Luis Pizarro, ex concejal por IU

"Hay mutantes que disfrutan con la lucha feroz dentro de los partidos"

  • Las canas le salieron en el Ayuntamiento, donde entró siendo "un niñato" y se marchó tras 16 fructíferos años en la oposición. Ahora enfila los 50 y la política que hace como adjunto al Defensor del Pueblo se parece a la de sus orígenes estudiantiles. Mató el gusanillo, pero ha tenido ofertas "insospechadas".

Luis Pizarro Fernández (Fuente de Cantos, Badajoz, 1960) ya no milita en ningún partido. Es una exigencia del cargo que ocupa desde 2007, adjunto al Defensor del Pueblo, a propuesta de IU, y que le impide pronunciarse en público con rotundidad sobre cuestiones políticas. A la oficina de Reyes Católicos llegó tras desintoxicarse de la política municipal, reciclarse en lo suyo, la gestión sanitaria, y pasar cinco años en el SAS. Allí coincidió y tomó muchos cafés con Rosa Bendala, de la que fue su número dos; y luego ha compartido risas y viajes con Jaime Bretón, ex edil del PP que también fue adjunto al Defensor, y lo sigue haciendo con la ex concejal andalucista Paola Vivancos, con quien mantuvo agrias discusiones en su última etapa en el Ayuntamiento.

-Está en una situación parecida a la de sus inicios como líder estudiantil: sin afiliación política y luchando por lo que considera justo.

-Quizás por eso estoy tan contento de estar aquí. De chico luchaba por los estudiantes y ahora por los andaluces. Esto tiene lo bueno de la política, el trabajo en defensa de los derechos, pero no la parte más escabrosa: la lucha feroz entre partidos y dentro de los partidos.

-¿Eso ha pesado en su carrera ?

-Pesado y dolido. Hay mutantes en la política, que ahí es donde encuentran una mayor diversión. Les divierte esa continua esgrima, de insultos y de descalificaciones. A mí eso no me ha gustado nunca.

-¿Los que en su día le tiraron los tejos en política no eran así?

-Bueno... Mis primeros contactos fueron con don Nicolás Sartorius, un aristrócrata de la política, y Javier Aristu, del PCE. Me citaron en un restaurante allá por el 86 y me ofrecieron entrar en Izquierda Unida, que entonces se estaba fundando. El PCE quería recabar apoyo de gente progresista que entonces tenía algún protagonismo social y yo era un conocido líder estudiantil.

-Y dijo que sí.

-Me resistí, pensaba que tenía que acabar Medicina. Pero en las elecciones del 87 dije que sí. Yo me lo había pasado tan bien haciendo la particular transición universitaria... que pensé que podía seguir.

-¿Transición? ¿Tan duro fue ese momento en la Universidad?

-Cada universidad tenía que elaborar su propia constitución, que eran los estatutos, y los poderes fácticos de la Universidad se resistían a democratizar las estructuras. En Sevilla tenían mucha fuerza los sectores más inmovilistas. El actual Cadus nos sigue convocando a reuniones a las viejas glorias.

-¿Y se parecen los líderes del Cadus a usted? ¿O pasa como Sartorius y los políticos actuales?

-La política de esos primeros años de la democracia se nutría mucho de gente con sus profesiones y que tenían inquietudes, afán de luchar por los derechos de la ciudadanía. Era gente que, a lo mejor, luego no se ha repetido.

-¿Ahora prima más el escalafón interno?

-El chaval que entra en el banco de botones y llega a director general. Lo de menos son las ideas que tenga, lo de más es que haya sabido navegar en el proceloso mundo de la estructuras internas de los partidos políticos. Los partidos aún no son tan demócratas como la sociedad.

-¿Y si Aristu, entre otros, fue su padre, también hubo una madre?

-Mujeres había pocas. Había gente que admirabas por la literatura. Cuando tenía 15 años me impresionaron los discursos vibrantes en Piscinas Sevilla de la Pasionaria.

-Luego tuvo una relación muy especial con Soledad Becerril.

-Tuve con ella una relación extraordinaria. Muchos concejales repetimos dos o tres mandatos y nos llevábamos muy bien. En mi época defendíamos con contundencia nuestras posturas en los plenos y luego nos íbamos a El Picadero a tomarnos cervezas con cacahuetes. Con Alberto Jiménez Becerril era proverbial. Y Soledad, como alcaldesa, supo establecer puentes con la oposición que eran fructíferos. Me acuerdo de temas como el chabolismo; se consiguió un consenso para erradicarlo y nadie lo usó como arma arrojadiza.

-Pero no con todos los capitulares era fácil irse de cervezas...

-Bueno, Soledad Becerril implantó un sistema muy curioso: cada semana o cada diez días nos reunía en su despacho para tomar el té o el cafelito. Muchos ironizaban al respecto, pero charlábamos de temas de actualidad y acordábamos qué iba a defender cada uno y se lograban aproximar posiciones. Útil.

-Una junta de portavoces informal.

-Un cafelito de portavoces. Y la verdad es que Alejandro Rojas Marcos, antes de ser alcalde, hacía mucha vida de pandilla en el Ayuntamiento. Recuerdo que se montó en mi vespa, tras una cena de Navidad. Le cambió el carácter cuando fue alcalde , y cuando dejó de serlo.

-¿Su famosa megalomanía?

-Le entró un ataque de ego y a partir de ahí fue durillo tratar con él.

-Es curioso que cuando más fácil le ha resultado su trabajo haya sido con el PP en la Alcaldía.

-Recuerdo grandes discusiones sobre la peatonalización o los carriles bici, pero llegamos a muchos acuerdos, sobre cosas domésticas, del funcionamiento ordinario. Antes de que existiese el término acuñado de memoria histórica, nos pusimos de acuerdo sin que nadie hiciera batalla de eso para cambiar las calles con nombres franquistas.

-La crispación llegó con las grandes operaciones urbanísticas.

-Rojas Marcos se hizo fuerte en la Gerencia de Urbanismo, implantando unas políticas que no gustaban ni a Soledad Becerril ni al PP. Y, además, digería mal las críticas, duras, porque hablamos del elemento crucial en los ayuntamientos, como lo es la economía en el ámbito nacional, que es el urbanismo, donde se mueven los duros. Ahí las polémicas pasaron de esos parámetros de buen rollo.

-Incluso en el seno de los gobiernos. La campaña del PSOE del urbanismo bajo sospecha es del gobierno PSOE-PA.

-El PSOE cogió mi argumento, el de mi grupo. Tú puedes hacer una construcción de la ciudad pensando en la gente, o pensar en un urbanismo que dé el mayor dinero posible a los propietarios del suelo. Nosotros nos limitábamos a constatar lo que pasaba y a comunicárselo a la Fiscalía. Pero había menos sensibilidad en el ámbito judicial.

-Lo que ha cambiado la cosa...

-Sí, ahora los concejales entran y salen de las prisiones. Como adjunto al Defensor llevo temas de prisiones y algún director, a modo de chiste, me cuenta que la población reclusa se ha multiplicado en parte por los delitos de violencia doméstica, los de tráfico y los concejales.

-Muchos delitos urbanísticos.

-Aquí, hasta la crisis, el desarrollo urbanístico salvaje ha sido uno de los motores de la economía española. Incluso la Comunidad Europea nos advirtió, pero seguimos porque es lo que daba dinero y no pensamos que esto pudiera estallar. Basamos nuestra economía en el ladrillo.

-Ha sido una fuente de financiación de los ayuntamientos.

-Han tenido siempre una financiación mala y han buscado el dinero donde han podido, de las operaciones urbanísticas, por ejemplo, y eso luego daba lugar a la tentación de la corrupción. Era muy fácil.

-En los últimos mandatos se ha parado eso, ¿es sólo por la crisis?

-Bueno, en el 99 cuando llegó Monteseirín dejó hacer un poco lo que se venía haciendo anteriormente. Entonces todavía seguía el boom urbanístico. Cuando se produjo la alianza con IU en el 2003 muchas operaciones se frenaron y, luego, la crisis ha terminado de acabar con este caos, con sus consecuencias negativas también para el desempleo en la construcción.

-En su época no tenía feeling con el PSOE, bueno, con Monteseirín.

-No. Pepote Rodríguez de la Borbolla, cuando estuvo en la oposición, sí que se alineaba mucho con nuestros planteamientos. Cuando yo entré en 1987 hicimos un pacto externo con el PSOE. Por ejemplo, en la cuestión del Metro que el PSOE no defendía entonces votábamos con el PP y el PA y en políticas más sociales, lo hacíamos con el PSOE. Ha sido la experiencia más parecida al pacto que hay ahora.

-Curiosamente, usted en el 95 logró subir a cuatro concejales y gozaba de una alta valoración.

-Fue un momento paradójico. Mi hija me decía: "Papi, siempre perdemos, quedamos los últimos..." (Ja, ja, ja). Esas cosas pasan. Cuando entré era considerado un niñato, entré muy jovencillo, con 24 años. Soledad Becerril me decía que parecía más un futbolista que un político. Luego, además de las canas, vas ganando en experiencia y eres más sensato.

-¿Crees que se apostó tarde por usted? Rosa Bendala entró después y fue candidata antes.

-Son los líos dentro de los partidos. Quizás pensaron que era más inmaduro y Rosa era alguien que tenía conexiones más fuertes en el aparato del partido. Luego hubo una especie de primarias que yo gané frente a ella, fue como una asamblea donde me eligieron.

-Dicen algunos que ella se fue dando un portazo.

-Probablemente el sector en el que ella estaba más apoyada quedó en minoría. Abandonaron IU y se fueron a Nueva Izquierda.

-En el grupo municipal también ha habido alguna renovación. Ahora el sector dominante es el PCE.

-Me gusta leer y me he bebido la historia del PCE y de la izquierda antifranquista de España. Después de la muerte de Franco, la militancia trabajaba por lo que tenía que trabajar, no a pelearse entre ellos. En la democracia llegaron las continuas pugnas internas, es una cosa extenuante y desgastante. La gente de IU que estaba cuando yo me fui luego no ha sido bien vista por los que me han sucedido y bueno... Habrá que aprender a respetar más. Como sanitario tengo unas ganas horrorosas de hacer un estudio epidemiológico, que es lo mío, sobre la salud mental en los partidos. He conocido a políticos absolutamente fieros, con una mala idea increíble, obsesionados todo el día con dar navajazos y escalar que luego ves que se van a su instituto y son bellísimas personas.

-También está el ego del político.

-La vanidad se ve muy alimentada por la política.

-Y también hay personalidades fuertes, en todos y en su partido.

-Sí, personajes muy peculiares.

-Los hemos visto en huelgas, pero es difícil imaginar qué hubieran hecho en la boda de la Infanta.

-Yo me ausentaba discretamente de muchos actos, sobre todo, religiosos. Una vez tuve que ir a la Zarzuela en la época de la Expo y le llevé al Rey un dossier de Cáritas con las lacras sociales de Sevilla. Me lo recogió y me dijo: "Muy interesante, a mí sólo me llega lo bonito".

-Dieciséis años en el Ayuntamiento dan para muchas anécdotas.

-Entré de chico, pensando que iba a estar un mandato.

-Y los mandatos que ha conocido, ¿con cuál se identifica más?

-Del Valle, a lo calladito, hizo muchas cosas. Todos los preparativos e la Expo, la transformación de Sevilla, con sus claros y oscuros, porque también fue época de pelotazos y despilfarro y los barrios no se tocaron. Pero pertenece a esa vieja estirpe de políticos que tienden a los acuerdos, aguantó cuatro años en minoría, eso tiene mérito.

-Un estilo radicalmente distinto al de Alejandro Rojas Marcos.

-Fue mucho más espectáculo, inauguró la Expo, el Estadio Olímpico... mira que le dimos caña. Yo defendía que un estadio sin Olimpiadas a la vista era una osadía.

-Por cierto, ¿no lo ha pisado aún?

-He ido a ver a Bruce Springsteen. Yo soy rockero. Ahora está sirviendo para espectáculos.

-¿Más claros y oscuros?

-La Torre Pelli se parece peligrosamente a la de Puerta Triana que yo critiqué. Aquello era una operación especulativa de libro. El pirindolo de Bofill era la guinda, lo otro era una superficie comercial cuatro veces superior al Nervión Plaza. Todos los técnicos decían que era una barbaridad.

-¿Estaría en contra si estuviera en el gobierno?

-Quizás sí, y en contra de las setas de la Encarnación.

-¿No ve ningún claro?

-Yo defendía el carril bici y la peatonalización y nos decían los técnicos que el transporte en bicicleta nunca triunfaría en Sevilla porque iba en contra del carácter de los sevillanos. Ahora está ahí. Soledad Becerril era una mujer de gestionar lo pequeño. Iba apagando luces por el ayuntamiento, lo tenía todo muy ordenado. No me quedaría con ningún gobierno, pero todos han tenido cosas buenas y negras.

-No hemos hablado de políticas sociales.

-Ahí hay grandes deficiencias que nadie ha abordado. Las Tres Mil Viviendas siguen igual que cuando yo estaba en el Ayuntamiento. En los últimos mandatos de PSOE-IU se han construido muchas VPO, pero no se ajustan ya a la demanda de los más desfavorecidos. Un parado no quiere una VPO de régimen general porque el banco no le da crédito. Necesita una vivienda más subvencionada, de alquiler, y esas siguen sin construirse. Todos se entretienen en cosas que no interesan tanto a los ciudadanos.

-No será porque no visitan los barrios y a sus vecinos...

-Viven en campaña permanente.

-Ya no es un terreno exclusivo de la izquierda. Mire a Zoido.

-Sí (ja,ja,ja). Pero hay que tener en cuenta que Zoido tiene grandes altavoces. Yo iba todas las tardes a un barrio y no salía en ningún sitio. Prontito iba yo a haber sacado un libro... Pero me parece muy bien que un líder del PP se recorra los barrios, es parte de lo que hay que hacer para ser alcalde. Y parece que tiene muchas posibilidades, según las encuestas.

-La batalla la libra con el PSOE que ahora empieza a hablar como usted lo hacía de Tablada, verde.

-Ahora el sector de la construcción no está para mucho trote y el tema verde está cuajando. Me ha asustado en los últimos años porque se ha hablado sutilmente de construir una parte sí y otra no... El buen sentido se ha impuesto. Hicimos un gran trabajo de crítica, protesta y convencimiento que, al final tuvo su traducción.

-Lo consiguió desde la oposición.

-Nunca he despreciado esta labor.

-¿Tiene el gusanillo de la política?

-Ninguno, lo discuto con mis compañeros adjuntos al Defensor. Y yo algún ofrecimiento he tenido, de volver a la política a los sitios más insospechados.

-Quizás pudiera aportar un tono más moderado a la izquierda, al menos en el Ayuntamiento.

-Se puede ser radical, ir a la raíz del problema, yo lo hacía. Pero una cosa es la radicalidad y otra ser agresivo, basto, expresarse a gritos... consigues más siendo pedagógico.

-¿Alguna vez quiso ser alcalde?

-Las dos veces que me presenté de candidato, pero me daba susto.

-¿Tenía más vocación de médico?

-No lo había pensado en mi vida. De chico quería ser dibujante de cómic o rockero, como mis hermanos. Yo tengo mi guitarra. Iba para cardiólogo o psiquiatra o médico de familia. Pero eso no lo descarto, un día de éstos te reciclas y te vas a Galaroza para jubilarte. Y que te regalen chorizos...

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