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De palacio a hotel de 4 estrellas

Patrimonio Nuevo uso para un inmueble histórico desconocido

Un proyecto prevé convertir el antiguo palacio de los marqueses de Valencina en un hotel junto a la Alameda · La residencia data del siglo XV y lleva años cerrada

La fachada del palacio de los marqueses de Valencina es de una sencillez "casi rural", según Vázquez Consuegra.
Luis Sánchez-Moliní

03 de septiembre 2009 - 05:03

Después de años de permanecer cerrado y prácticamente abandonado, el palacio de los marqueses de Valencina, uno de los ejemplos más notables de arquitectura señorial del entorno de la Alameda, volverá a abrir sus puertas. Eso sí, ya no como residencia de una sola familia, sino como democrático hotel de cuatro estrellas.

La empresa catalana Hoteles Sigser tiene un proyecto para convertir los números 3, 5, 7 y 9 de la calle Conde de Torrejón en un nuevo hotel en el que se invertirán unos 10 millones de euros y que contará con 70 habitaciones. En total serán más de 3.200 metros cuadrados que ofrecerán al viajero un "lugar con encanto cerca de uno de los barrios más de moda de la ciudad: la Alameda de Hércules", indica una fuente cercana a la empresa.

La fórmula elegida por Sigser es la del arrendamiento a largo plazo a sus actuales propietarios, lo que le permitiría amortizar una inversión que se encuadra dentro de un plan de expansión que prevé la explotación de casas señoriales en las principales capitales españolas.

Actualmente, el proyecto está a la espera del visto bueno de la Delegación Provincial de Cultura y de la licencia de obras de la Gerencia de Urbanismo, trámites que se prevén solventar en breve, de manera que las obras puedan comenzar a principios del próximo año 2010.

Debido a que el inmueble, que se estima data de los siglos XV o XVI, tiene una protección patrimonial de tipo B, la Consejería de Cultura exige al proyecto las máximas garantías, haciendo especial hincapié en que se mantenga "la identidad de cada uno de los artesonados de la planta primera como espacios unitarios, evitando su fragmentación mediante divisiones verticales", según la Comisión Provincial de Patrimonio. Este respeto por la distribución originaria ha propiciado que algunas habitaciones tengan una superficie excesiva para un hotel de cuatro estrellas, por lo que se está estudiando convertirlas en habitaciones familiares, una modalidad que apenas existe en Sevilla y que abarata los viajes con la parentela.

Aunque con intervenciones evidentemente posteriores, la casa palacio de los marqueses de Valencina podría remontarse hasta el siglo XV, según se afirma en el Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla editado al alimón por el Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía. En sus inicios perteneció al mayorazgo del jurado Juan de Torres Ponce de León, a través de cuyos descendientes pasó a los marqueses de Valencina. En el palacio vivió Álvaro Pantoja y Portocarrero, que fue asistente de la ciudad entre 1704 y 1709 y cuyo título nobiliario, conde de Torrejón, terminó dando nombre a la calle en la que se ubica el inmueble. Apuntar como curiosidad que en 1845 la denominación de la vía perdió el "conde" para pasar a denominarse exclusivamente Torrejón. Finalmente, en 1934, se volvió al nombre original.

El palacio ubicado en el número 9 de la calle (aunque el hotel también se expande por los números 3, 5 y 7) también consta en el libro Sevilla. Cien Edificios, escrito por el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra y editado por la Consejería de Obras Públicas de la Junta.

El arquitecto responsable del proyecto de remodelación del Palacio de San Telmo como sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía observa como gran curiosidad del inmueble el que la crujía que da a la calle Marqués de Quintana (antigua calle del Negro) "no se abre directamente a ella, sino que lo hace a un estrecho y largo patio, en toda su longitud, como si de una medianera se tratase".

Guillermo Vázquez Consuegra, que denuncia en el libro que el edificio se encuentra "en mal estado de conservación, expuesto al expolio y a la ruina incontrolada", resalta también la "gran simplicidad" de la fachada principal, "con un fuerte componente formal en lo rural". De hecho, el arquitecto destaca que el único "elemento culto" del exterior del inmueble es "una ventana enmarcada por pilastras romanas superpuestas y jambas con molduras quebradas alcanzando la cornisa que, apoyada sobre modillones, recorre toda la fachada recibiendo el alero del tejado".

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