La nueva Cartuja recibe a la afición del Betis con obras hasta el último minuto
La carpa donde los seguidores podrán tomarse algo o la nueva tienda del club acabarán de montarse este mismo viernes
Un cuello de botella en la avenida Carlos III por la obra del carril BUS-VAO del Aljarafe puede complicar todavía más el acceso y la salida de los béticos
Galería gráfica de los alrededores del Estadio de la Cartuja en la víspera del Betis-Alavés
El Estadio de la Cartuja, el mastodonte construido para albergar el Mundial de atletismo de 1999 que después ha sido el escenario de más conciertos que grandes eventos deportivos, reabre esta noche sus puertas para recibir al Betis, exiliado allí por iniciativa propia debido a su plan de remodelación del Benito Villamarín. Está por ver si la mudanza será positiva para el equipo de Manuel Pellegrini, pero a priori puede aventurarse que la presencia de uno de los dos grandes clubes de la ciudad sí va a servir para adecentar y, por qué no decirlo, resucitar un entorno que arrastra muchos años de abandono. No hay más que ver la porquería acumulada, las papeleras oxidadas, las hojas de árboles caídas en el suelo desde dios sabe qué otoño o los restos arrumbados de la Expo’92 que rodean una instalación deportiva de cinco estrellas. La dejadez ha sido mucha y los béticos se van a topar con inconvenientes e incomodidades, pero también se van a encontrar un entorno un poco menos desolador que antes, con infraestructuras que hasta hoy mismo estarán levantando para su confort operarios que llevan semanas trabajando de sol a sol. La mayoría están en la cara sur del recinto, en la parte más cercana a la ciudad. O la menos lejana, según se mire.
Lo que más preocupa a los aficionados, además de cómo quedará su equipo contra el Alavés, es de qué manera van a llegar al partido y, sobre todo, cómo van a salir de la Cartuja. La mayoría, por mucho que las autoridades recomienden el transporte público, cogerán el coche. Como hay restricciones en el interior del parque tecnológico en el lado más próximo a la calle Torneo, las vías para llegar se van a reducir básicamente a la Ronda Supernorte y la avenida Carlos III (o Américo Vespucio). Y aquí aparece ya el primer problema. A la espalda de Torretriana, donde Carlos III enlaza con la entrada a la ciudad desde Huelva, la obra del carril BUS-VAO del Aljarafe invade la avenida. La consecuencia: donde antes había tres carriles por sentido ahora hay dos o incluso uno. Ese cuello de botella se extiende a lo largo de unos 100 metros en una vía por la que van a rodar miles de vehículos, así que el tapón puede ser memorable.
El lado positivo de esa misma avenida son las miles de plazas de aparcamiento que habrá repartidas entre y Carlos III y la bancada junto al río, detrás del apeadero de Renfe. Eso sí, las condiciones de los accesos auguran otro drama en la salida de tantísimos vehículos.
La segunda gran preocupación de muchos seguidores era el déficit o la ausencia total de posibilidades para tomar algo antes del partido. En la Cartuja no hay una calle Tajo, ni una Padre García Tejero ni por supuesto un Avelino. Allí, de hecho, no hay nada. Pero los días de partido sí. Al margen de lo que el club y el Ayuntamiento denominan food trucks, que son los puestos ambulantes de comida de toda la vida, ayer estaban montándose las cuatro grandes barras que habrá en la carpa que se ha levantado a unos 100 metros del Gol Sur. Apiñados no como balas de cañón pero casi, aguardaban su momento de gloria palés con refrescos, agua y tintos de verano junto a barriles y tiradores.
Al lado, pero más cerca del estadio, también ayer terminaban de completar la nueva tienda oficial del club, una estructura montada a base de grandes contenedores pintados de verde. La empresa Montalia ha edificado este mamotreto en sólo una semana. A su vera habrá una ristra de aseos portátiles. Un par de operarios descargaban ayer decenas de ellos.
Aparcamiento con luz para motos y bicis
Detrás de esa zona dedicada al ocio y al llenado y vaciado de vejigas, a la sombra del viaducto que une el puente del Alamillo con la Ruta de la Plata, lo que antes era un descampado vallado y áspero se ha transformado en una plataforma abierta de albero compactado que hará las veces de aparcamiento para 2.000 motos y 1.000 bicicletas. Empleados del servicio de Alumbrado Público colocaron justo ayer los ocho postes de galvanizado que sostendrán otros tantos focos para que esa área esté iluminada. El plan es que también esté vigilada. Y a unos metros, en la galería bajo el viaducto, otros trabajadores preparaban los aparcamientos de bicis: los usuarios podrán amarrarlas a cordeles de acero colocados entre los bancos que sujetaban las pérgolas vegetales de la Expo.
De vuelta al estadio, por el lado que da al Parque del Alamillo hay una vasta explanada asfaltada que normalmente está ocupada por nada. En los días de partido se transformará en otra gran bolsa de aparcamientos y allí se quedarán los 108 autobuses de peñas verdiblancas que han conseguido autorización para estacionar junto al recinto. La única mejora en aquella parte, y también casi de última hora, es el desbroce y la limpieza de una suciedad imposible de cuantificar. “Hasta pañales hemos encontrado”, decía ayer uno de los operarios de Lignum mientras barría y apilaba miles y miles de hojas.
No hay muchas más novedades en un entorno que, lógicamente, necesita bastante más que unas obras de urgencia que además tienen mucho de provisionales. El Ayuntamiento ha invertido un millón de euros en aquel rincón casi olvidado, pero el resultado práctico sólo podrá verse a partir de esta noche.
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