Francisco Gutiérrez López. Magistrado, doctor en Economía y asociado de Foro Judicial Independiente

Señorías, va por ustedes

El autor reflexiona sobre el papel de los jueces en la sociedad y el trato recibido en una especie de estrategia de desprestigio por lo que representan y tienen encomendado

Detalle de una toga de un juez.
Detalle de una toga de un juez. / D. S.

23 de abril 2025 - 14:18

Avanzaba, camino de la rutina, el Domingo de Resurrección, cuando me enviaron un vídeo con la leyenda de que se oyera a quien dedican la levantá.

Avanzada ya la noche, un joven con impoluto traje azul marino, de espaldas, se aferraba firmemente con la mano derecha al martillo de un paso de palio, que consumía lentamente su candelería. El joven, inclinando su cabeza a la izquierda hasta el respiradero, susurra a los costaleros: "esta levantá va por los jueces y magistrados de este país, que tienen una situación muy complicada. Va por ellos". El paso se levantaba con brío y el joven desaparecía camino de la trasera, mientras el público aplaudía animosamente.

Debo reconocer que la escena me produjo una sonrisa cómplice y agradecida. Comprenderán, queridos lectores, que una profesión no habituada a las lisonjas y los reconocimientos populares se pueda sentir agradecida, incluso emocionada, por un acto tan banal. La falta de costumbre.

Animado, mi imaginación voló y, por un momento, vi a Morante, asomado al burladero, a la altura del palquillo judicial de la Maestranza, y espetar con brío: "brindo este toro a los magistrados de la Sala Segunda del Tribunal Supremo por haber actuado con casta y bravura ante un gobierno manso con los golpistas. Va por ustedes".

No me dio tiempo a comprobar si el público aplaudía semejante brindis, porque, rápidamente, la imaginación cedió y el raciocinio se impuso.

Pasados unos minutos, no es que cambiara de opinión y me desagradara la dedicatoria del joven capataz, pero empezaba a sentirme como una especie en peligro de extinción y, entiéndanme, eso incomoda.

Y, además, constaté que hay algo que esta especie desprotegida no ha logrado transmitir a la ciudadanía: que se esté tratando mal a los jueces no sólo es negativo para estos, sino, especialmente, para la democracia, que tiene en el poder judicial su guardián más fiel y leal. Es difícil encontrar una democracia sana con jueces acosados y presionados por el poder político, sin autonomía funcional, ni medios para ejercer eficazmente sus funciones.

Esta estrategia de acoso pretende desprestigiar a los jueces por lo que representan y tienen encomendado. Todo tirano aspira a jugar con sus reglas y con árbitros cómplices y sometidos, y cualquier aspirante a dictador demoniza a quien ose impedirle ejercer arbitrariamente el poder. Por eso, es esencial que existan jueces independientes y siervos solo de la ley, pero, también, que la ciudadanía entienda cuál es la intención de quienes están llevando a la justicia a una situación de dependencia, caos e ineficacia programada, por qué acosan a los jueces y por qué es importante que se proteja a esta especie en peligro de extinción, porque la salud de la democracia no es solo una cuestión de los jueces, sino de la ciudadanía.

Así que, sin ánimo de molestar y, desde el agradecimiento al joven capataz, me gustaría que esa levantá se la dedicara a la democracia, para que contara con servidores leales y ciudadanos críticos que se enfrentaran con valentía a quienes intentan debilitar el Estado de derecho, y a quienes sufren en ese intento.

Aunque, me van a perdonar, pero, si es cuestión de soñar, sueño con una plaza de toros abarrotada de ciudadanos libres que se arriman sin miedo y sin ideologías a la crítica al poder en defensa de la democracia y sus valores, y al maestro, monteran en mano, espetar al público expectante: Va por ustedes, señorías, por garantizar el principio de presunción de inocencia y el estado de derecho frente a la ignorancia interesada y la barbarie. Aplausos a rabiar mientras el diestro arroja de espaldas la montera al público.

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