El fiscal sostiene que el atropello del Polígono Store fue un asesinato
La defensa alega que fue un accidente y lo compara con los casos del bailaor Farruquito y el torero José Ortega Cano para argumentar que la pena pedida es desproporcionada
Distinguir entre un atropello intencionado y un accidente. Éste es el debate que se plantea al jurado popular que a partir de ayer debe alcanzar un veredicto en el caso de Juan Francisco Gámez Durán, que está acusado de la muerte de Manuel Alías García durante una reyerta producida tras una comida de Navidad de 2010 en el Polígono Store. El fiscal de Seguridad Vial de Sevilla, Luis Carlos Rodríguez León, aseguró ayer al inicio del juicio que los hechos están "suficientemente acreditados" y, a su juicio, son constitutivos de un delito de asesinato, mientras que la defensa alegó que se trata de un accidente, de un homicidio imprudente.
La abogada Esperanza Lozano, que defiende al joven acusado, reconoció en su alegato previo que hubo una conducción imprudente, pero dijo que su cliente "jamás tuvo intención de matar ni deseó tal fatídico resultado", al estimar que el atropello se produjo cuando intentaba huir de personas que le arrojaban botellas y piedras.
La defensora comparó este caso, en el que se solicitan hasta 25 años de cárcel, con la condena de Miguel Carcaño, el asesino de Marta del Castillo, o la que se impuso de tres años al bailaor Farruquito por el atropello de un peatón o la petición de cuatro años de cárcel que la Fiscalía ha planteado contra el torero José Ortega Cano por el accidente en el que murió un conductor. La letrada dijo que su cliente se "arrepiente profundamente" de lo ocurrido, pero planteó al jurado que debe ser condenado "sólo por el delito que realmente cometió".
Por su parte, el fiscal explicó ante el jurado, que está compuesto por cuatro mujeres y un hombre, que para llegar a la conclusión de que hubo un asesinado se ha realizado una exhaustiva investigación y aclaró que la tipificación como asesinato "no es fruto de una elucubración pensando qué pudo ocurrir", sino que a esa conclusión se llegó tras la investigación y los informes técnicos.
La acusación particular que ejercen los padres del fallecido insistió en que el acusado realizó varios intentos previos para "atropellar, no asustar" y concluyó que este caso no es "un accidente de tráfico normal", sino que hay "intencionalidad y agresividad" por parte del acusado, que quiso "atropellar y matar", ha asegurado el abogado Vicente Jiménez Filpo.
El joven, que lleva casi dos años en prisión provisional por estos hechos, se enfrenta a una petición de condena de entre 18 años y 25 años de cárcel por delitos de asesinato y conducción temeraria.
La Fiscalía señala en su escrito de acusación que los hechos se remontan a la madrugada del 12 de diciembre de 2010, cuando se produjo un incidente entre dos grupos de jóvenes que participaban en sendas comidas de Navidad en un restaurante del Polígono Store.
Juan Francisco Gámez Durán pertenecía a uno de estos grupos y, según la Fiscalía, la reyerta se produjo porque habían intentado quitarle el espejo retrovisor de su coche. El representante del Ministerio Público sostiene que el procesado comenzó a vociferar, enfurecido, diciendo "me cago en los muertos, como coja a alguien lo mato", y antes del atropello llegó a partir una botella con intención de bajar a la calle para agredir a alguien, pero se lo impidió un compañero. Aun así, el acusado bajó a la calle y comenzó a patear varios vehículos.
Después se subió a su coche, acompañado de J. M. C., al que muy excitado gritó "los voy a atropellar" o "me los voy a llevar por delante", para acto seguido hacer varios "amagos de atropellar" al grupo contrario hasta en tres ocasiones, "dando acelerones marcha adelante y atrás, echando el vehículo encima de los presentes con peligro cierto de atropello".
En la última acometida, el acusado aparcó tras un camión y esperó "con sangre fría" a que Manuel Alías rebasara su posición para acelerar bruscamente y atropellarle, dándose a continuación a la fuga a 140 kilómetros por hora. Según el fiscal, el acusado contó posteriormente lo ocurrido a su novia, a la que llegó a decir: "Que se joda, que yo no le robo a nadie", según recoge la Fiscalía en su escrito de conclusiones provisionales.
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