¿Que supone el destierro en la cultura gitana?
Esta condena ancestral castiga sobre todo los homicidios y las deshonras y se mantenía hasta por tres generaciones
Últimamente los clanes de la droga imponen esta pena a sus rivales o deudores como demostración de fuerza
Tiroteo y destierro a una familia en las Tres Mil Viviendas por el impago de una deuda
La semana pasada, un conocido clan de las Tres Mil Viviendas impuso el destierro forzoso a una familia del barrio por el impago de una deuda de 7.000 euros. El clan está vinculado históricamente al narcotráfico y cuenta con armas de fuego potentes. Varios de sus miembros tirotearon la casa de los deudores y los obligaron a marcharse, quedándose con la vivienda y una furgoneta de éstos.
No contentos con ésto, los condenaron al destierro, una práctica ancestral dentro de la cultura gitana con la que se castigan sobre todo los homicidios y las deshonras. No es tan habitual que haya destierros por cuestiones económicas, pero la medida responde quizás a una demostración de fuerza del clan acreedor en aras de mantener su poder en el barrio.
Es la misma práctica que puso en marcha otro grupo familiar que controlaba la ocupación de pisos en Torreblanca, el de los Pingajos, que llegaron a disparar contra un coche en el que iba un bebé después de una discusión sobre el precio que la familia que iba a vivir en un piso ocupado tenía que pagar. "Os vais de Torreblanca o te abro un boquete en el pecho", llegó a decir uno de los pistoleros, que fue después detenido por la Policía Nacional.
Antes de estas demostraciones de fuerza de los clanes de la droga, el destierro en la llamada ley gitana (conjunto de normas orales transmitidas de generación en generación) se aplicaba generalmente a la familia cuyo miembro había matado a otra persona del barrio o pueblo (independientemente de que el asesino hubiera sido condenado por la Justicia), o a aquél que había deshonrado a una mujer.
Antiguamente se mantenía hasta por tres generaciones y en ocasiones se llegaba a destruir o derribar la casa del desterrado, para que toda la comunidad recordara siempre lo ocurrido.
Para que alguien fuera condenado al destierro tenía que hacerlo una especie de consejo de ancianos o de sabios, que eran además los encargados de dirimir las diferencias entre dos bandos en una disputa. Este consejo es el que aplica la llamada ley gitana, en la que se consideran delitos el robo o el engaño a otro gitano, la delación a otro miembro de la comunidad, el abandono de la familia, la invasión del territorio de una familia rival o no cumplir con algún mandato del consejo de ancianos.
Un destierro que causó una gran polémica en las Tres Mil Viviendas fue el del clan de los Caracoleños, después de que uno de sus miembros matara accidentalmente a un joven de otra familia, en el año 2009. Esto provocó la salida del barrio de más de 300 personas de este grupo, que se instalaron en un asentamiento chabolista en los bajos del puente Reina Sofía. Los Caracoleños habían llegado al Polígono Sur cinco años antes, expulsados del desaparecido poblado de Los Bermejales.
Tras varias semanas de tensión, en las que los Caracoleños denunciaron el saqueo de sus casas y la muerte de un bebé, que atribuyeron a las altas temperaturas en el poblado bajo el puente, finalmente se llegó a un acuerdo para la vuelta de éstos a las Tres Mil Viviendas.
Más recientemente, en 2021, la familia de un joven que resultó herido de una puñalada (muy cerca del lugar en el que se produjo el tiroteo de la semana pasada) solicitó el destierro de los agresores, también del clan de los Caracoleños, que se negaron a marcharse del barrio porque la víctima no había muerto.
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