Una mascota se ha convertido en plaga: así llegaron las cotorras a Sevilla
Las cotorras Kramer y argentina están incluidas en el catálogo de Especies Exóticas Invasoras
Su presencia amenaza a otras especies autóctonas, como el Cernícalo Primilla
Las cotorras empiezan a dar miedo en Sevilla
Las cotorras llegaron a Sevilla como mascotas. Algo que, posiblemente, sucediese en torno a los primeros años de los 90. Por lo menos, eso es lo que sugiere el Ayuntamiento hispalense en el blog de su página web, donde habla de cómo estas aves se convirtieron, en un abrir y cerrar de ojos, en una especie invasora.
Ahora se puede hablar de plaga. Precisamente, por el problema que representan para la conservación de la biodiversidad sevillana y la convivencia con los humanos. En pocas palabras, el consistorio las califica como “un agente de riesgo” para las personas y las especies autóctonas.
La llegada de una especie invasora
“La cotorra de Kramer y la cotorra argentina llegaron a Sevilla como mascotas y, desde ahí, hasta nuestros parques y jardines de forma accidental por escapes cautivos y sueltas intencionales. Al adaptarse al hábitat, disponer de alimento y agua, y carecer de depredadores se reproducen con gran rapidez”, informa el Ayuntamiento como introducción a un problema que vive latente en la ciudad desde hace, por lo menos, “20 años”.
Sin embargo, antes de seguir es conveniente recordar qué entendemos por especie invasora y por qué esta realidad supone un problema para la biodiversidad. “Las especies invasoras, tanto plantas como animales, son las introducidas por el ser humano en lugares que están fuera de su distribución natural y que, con el tiempo, llegan a colonizar el medio”. Ahora bien, el problema surge “cuando la supervivencia de las especies comercializadas y liberadas al medio entra en conflicto con los intereses de otras especies autóctonas o del ser humano”.
Así es como estas dos variedades de cotorras han sido incluidas en el catálogo de Especies Exóticas Invasoras (EEI). Además, en 2023, el Ayuntamiento cifró en 5.500 el total de cotorras en la capital, una cifra que, según aseguraban ya entonces, se mantenía en ascenso.
¿Por qué son un problema?
Si bien es verdad que las aves no tienen la culpa, lo cierto es que su presencia condiciona el ecosistema anterior a su llegada. “A lo largo de los últimos 20 años, ambas especies de cotorras se han ido convirtiendo en un problema para la conservación de la biodiversidad de Sevilla y un agente de riesgo para la ciudadanía por la caída de nidos y ramas, la contaminación acústica que generan las colonias, el deterioro que pueden causar en algunos edificios antiguos y por ser un posible vector de zoonosis (propagación de agentes patógenos)”, enumera el Ayuntamiento en su blog.
Además, “compiten por el hábitat y llegan incluso a expulsar a especies autóctonas insectívoras, principalmente al Cernícalo Primilla y el murciélago Nóctulo Mayor. Uno de los puntos de la ciudad más afectados por la proliferación de cotorras es el Parque de María Luisa, donde las invasoras le arrebatan huecos en los árboles y lugares de anidamiento en edificios a las lugareñas; un hecho que dificulta la reproducción y supervivencia de estas últimas.
Por ese motivo, es importante controlar el exceso de la población de cotorras, reducir su presencia con medidas respetuosas con el bienestar animal; y favorecer la convivencia entre las cotorras y las especies autóctonas. Todo ello, con el fin de minorar el problema, al tiempo que se preserva la integridad de las aves.
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