NI romana ni árabe, la Sevilla de Manuel Melado es fenicia. No hace mucho apareció por este gabinete capilar de la calle Amor de Dios lleno de fotos históricas y de libros recientes la pintora Elena Montero. Acudía para cumplimentar una permuta. Ella le traía un retrato al peluquero nacido en 1940 en la calle Macasta y él a cambio le entregó en un pergamino un poema dedicado a la artista.

Es un trueque habitual en la vida cotidiana de este barbero de Sevilla al que siguen entrevistándolo desde emisoras y cadenas de toda España por los años que ejerció de speaker del Betis, muecín del credo verdiblanco renovado con la Copa del Rey que jugará el equipo de Heliópolis en la Cartuja. Finta y sprint, Joaquín… 17 años después de la final que ganó el portuense sigue vivo ese dechado de rima e ingenio que ya forma parte del acervo popular.

Tres mosqueteros en la peluquería. El Club Dumas de las artes cruzadas. Un antiguo empleado de banca consagrado como excelente pintor, Luis Rizo (Sevilla, 1957), que cumple años el mismo día que Caballero Bonald y Dostoievski, y un escultor e imaginero, Jesús Méndez Lastrucci (Sevilla, 1971), que unió en sus coordenadas escultóricas a figuras tan distintas como Elvis Presley y Paco Palacios El Pali, pertenecientes a universos muy lejanos pero unidos por un reconocimiento popular que crece con los años que pasan desde que se fueron.

La calle Amor de Dios, frente al instituto San Isidoro y junto al cerrado cine Cervantes, es un lugar de intercambios artísticos. Doce hombres (diez varones y dos mujeres) con Piedad, en el caso de Rizo la del Baratillo, han recibido de Melado el pago en poemas o sevillanas, género en el que se consagró como maestro insuperable, a cambio de donaciones artísticas de lo que mejor saben hacer.Elena Montero le regaló un retrato del peluquero, un género en el que esta pintora es un referente, como lo acreditan los que pintó de Martínez Montañés, Juan Valdés, Ángel Garó, Pascual González, Luis Álvarez Duarte, Lola Polvillo, de la cadena de panaderías que llevan su apellido, o el nuevo arzobispo de la diócesis, José Ángel Saiz Meneses. Méndez Lastrucci le hizo un busto que responde por Melado cuando el maestro peluquero se ausenta. Y Luis Rizo hizo una bellísima ilustración para la portada del libro de Melado 'A bailar y soñar', que podría ser perfectamente un cartel de fiestas primaverales que pregona con pincel una antología de sevillanas con un título que suena a los bailes de Realito y los sueños de Freud.

Además de estos tres artistas, Melado ha hecho permutas con José Manuel Capuletti, Juan Roldán, Ignacio Cortés, Fernando Moreno, María Teresa Chapi, Recacha, Antonio Badía, Antonino Parrilla y Pablo Chía. Una galería en el mercado fenicio de la sevillanía.Méndez Lastrucci conocía a Melado por conexiones con el colegio de La Salle y en el Polígono San Pablo fue vecino de un hermano del peluquero de San Julián. Luis Rizo lo conoció en la presentación de un disco de la banda del Sol para el que les hizo la portada. "Creo que nuestro primer encuentro fue en La Trainera, un restaurante vasco que había en el barrio de San Lorenzo", recuerda el pintor.

Los artistas también se intercambian obras entre ellos. "Yo tengo toda una colección, incluidas siete obras de Luis Álvarez Duarte, de quien fui amigo desde 1973", dice Rizo. De Méndez Lastrucci tiene "un belenito", mientras que el escultor, que también escribió la biografía atormentada de Antonio Susillo, tiene del pintor "una imagen de la Giralda y un dibujo de un rincón del Alcázar". Palacio de palacios donde durante un tiempo Luis Rizo fue alcaide oficioso, como lo 'retrata' Melado en sus sevillanas: "de su estilo realista / suelen decir / que está el alma en el lienzo / de Almutamid".

Los tres, Elena Montero, Jesús Méndez Lastrucci y Luis Rizo, aparecen en la lista de agradecimientos del segundo volumen de La Trastienda Hispalense de Pascual González. De la pintora aparece un dibujo de la Encarnación de la Calzada, el barrio del Cantor de Híspalis; del escultor, el boceto de la estatua del Pali sentado a horcajadas en la calle Tomás de Ibarra, y de Luis Rizo un dibujo de Jesús Nazareno, "un regalo de mi hermandad a mi vuelta, después de mi particular calvario", como escribía Pascual González.