara de Sevilla

Sevillanos sentados

El arzobispo de Sevilla.
El arzobispo de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

25 de junio 2025 - 04:00

En una mudanza se conoce a los cuñados y a los verdaderos amigos, en la mesa y en el juego al caballero y en las crisis tronantes a los responsables públicos. No ha podido estar más acertado el arzobispo con el mensaje publicado en las redes sociales a las 3:58 horas del martes. ¡El mensaje de la concordia no podía tener un horario más macareno, pura madrugada en la que, como siempre, no faltan quienes aúllan o patean las latas de refresco para provocar estruendos, pero siempre, siempre, amanece y se impone la calma! Alguien tenía que hablar, alguien debía fijar el Norte, alguien debía llenar un vacío que daba rienda suelta a infundios y encendía más algunos ánimos. La Hermandad de la Macarena difundió el comunicado con la explicación de los hechos a las 2:28 horas. Y don José Ángel Saiz el suyo menos de una hora y media después. Se apoyó en una cita del poeta inglés Alexander Pope: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Amanecimos mejor con este mensaje, ilustrado con una fotografía de la basílica y una reflexión propia que no deja lugar a dudas: “María Santísima de la Esperanza Macarena nos quiere unidos, como hermanos, como hijos suyos, mirando al futuro, caminando en la verdad y el bien”.

Es fundamental que haya alguien que encarne la autoridad moral, que ponga mesura, guía y cautela en la sociedad de la hiperventilación, el forofismo, las fosas sépticas de las redes sociales y la vehemencia mal contenida. Hay que agradecer que tengamos un arzobispo de guardia cuando más se necesita. Sin miedo, con el criterio claro, las palabras oportunas, sin calculadas ambigüedades, ni absurdos tacticismos. En este asunto hay que calmar las aguas, no hay que condenar a nadie, no hay que agredir a nadie, no hay que aprovechar para el ajuste de cuentas. Hay cosas que en su día salieron muy bien y otras en las que se ha evidenciado un desatino escandaloso que ha llegado a las páginas del The Times. Los hechos caen por su propio peso. Ahora es precisamente cuando hay que tener alturas de miras, visión de futuro, sentido institucional y una moderación que amanse los ánimos. Ningún oficial de la junta de gobierno ha tenido mala fe. Los hechos han desbordado a todos por diferentes motivos. La guardia estaba baja como a veces ocurre en los finales de mandato de muchísimas entidades. Nada de lo ocurrido justifica la ferocidad de algunas conductas, ni el señalamiento de personas con sus fotos como si fueran presos recién ingresados en Guantánamo. Mesura, prudencia, tiempo. Siempre amanece. Y tenemos una buena botica, la de un arzobispo sin miedo. En el momento justo, las palabras precisas. De madrugada tuvo que ser. Toda una señal de esperanza.

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