Desfiles

La procesión de los tercios de Velázquez

  • El desfile de los militares imperiales fue un rotundo éxito de público, abarrotando las inmediaciones de la casa natal del pintor

Homenaje a 'La rendición de Breda' en la casa natal de Velázquez / Juan Carlos Muñoz

Las procesiones volvieron ayer a Sevilla. El desfile de los Tercios de Olivares con motivo de la recreación del cuadro La rendición de Breda, obra de Diego Velázquez, fue un rotundo éxito de público desde su arranque en la Plaza del Salvador hasta su llegada a la casa natal del pintor, junto a la Plaza del Cristo de Burgos. Un joven tamborilero abría el cortejo, marcando el paso y atrayendo hasta ellos a los viandantes, que se fueron uniendo poco a poco al discurrir público de una veintena de componentes de Tercios de Olivares. El grupo de recreación histórica de Flandes estuvo en todo momento rodeado de personas, como si de un palio se tratara. Delante, a ambos lados y tras ellos circulaban haciendo fotos y vídeos varias decenas de transeúntes.

El reclamo público del acto hizo que muchos asistentes se fueran directamente para la vivienda en la que nació Velázquez, componiendo una estampa que hacía recordar a tiempos anteriores a marzo del año pasado. Es decir, a festividades previas al inicio de la pandemia. La celebrada llegada de los Tercios de Olivares supuso un problema para el dispositivo policial organizado en la esquina de las calles Sales y Ferré y Morería. La cantidad de público en los alrededores del balcón de la casa, situada en la calle Padre Luis María Llop, desafiaba seriamente la distancia interpersonal de metro y medio. Motivo que hizo que uno de los actores pidiera que se vaciara para que pudieran continuar con el homenaje al cuadro que recrea una escena de junio de 1625. La mayoría de los allí presentes hicieron caso omiso a las indicaciones del militar imperial español.

No obstante, los agentes de la Policía Local y la Policía Nacional encargados de supervisar el desarrollo del acto dieron su aprobación. Y los tercios llegaron triunfantes hasta la entrada. A partir de ese momento, el protagonismo pasó al balcón. Desde él, más de un centenar de personas disfrutaron de la voz de la soprano Irene Román y de la música de Aníbal Soriano, que interpretaron dos composiciones de José Marín: No piense Menguilla ya y Ojos pues me desdeñais, de José Marín. El broche a este concurrido acto en el centro de Sevilla lo puso la entrega de la llave de la ciudad holandesa por parte de Justino de Nassau a Ambrosio Espínola. El general genovés al mando de los olivareros Tercios de Flandes la recibió y se produjo una ovación con la que concluyó la primera procesión por las calles de Sevilla en pandemia.

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