Una maestra de vida con muy pocos alumnos

Calle Rioja

Justicia. La cátedra Marcelo Spínola dedica a Cáritas las XII Jornadas de Historia de la Iglesia

De izquierda a derecha, Juan Guzmán Ivanovich, Manuel Palma, José Sánchez Jiménez y Manuel Martín Riego.
De izquierda a derecha, Juan Guzmán Ivanovich, Manuel Palma, José Sánchez Jiménez y Manuel Martín Riego. / Víctor Rodríguez

CÁRITAS salió ayer en los telediarios. La alcaldesa de Roma, la antisistema Virginia Raggi, garantizó que las monedas que la gente echa a la Fontana di Trevi seguirán destinándose a Cáritas y no para proyectos de conservación de monumentos.

De Roma a Sevilla. “Cáritas es la joya de la corona de la Iglesia”. José Sánchez Jiménez (Málaga, 1939) es historiador de muchas cosas, entre ellas Cáritas, institución diocesana a la que se dedican las duodécimas jornadas de Historia de la Iglesia que creó la cátedra Marcelo Spínola en el centenario de la muerte del cura de San Fernando que llegó a arzobispo de Sevilla y cardenal.

“Cuando se mira la historia de Cáritas a mí me surge el optimismo social en este mundo donde las noticias parecen El Caso y todo son maldades y distorsiones”. Un optimismo el del historiador reforzado por una evidencia: los 85.000 voluntarios con los que cuenta Cáritas Diocesana. “Sólo la supera la Cruz Roja”.

Formalmente, Cáritas Española nace en 1947, pero sus orígenes, según este malagueño, profesor emérito de la Complutense, se remontan al final de la guerra civil. “Se pasó mucho peor cuando acabó la guerra que en la propia guerra. Los que ahora están hablando de esa época saben muy poco y se les nota, seamos caritativos con ellos”.

En el Jubileo de la Misericordia, dirigiéndose a los voluntarios de Cáritas, el Papa Francisco recordó la parábola del buen samaritano. El profesor recordó unas duras palabras del jesuita Díez Alegría. “La doctrina social de la Iglesia es la demostración de que los creyentes no cumplen el Evangelio”. En aquella posguerra, “no era necesario vivir, sino sobrevivir”.

El Papa Pío XII dijo que había que poner la técnica “al servicio de la caridad”. Una virtud teologal que debía salir de las sacristías, de lo que el cardenal Pla y Daniel llamaba “el catolicismo nominal” de aquellos que constan como cristianos “en los registros parroquiales pero no en la vida”. Fue más allá. “La caridad no puede ser nunca una máscara que cubra la justicia”.

En 1943 hizo estragos la pomposamente llamada “pertinaz sequía” y en 1946 se adelantó el invierno. Es el año en el que 47 pioneros asisten a la primera asamblea nacional. Durante veinte años presidirá Cáritas un abogado del Estado, Jesús García Valcárcel. Acudió a París, a la Conferencia Internacional de Caridad. Cuando lo oyó hablar el entonces nuncio en París, que sería el Papa Juan XXIII, dijo: “qué bravos son los españoles”.

La Historia de la Iglesia es, en palabras del Papa Francisco, “una maestra de la vida que tiene muy pocos alumnos”. Aumentarían con magisterios como el de este historiador. Cuando se puso a estudiar la historia de Cáritas, comprobó que sólo conservaban los papeles aquellas que no habían cambiado de sede.

En la consolidación de Cáritas hay dos elementos fundamentales, la ayuda social americana, “a los más jóvenes les sonará a Atapuerca” y la sustitución de Falange por la Acción Católica en los entresijos del Régimen franquista. Dos factores que vienen a la par. En agosto de 1953 se firman el Concordato con la Santa Sede y el Pacto con los Estados Unidos. Un año antes se quita la cartilla de racionamiento, “pero había mucha hambre”.

El historiador contó que “a mediados de los setenta estuvieron a punto de cargarse Cáritas Española para dejarla sólo en Madrid”. Hay tantas Cáritas como diócesis. En Andalucía son diez.

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