Es justo agradecer a quien tanto ha dado. José Pérez de Lama dio mucho, personal, humanamente. Fue alguien que pisó este mundo con pasos diferentes, sensible, valiente. Pionero en tierra hostil, compañero en múltiples batallas, siempre generoso, animó y apoyó iniciativas, y trajo nuevas ideas con mente proactiva y siempre abierta. Anduvo al lado de los más jóvenes, de toda la alegría de lo emergente, pero también de los mayores, de los diferentes, de los marginados.
Como profesor en la Escuela de Arquitectura inspiró a varias generaciones de alumnos. En ellos supo insuflar la ilusión por el conocimiento desde los campos más diversos, aunque manteniendo siempre un aliento crítico respecto a lo ya asumido y la empatía con el otro más sincera. Con educación, y a veces algo de sana picardía, hizo pensables lo que para muchos aún eran mundos imposibles, siquiera soñados, como quizá sea la única importante tarea que haya de tener un verdadero profesor universitario. Inculcó intereses sobre la subcultura angelina, los movimientos insurgentes, el cyberpunck o la ética hacker. Cartografió con sabiduría arquitectónica los movimientos sociales y participó plenamente en ellos con talante positivo e incansable.
En las dos últimas décadas, conectó estos intereses sociales con las posibilidades de las nuevas tecnologías digitales, realizando innovadores proyectos como Indymedia Estrecho (2003-2007), Fadaiat (2004-2005), WikiPlaza (2009-2010) o Mapping the Commons (2010-2011), la mayoría como fundador del grupo Hackitectura y alcanzando una notable e internacional relevancia. También inició el Fablab Sevilla en 2009, incorporándolo a la red iniciada por el profesor del MIT Neil Gershenfelden.
Legado bibliográfico
En su labor crítica, publicó diversos libros sobre estos asuntos. Su lectura, sin duda, ayuda a no dejarse llevar por el beaterio tecnológico imperante. Implicado en múltiples causas, se preocupó de los problemas climáticos en la arquitectura, y su estudio sobre el patio sevillano, que recibió el Premio Ciudad de Sevilla, se adelantó en décadas a los intereses contemporáneos.
Son, por tanto, muchos los vericuetos y aventuras que compartimos con él en contextos que otros pudieran creer impensables, y mucha la tristeza que hoy deja su ausencia. Espero por ello que supieras que se te quiso y que nos dejaste para siempre tu espíritu y esa enorme sonrisa.