Sin entrar en juicios de valor sobre la nueva estética del bar Laredo, existe una realidad objetiva: el nuevo local no tiene ya absolutamente nada que ver con el que los ciudadanos estaban acostumbrados.

Pese a que la empresa Robles guarda celosamente de los curiosos el interior del local con unas cortinas que tapan sus amplios ventanales, durante unos minutos de ayer, los paseantes de la plaza de San Francisco pudieron observar la radicalidad del cambio.

No es sólo que se haya modificado su tradicional división en dos espacios (barra y mesas) separados por una rejería. La nueva barra (de piedra maciza) se encuentra al fondo del bar según se entra por la puerta de la calle Sierpes (antiguamente estaba a la derecha), es decir se ubica donde antes se ubicaba el servicio. Las repisas (ya repletas de tazas, platos y botellas, como si el bar se fuese a inaugurar en cualquier momento) son de madera clara y no faltan esos bustos de imitación romántica que tanto abundan en los locales de Robles.

A la derecha de la entrada por Sierpes se ha dispuesto una barra de helados con publicidad de una conocida multinacional del sector. Pero lo que llama más la atención es que, detrás de este frigorífico, se ha dispuesto un gran y llamativo azulejo de iconografía sevillana. También resaltan unas enormes lámparas de araña que decoran los techos del bar.

Otro aspecto que resulta llamativo es que la carpintería metálica del exterior ha sido pintada de color dorado. Por supuesto, y como ya se ha apuntado desde este periódico, los tradicionales rótulos del bar, han sido sustituidos por otros nuevos de reluciente bronce con la leyenda Robles Laredo. Por supuesto, todo el interior del bar tiene una sola altura y la antigua reja divisoria ha desparecido del mapa (ni que decir de su sobrio mobiliario de maderas oscuras, ni de su repisa para bollería, ni de su gran espejo...)

Está claro que, para mantener la imagen clásica del local, como reclama la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, Robles tendrá que hacer tabla rasa de su proyecto y reconstruir lo destruido. Es decir, tendrá que hacer un pastiche.