DERBI En directo, el Betis-Sevilla

Gualberto García

La musa oculta del Arqueológico

  • En el Parque de María Luisa está su época 'hippie', los discos de Lole y Manuel, sevillanas de Bécquer, la musa del violín que se encarnó en una violinista de Virginia.

Lo traen en coche porque no conduce. "Intenté sacarme el carné de conducir en Nueva York, había mucha gente y me aburrí de esperar". Gualberto García (Sevilla, 1945) llega al Parque de María Luisa. Viaje en sentimientos desde la estatua de Gustavo Adolfo Bécquer hasta la musa de la Música, en el dorso del Museo Arqueológico, una de esas musas que se van de vacaciones en la canción de Serrat.

"En los años sesenta, la época hippie, nos veníamos a tocar la guitarra en la Glorieta de los Lotos. Aquí compuse la música de Casta, el disco de Lole y Manuel". Y todavía sigue viniendo con su cuadernillo y su bolígrafo a jugar al Gualberto tridimensional: el que compone, el que dibuja, el que escribe. Tres personalidades que se funden en una exposición que mañana inaugura en el Colegio Mayor Maese Rodrigo con el título de El Músico Cuentista. El día que Alberti habría cumplido 111 años, como si cada uno de los dígitos de ese rey de los unos simbolizara esta trilogía.

Nació en Triana, en la Cava de los Civiles, y con 5 años se fue al Turruñuelo, Trastévere trianero al que le dedicó un disco en el que colabora Morente. "Ahí están mis dos mundos, Terraplén, donde jugaba de pequeño, y La Cava. Ese disco iba a presentarlo en el parque, en la glorieta de los Álvarez Quintero, pero no se pudo hacer por un rollo sindical".

La estatua de Bécquer le remite a los arreglos que le hizo a su amigo Benito Moreno en esa osadía de llevar versos del poeta romántico al género de las sevillanas. "Una de ellas la cantó Nacha Guevara". El mismo Benito que le dice que "con traje y corbata parezco gitano". La musa del parque es como una señal. La mayor de sus cinco hijos, Meili Cecilia, toca el violín desde los 2 años y es violinista en Virginia. Allí viven y trabajan Pastora, pediatra, y Gualberto, abogado en Denver, Colorado. "Fue mi hijo el que me abrió la página web y me ha permitido crear estas tapitas musicales, dar conciertos diarios para un teatro mundial". Cerró el quinteto con Pablo y Claudio. De Triana al Turruñuelo, de Nueva York al Tiro de Línea. Itinerarios del asombro de un artista que siempre vuelve a sus orígenes. "Ahora vivo en el Aljarafe, que es un barrio de Triana. Una vez me fui andando desde mi casa hasta El Ancla, el bar de la calle Pagés del Corro".

El Aljarafe es un barrio de Triana y un día descubrió que Triana es la capital del mundo. "En un intercambio cultural en Columbus, Ohio, a la vuelta me traje a Larry, un tipo que organiza allí festivales de jazz, de ballet. Lo llevé a El Ancla y después a la librería Don Cecilio. Entró un cantaor, después Pepa Montes con Ricardo Niño. Larry me dijo que la diferencia de Sevilla es que no tienes que buscar a los artistas en el escenario, están en la calle".

Con Quino, Demetrio y Cristo, que jugaron en el Betis, Gualberto formó parte de ese equipo de los Salesianos de Triana que evoca con la misma alegría que su paso por Smash. Entre Bécquer y la violinista del Arqueológico, el monte Gurugú. "Un policía de la época me quiso poner una multa por darle un beso a mi novia". Vecino del Tiro de Línea y del Arenal (calle Galera), y de Cano y Cueto, jardines de Murillo, época en la que compuso la música de Cuentos de la Alhambra, obra de Washington Irving que llevó al teatro José Luis Castro.

Músico renacentista, quiso experimentar el sistema de analogías que estableció Newton entre las vibraciones de la luz de la pintura y las de las notas musicales. Música y pintura que están en uno de sus artistas de referencia, Paul Klee. Le marcaron los cuartetos de cuerda de Beethoven, ecuación musical que ha aplicado en cuantos arreglos ha hecho, desde Camarón o María Jiménez a Carlos Cano o las sevillanas de La carreta de mi prima.

La música, cree Gualberto mirando a la musa sin mano y sin arco pero con violín, llega donde no lo hacen la pintura y la literatura, tan presentes en el parque. "Es una abstracción, hay una razón subyacente en el estado anímico y que funciona por relaciones. Por ejemplo, por alegrías de Cádiz...".

Trianero y neoyorquino, la otra América está en la Plaza de España donde iba con su madre, Pastora, a subir al cocherito lerén; en ese paso de peatones que separa Brasil de Colombia, los pabellones del 29. Al otro lado, cerrado, el jardín de las estatuas donde anotaba historias el músico cuentista. Lector precoz de Lorca y de Proust, de Dashiell Hammet y de las Cartas a Teo, el libro de cabecera de la época hippie.

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