La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
los invisibles
Con un gerundio y un nombre, Esgonciando a Wenceslao (Jirones de Azul), Enrique García López-Corchado (Ciudad Real, 1966) homenajea en una novela a Jardiel Poncela y Wenceslao Fernández Flórez. Precoz lector del Quijote, este magistrado suplente encontró en Chipiona su Ínsula Barataria y su Dulcinea.
-¿Alguna vez le dijo a una dama "usted tiene ojos de mujer fatal"?
-Pues sí, yo representé esa obra de Jardiel Poncela en el colegio de los Marianistas, era el protagonista y se lo dije a una actriz.
-Su personaje parece una mezcla de Torrente y Colombo...
-Es un híbrido entre Philip Marlowe, Pepe Carvalho y Homer Simpson, tiene algo de canalla, bastante de fracasado y demasiado de ingenuo. Un tipo desastrado sin llegar a ser tan casposo como Torrente.
-Se lo dedica a sus hijos Sara y Mario. ¿Con qué edad lo podrán leer?
-Con 15 ó 16 años, la edad a la que leí el Quijote. Yo literatura juvenil leí muy poca, las colecciones de Verne o Salgari. Mi hermana recuerda que me veía en el despacho de mi padre, su consulta de médico, riéndome a mandíbula batiente con el Quijote.
-¿Ser manchego obliga?
-Es un personaje universal. Mi madre es de Almadén, mi padre de Torralba de Calatrava.
-¿Se siente paisano del manchego Iniesta?
-Albacete no es La Mancha. Cuando yo estudiaba EGB pertenecía a Murcia.
-¿Cómo llega a Sevilla?
-De magistrado suplente en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
-¿Fue su primer destino?
-Antes trabajé en un despacho de abogados y durante cuatro años, de 1990 a 1994, en política, en la secretaría de Relaciones Internacionales del PSOE, donde tuve ocasión de conocer a personas como Nelson Mandela o Antonio Guterres, el actual seceretario general de la ONU. El PSOE tenía una relevancia mundial que hoy no tiene ni de lejos.
-¿Estaba en Ferraz?
-En 1991, Alfonso Guerra dimite como vicepresidente y se viene a Ferraz. Su despacho estaba pegado al mío.
-¿Hablaban de literatura?
-No. El trato era muy cordial, pero no pasaba del buenos días y de organizarle los viajes.
-¿Dónde se formó?
-Estudié Derecho en Madrid. Gregorio Peces-Barba me dio Filosofía del Derecho; Íñigo Cavero, Derecho Político. Con el poco prestigio que tiene la Universidad española, tuve suerte con los catedráticos que me tocaron.
-¿Por Peces-Barba llega al PSOE?
-No, mi padre era un vetusto socialista que conocía a Javier Martín del Burgo, íntimo amigo de Elena Flores, senadora que estuvo catorce años en la secretaría de Relaciones Internacionales.
-¿Vivió la decadencia del felipismo?
-Más que del felipismo, del guerrismo. Pero fueron años apasionantes en política. Los años en los que se consolida y se fortalece la democracia; de los grandes avances sociales y en infraestructura. La Expo, por ejemplo, que no pude ver porque estaba hasta las cejas de trabajo.
-¿Cómo se hace sevillano consorte?
-En Chipiona. Mi padre estudió Medicina en Cádiz y aunque volvió a Ciudad Real le quedó una añoranza de juventud y compró una casita en Chipiona. Allí conocí a Raquel en 1994 y en 1995 me destinan a Sevilla.
-¿Deja la política por desencanto?
-Y porque no tenía vida privada. El desencanto influyó. Para mí la lealtad es una virtud fundamental en política y allí había otras virtudes, pero lealtad poca. El 33 Congreso del PSOE, en 1994, fue el detonante de mi huida. Veías verdaderas puñaladas.
-¿Los discos de Nino Bravo y el libro de Montesquieu que aparecen en su novela son reales?
-El libro de Montesquieu existe, pero no lo he leído. Lo de Nino Bravo es un guiño generacional.
-¿Tiene más cuerda el detective Carrascosa?
-Terminé otra novela con él. Lo mando a Santiago de Compostela a investigar la desaparición del Códice Calixtino. Se la mandé a Anagrama y Tusquets, pero ni me respondieron.
-¿El magistrado, el juez acude en ayuda del novelista?
-En el doble sentido. He estado en cursos de creación literaria donde muchos compañeros me consultan sobre cuestiones jurídico-técnicas. A la inversa, siempre digo que soy un magistrado a tiempo parcial y novelista a jornada completa. Eso tiene sus pros y sus contras. El trabajo en los juzgados es una fuente de información abundantísima. Pero cuando escribo trato de que sea creíble. El thriller es un género que no me gusta por deformación profesional. La realidad nos dice que los motivos por los que la gente mata o roba son mucho más sencillos que como aparecen en esas tramas tan complejas. Yo procuro ser sencillo, verosímil y que sirva de evasión.
-22 años de magistrado suplente. Más que Manolín Bueno de suplente de Paco Gento...
-No vale el ejemplo. En el deporte tanta suplencia te puede desgastar. En mi caso, los años te enriquecen profesionalmente.
-¿Existe Kapingamarangi, la isla que aparece en su novela?
-Es una isla del Pacífico en medio de la nada.
-En las estanterías está el nuevo libro de su colega Baltasar Garzón...
-Los escritores de poco prestigio como yo vamos a ver dónde está nuestro libro. Me hizo una ilusión tremenda verlo en El Corte Inglés junto a Cien años de soledad, de García Márquez. Los habían puesto por orden alfabético.
-¿Su Nobel favorito?
-Tengo más. A Winston Churchill se lo dieron y lo merecía sólo por esta frase: "La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor les consuela de lo que son".
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