"Le sacó la maleta a la puerta"
Asesinato en la calle Gitanillo de Triana
La familia llegó al Polígono desde Triana y la víctima se había dedicado a la venta de camisas. "Usted sabe, cosas de familia", comenta un vecino de Gitanillo de Triana.
Urbanísticamente, los números 4 y 6 de Gitanillo de Triana forman un callejón sin salida. Lo fue en realidad, sin metáfora alguna, para Enrique, 56 años, muerto como consecuencia de la media docena de puñaladas que le asestó su propio hijo, de nombre Enrique como él, de 37 años de edad, después de una fuerte discusión a altas horas de la noche del martes al miércoles que sobresaltó a más de un vecino. Dicen que la víctima había llegado hace muchos años al barrio D del Polígono San Pablo y se había desenvuelto profesionalmente con la venta de camisas. "Era un buen camisero, pero acabaron con su negocio los chinos", dice Santi, que regenta una tienda-bar muy concurrida ayer por la mañana. "Estábamos muy unidos, pero no quiero seguir hablando porque me disparo".
"Usted sabe, cosas de familia", dice escueto Pepe, un vecino de Gitanillo de Triana que los conocía, padre e hijo, hace muchos años, "pero no los he tratado porque he pasado mucho tiempo fuera, trabajando en la hostelería". A Carmen no le ha dado tiempo a digerir lo bien que se lo ha pasado en sus vacaciones. "He vuelto de Cancún", le dice a una vecina, aunque no está la mañana para hablar de los amaneceres mexicanos. "Era muy buena persona", se limita a comentar. Por lo visto, estaba separado. "Creo que tenía dos hijos, el susodicho y otro más", dice la vecina.
Más explícito se muestra un joven del barrio. "Fue entre las cinco y las seis de la mañana. Se veía venir, porque su hijo donde debería estar es preso, tenía antecedentes, pero como está loco, no hay donde meterlos. Por lo visto, el padre le sacó la maleta de ropa a la puerta, le debió entrar una paranoia y con el vacilón hizo lo que hizo".
En la peña La Tercera Edad se disputan tres partidas simultáneas de ajedrez. Buena parte de los jugadores son de la quinta del fallecido. Como suele ocurrir, algunos sabían lo sucedido y otros acababan de enterarse; había quien conocía al fallecido de trato y quien sólo de vista. "Él vendía camisas y su hijo vendía libros en la Universidad como mantero". "No tenemos nada que decir". Es lo único que comentan dos jóvenes que salen del portal número 6, donde se cometió el parricidio. Algunos vecinos consuelan a una chica con muletas que no deja de llorar.
Josefina vuelve a casa con la cesta de la compra. "Me despertó el jaleo y vi la plaza acordonada, pensé que se había puesto alguien enfermo porque este barrio es muy tranquilo". Inquilina de estos bloques desde que los construyeron, no le pone cara a la víctima. "Si lo viera, usted me entiende, seguro que me sonaría su cara, pero ahora no caigo. Y al hijo mejor no conocerlo".
El plano del barrio D, el más septentrional del Polígono San Pablo, el más orientado en dirección al aeropuerto, parece el plano del real de la Feria. En su callejero, a partir de la avenida Pedro Romero, están Bombita, Pepe Hillo, Costillares, Juan Belmonte, Pascual Márquez, Joselito, Bienvenida... Manolete es perpendicular a Gitanillo de Triana, el diestro que completaba con Luis Miguel Dominguín la terna en la tarde de agosto de 1947 en Linares. Ayer corrió la sangre contra natura, el hijo contra el padre que eligió para el vástago su propio nombre para perpetuar la raigambre familiar.
Como suele ocurrir, la vida sigue en la peluquería, en el puesto de apuestas y loterías, en la frutería, en el mercado próximo a la peña de la Tercera Edad, presidida por el cartel. Hay albures en adobo. Un barrio devoto de Frascuelo, titular de una calle, y de María, que tiene su asiento en la parroquia de San Ignacio de Loyola de la que sale la hermandad del Polígono. A las doce y media empezaba a llover. Se cumplían las predicciones meteorológicas; más de un vecino pensaba en su fuero interno que el trágico final de Enrique era tan predecible como el chaparrón que al mediodía se adueñó de la ciudad mientras una bocina ponía fin al recreo de los escolares en el colegio próximo al pabellón de San Pablo.
En la periferia del barrio D está la calle Jesús de la Rosa, el cantante del grupo Triana. El barrio de procedencia de los hijos de la diáspora de este Polígono que no está acostumbrado a estos envites del destino. "Hay las broncas habituales, pero algo tan dramático no se ha vivido aquí nunca", dice la vecina que acababa de regresar de sus vacaciones.
Un buen hombre. Es el perfil aceptado del fallecido, cuya vida le arrebató el mismo hilo de vida que un día celebró como garante de la estirpe. Un contradiós, morir como un toro en este barrio con calles de toreros.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por SO/Sotogrande Spa & Golf Resort
Contenido Patrocinado