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Más madera, que es la mina

  • Coruña. José Ramón Moreno. Hizo el camino de Santiago al nacer, aprendió a andar en la Astorga de Gaudí y las minas asturianas donde mandaba su abuelo le regalaron el sur a este arquitecto.

LLEGÓ a Sevilla en 1959, el mismo año que Fidel entró triunfante en La Habana. Un país con el que José Ramón Moreno García (Santiago de Compostela, 1945) mantuvo una relación privilegiada. Rehabilitó el malecón de La Habana, diseñó el pabellón de Cuba de la Expo 92, coordinó los planes de cooperación con un país al que viajó una treintena de veces -"conocí a Fidel Castro el día que decidió dejar de fumar"- y ha sido profesor en Reina Mercedes de Historia de la Arquitectura Hispanoamericana.

Su cuna gallega es un ejercicio de precisión geográfica y castrense. Su padre, Rafael Moreno Truán, asturiano de cuna, hijo de un ingeniero de minas de Úbeda, fue destinado como capitán de Artillería a Astorga. En la capital de la Maragatería, tocada por el genio de Gaudí, sucumbió ante los encantos de una astorgana. "Mi madre era guapísima. Le decían Berta Cañón, un juego de palabras con su nombre y el cañón Berta que los alemanes tenían apuntando a Londres".

El asturiano y la maragata se casan en Astorga. "A los nueve meses justos, en la primavera de 1945, nací yo". Nace en el número 14 de la Rúa Traviesa de Santiago, donde destinan a su padre. "Enfrente de la casa estaba la iglesia Nuestra Señora del Camino a la que iban cientos de peregrinos. Allí me bautizaron y muchos años después fui a recoger un certificado de apostasía del que siempre recuerdo la prosa inteligentísima del documento del arzobispo de Santiago".

La llegada a Andalucía fue un asunto telúrico. Su padre, el artillero, se especializó en abandonar carreras. La guerra le obligó a interrumpir sus estudios de Arquitectura, la vocación del mayor de sus cinco hijos. El abuelo paterno dirigía las minas de Duro Felguera y compró una finca entre Isla Cristina y Ayamonte para extraer madera con la que entibar los túneles de las minas. El militar pidió excedencia en el Ejército y se convirtió en director de la explotación forestal. "Yo tenía dos años. Aprendí a leer con doña Isabel, una maestra que enseñaba en Pozo del Camino".

En 1959 su padre regresa al Ejército y lo destinan a Sevilla. "Nos venimos a Pineda, al Regimiento de Artillería 14. Allí estaba el general Esquivias, que tuvo un papel importante en el desarrollo del 23-F; el coronel Chaves, padre de Manuel Chaves, con el que tengo fotos jugando al baloncesto". Estudió Preu en el Claret "antes de que llegara Felipe González". Coincidencias fortuitas con hombres que años después regirían los destinos políticos de España y Andalucía.

Una historia que este arquitecto vivió en primera fila. "En diciembre de 1982, mi amigo Jaime Montaner me llama para hacerme cargo de la Dirección General de Arquitectura". Acabó la carrera en 1971. Después de un año, "una experiencia apasionante", en el estudio de Cruz y Ortiz, Montaner, con el que ganó un concurso para estudiantes de Arquitectura con un proyecto en un castillo de Ibiza, lo llama para un proyecto de viviendas en Punta Umbría.

La madera para las minas asturianas simboliza el apego de este hombre a una geografía mágica. Sus dos hijos, Fidel y Muriel, fruto de su matrimonio con Blanca Ojeda, nacen en Huelva. Fidel Castro le dedicó un libro a Fidel Moreno, hijo del arquitecto. El nombre de Muriel es un homenaje a Truffaut y su película Dos inglesas y el amor. Fidel es músico y trabaja en Madrid; Muriel se dedica a la medicina alternativa en Barcelona. "Se han tenido que ir de Andalucía, otra tragedia". Fue arquitecto municipal de Punta Umbría y de Valverde del Camino. Con su compañera Mercedes Gil, también arquitecto, compartió dos paraísos. Uno urbano, el antiguo hotel El Paraíso que Mercedes, experta en el PGOU de Sevilla, rehabilitó en la calle Conde de Torrejón; y el paraíso rural que encontraron en Hinojales. Murió Mercedes, también se fue Manolo Perales, el marido de su hermana Berta, el nombre-insignia del bellezón de Astorga.

Los ocho años que fue director general de Arquitectura, de 1982 a 1990, viajó mucho a Madrid. Ahora disfruta del mundo rural, "no existe el consumo, no existe el dinero". Sólo dejó ese fortín de la naturaleza, entre Aracena y Cumbres Mayores, para recoger el 31 de diciembre en Sevilla a su nieto Lucas, cinco años. El campo y las vivencias de abuelo, dos regalos para este peregrino de ángulos y sombras que hizo el camino de Santiago al nacer.

El pabellón de Cuba son dependencias de la ITV. No ha vuelto a ese país. "Admiro la gallardía frente a su vecino gigante, pero no entiendo lo mal que administró la sociedad civil, su apuesta por el mal gusto del realismo soviético que convirtió a sus habitantes en héroes de lo cotidiano".

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