Para mayores de dieciocho años

El 30 de julio de 2007 mueren Antonioni e Ingmar Bergman; el primero vino a Sevilla en 1983, del segundo trajo una de sus obras teatrales para la Expo 92

Avenida Multicines. El local de Arte y Ensayo, el cine que se asocia a Bergman y Antonioni.
Avenida Multicines. El local de Arte y Ensayo, el cine que se asocia a Bergman y Antonioni. / Juan Carlos Muñoz

30 de julio 2025 - 05:59

LA muerte juega a los dados con el Caballero. Es una de las escenas de El séptimo sello de Ingmar Bergman. Hoy se cumplen 18 años de la muerte del cineasta sueco y de Michelangelo Antonioni. La muerte nunca llega a la mayoría de edad. Esos 18 años que eran la barrera de la madurez para ver determinadas películas. Existía otra edad intermedia, los 14 años, acompañadas del epíteto Tolerada, que existía mucho antes que el manido Tolerante.

Michelangelo Antonioni (1912-2007) conoció dos guerras mundiales. Ingmar Bergman (1918-2007) sólo una. El día que mueren estos dos iconos del llamado cine de arte y ensayo nace Eva Cotán Estrada, que hoy cumple 18 años y ya podrá estrenar su condición de votante. En las elecciones todavía rige la mayoría de edad que ya desapareció de las salas de cine. El abuelo de Eva, Zacarías Cotán, tiene una triple relación con el cine: es un apasionado del llamado séptimo arte, una pasión que canalizó como crítico de cine; es sobrino y biógrafo del cineasta y tantas otras cosas Manuel Summers; y regentó con su amigo Perico Barbadillo, productor cinematográfico y trotamundos, un bar de copas en el Pasaje de la O que se llamaba Casablanca, unido a la mítica película de Michael Curtiz en la que aparecía el apellido Bergman.

Antonioni vino a Sevilla para participar en un seminario dedicado a su filmografía. Dicen las crónicas que visitó la Macarena y la Catedral, probó las tapas antes de la llegada de los gastrobares (que son a la gastronomía lo que las plataformas al cine) y cuando los periodistas lo buscaban en el hotel Alfonso XIII estaba encerrado en la habitación viendo un Barcelona-Real Madrid. Años después hubo una exposición sobre su obra cinematográfica que incluyó algunas fotos que Pablo Juliá había hecho durante la visita del cineasta que en Blow-Up adaptó el relato de Julio Cortázar Las babas del diablo.

No consta ninguna visita de Ingmar Bergman a Sevilla, pero sí vino su obra. Además de cineasta, era director de ópera y de teatro. El pabellón de Suecia en la Expo 92 trajo al Lope de Vega, un teatro de la Expo del 29, la obra Peer Gynt de Henrik Ibsen, con dirección de Ingmar Bergman. En el patio de butacas ocupó su asiento el rey Carlos Gustavo de Suecia, que diez años antes le había entregado a Gabriel García Márquez el Nobel de Literatura. El año de la Expo de Sevilla, España no jugó la Eurocopa, que se celebró en Suecia y ganó Dinamarca. Los jugadores daneses estaban de vacaciones y los reclamaron para sustituir a Yugoslavia, que se descomponía en la guerra de los Balcanes.

El legado de Antonioni y Bergman, muy próximos en el orden alfabético, está en la Enciclopedia del Cine de Roger Boussinot o en la Historia del cine mundial. Desde los orígenes hasta nuestros días, de Georges Sadoul. Antonioni se diplomó en Económicas antes de descubrir el cine; Bergman acompañaba a su padre, que era pastor en una de las iglesias de la ciudad universitaria de Uppsala.

El apellido Bergman llegó a Italia cuando la actriz Ingrid Bergman vio la película Roma, ciudad abierta y escribió a su director, Roberto Rosellini, para trabajar con él. La dirigió en tres películas, la primera Stromboli, en plena erupción del volcán, y tuvieron tres hijos, uno de ellos la actriz Isabella Rosellini. Los dos estaban casados. Secretos de dos matrimonios, parafraseando la película de Ingmar Bergman, casado con otra Ingrid sueca, Ingrid van Rosen, a la que dirigió en Gritos y susurros.

Antonioni fue guionista de Rosellini en su primera película, Un piloto retorna, que narra la vida de Vittorio Mussolini, segundo hijo varón del Duce, productor cinematográfico y también piloto que participó en la segunda guerra ítalo-etíope, la guerra civil española y la segunda Guerra Mundial.

Ni Bergman ni Antonioni son santos de la devoción de Fernando Trueba, cineasta español que dirigió una revista con el mismo nombre que la película de Curtiz y el bar de copas de Perico Barbadillo y Zacarías Cotán. En su Diccionario de Cine, los despacha en pocas líneas y se vale de otros colegas para retratarlos. Truffaut: “Está claro que Bergman no nos ayuda a vivir, Renoir sí”. Mankiewicz: “¿Antonioni Arte?, ¿qué epítetos guardamos entonces para Esquilo, Aristófanes y los demás?”.

Antonioni y Bergman mueren el mismo día, el primero en la vida de Eva Cotán Estrada. En la puerta del colegio de mi hijo, dos madres comparaban la belleza de Sara Montiel con la de Margaret Thatcher. Las dos murieron el mismo día, el 10 de marzo de 2013. Llora la Margarita por ser Sarita. Sara era una laborista manchega. Thatcher cogió el legado de Churchill. El 13 de octubre es el centenario del nacimiento de la inglesa. El poeta José Agustín Goytisolo y la tonadillera Juanita Reina mueren el 19 de marzo de 1999. Se cumple la correlación de fechas de la manchega y la británica: el mayor de los Goytisolo nace en 1928 y el próximo 25 de agosto será el centenario del nacimiento de la cantante nacida en la calle Parras.

Ha pasado desapercibido el centenario del nacimiento de Ignacio Aldecoa (24 de julio de 1925). El escritor que revolucionó el género del cuento en España muere el mismo 15 de noviembre de 1969 que Joaquín Romero Murube, que fallece en su destino de conservador del Alcázar el año que el hombre puso el pie en la Luna. Antonio Puerta y Francisco Umbral, además de la curiosa sinonimia de sus apellidos, comparten el final de sus días el 28 de agosto de 2007. El Caballero volvió a jugar a los dados con la muerte hace 18 años. Puerta tenía 22 años y Umbral 75. Dejó viuda a España.

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