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  • Callejero. En el último Pleno de junio, el Ayuntamiento aprobó por unanimidad una calle anexa a los pabellones de Reina Mercedes con el nombre Fotógrafo Antonio del Junco

Antonio del Junco, junto a la calle Fotógrafo Antonio del Junco, perpendicular a Reina Mercedes.

Antonio del Junco, junto a la calle Fotógrafo Antonio del Junco, perpendicular a Reina Mercedes. / víctor rodríguez

Al taxista: Por favor, me lleva a la calle Fotógrafo Antonio del Junco. Todavía no está rotulada, pero ese nombre ya es oficial y consta en la información de los carteros de la ciudad. El fotógrafo Antonio del Junco (Sevilla, 1957) tiene ya una calle con su nombre a dos pasos de los Pabellones Militares de Reina Mercedes donde transcurrieron los primeros años de su vida.

La novedad es que los cinco grupos municipales, en sesión plenaria a la que fue invitado el interfecto, aprobaron por unanimidad ponerle la calle a un vivo. ¡Y tan vivo! En sus dominios reconoce a Antonio José Chaves, el mayor de los hermanos del presidente de la Junta, que tantos años fue su vecino; al administrativo del Preu, la Academia de la calle Ifni donde conoció a su novia, a la madre de sus seis hijos; al coronel jubilado que fue agente secreto; e incluso es reconocido por una de las aproximadamente dos mil novias de las otras tantas bodas que cubrió como fotógrafo. Una de las muchas que después se separó, aunque lo que la fotografía ha unido, como diría el cura de La escopeta nacional de Berlanga, no lo separa ni Dios.

"Cuando hago una fotografía me pregunto cómo la haría Atín Aya o Cartier-Bresson"Un cuñado de Antonio del Junco recabó avales y firmas con los 27 libros del fotógrafo

Charlamos en el bar Jamaica, fundado en 1966. La nueva calle Fotógrafo Antonio del Junco es perpendicular al campus universitario de Reina Mercedes, donde han ejercido su magisterio eminencias como Losada Villasante, Enrique Cerdá, Javier Brey o los Monchi -Antonio Cruz, Antonio Ortiz- y al campo de fútbol del colegio Claret donde estudió, compañero de clase y de pupitre de Javier Arenas. En la calle Fotógrafo Antonio del Junco caben ocho coches en batería y seis en cordón. Cubre uno de los laterales de los Pabellones Militares en los que todavía reside su madre, paralelo a Levante y formando esquina con Monzón. "Aquí todas las calles son de vientos, Alisios, Terral, quiero pensar que yo soy una brisa que mueve el espíritu". Frente a la Escuela Superior Técnica de Ingeniería Informática, a un lado de su calle están los pabellones entregados a los militares en 1954; al otro, un Doner Kebab llamado El Turco.

En la calle Fotógrafo Antonio del Junco hizo su primera fotografía cuando no tenía nombre el fotógrafo Antonio del Junco. "Quería capturar y parar el tiempo en ese instante de felicidad de mi familia". Tendría catorce o quince años y atravesó medio Heliópolis hasta Ebro, 7, la casa de su tía Maenia (María Eugenia), donde su primo Julio le dejó una cámara ya cargada, con la que inmortalizó esa estampa familiar.

Su obsesión por la imposibilidad metafísica de atrapar la belleza le llevó a hacerse cazador de instantes. Ese misterio que de unrelato de Cortázar Antonioni transformó en la película Blow Up. Lo intentó primero con el dibujo y la pintura, pero admitió sus limitaciones. "La pintura era elitista y su objetivo era la idealización de la realidad". La música no pudo. "La partitura no capta el tiempo, es el esqueleto del idioma de los ángeles de Mozart y hasta el disco de Edison no se consiguió atrapar". "Cuando hago una fotografía me pregunto cómo la haría Atín Aya, Cartier-Bresson o Robert Doisneau".

Fotografía y Poesía son en su caso sinónimos. "No es el instrumento, es el ojo el que trabaja". ¿Y tú me lo preguntas? Le da la vuelta a una hipotética pregunta de Bécquer sobre la fotografía. Sólo le consta otro fotógrafo con calle, Arenas, autor de Sevilla Eterna. Como quiera que el primero de los 27 libros de Antonio del Junco se titulaba Sevilla, Ciudad Eterna, del que es coautor con Paco Robles, hay un nexo del callejero con la eternidad, como los diamantes de James Bond.

Juan Espadas es el sexto alcalde para el que trabaja desde que en 1983, primer mandato de Manuel del Valle, entró como funcionario del Ayuntamiento. Atribuye el mérito de la calle a su cuñado Julio Díaz, el marido de su hermana Carolina. "Un día me dijo que cuando él fuera alcalde pondría una calle con su nombre. Le dije que él nunca sería alcalde y que había gente con muchos más méritos que yo". Julio Díaz se paseó por Sevilla con los 27 libros de su cuñado buscando firmas y avales. "Yo no sabía que para la nomenclatura de las calles no hay que hablar con Vías Públicas ni Urbanismo, sino que había que hacerlo con Estadística".

Julio, Juan José, Mariló, José Juan, Paco y Carolina ya pueden presumir de tener un hermano que tiene una calle en Sevilla. Lo saben los seis hijos del fotógrafo, que mañana viaja a Alemania a ver a una de ellas, Julia, que trabaja de traductora, está casada con un arquitecto cordobés que triunfa en el país de Gropius y lo ha hecho abuelo de Leo y Marco.

El titular de la nueva calle vivió en Reina Mercedes, en un ático de la calle Flota, en Triana, donde se despidió de la soltería, en la calle San Luis, otra de Los Remedios y hoy en Montequinto. Cuando vuelva de Alemania, su destino en Turismo pasará de Laredo a Marqués de Contadero, que también fue alcalde de Sevilla. "¿El más fotogénico? Zoido, siempre con un fotógrafo a su vera, como Alejandro y Alfredo. ¿La más huidiza? Soledad Becerril".

Su calle es la infancia recuperada, como el libro de Fernando Savater, entre la casa de los Pabellones Militares y el colegio Claret, antesala de su particular celebración del año Murillo, cuando los adolescentes del barrio buscaban romances de valentía con chicas del instituto Murillo.

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