Un submarino y un globo en dependencias municipales

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Ayer se clausuró en el Ayuntamiento la exposición colectiva de homenaje a Julio Verne, un repaso pictórico y escultórico a un pionero de los avances científicos y morales

El abogado sevillano Antonio Pérez Marín es distinguido con la Medalla al Mérito en el Servicio de la Abogacía

Un busto de Julio Verne, al comienzo de la sala
Un busto de Julio Verne, al comienzo de la sala / M. G.

El goteo de gente era incesante. Ha sabido a poco. A la izquierda de la escalera por la que se accede a la parte noble del Ayuntamiento se ha podido ver estos días un homenaje a la aventura, al afán de descubrir, al ingenio inagotable de un hombre que apostó por unos avances científicos que no sólo se cumplieron sino que eran también avances morales. Una treintena de artistas sevillanos han homenajeado a Julio Verne (1828-1905) en el 120 aniversario de su muerte. Vano intento, porque su obra sigue más viva que nunca.

Un busto de Julio Verne preside la entrada a la sala. Es obra de Juan Antonio Blanco Ramos, que lo ha titulado ‘Los sueños de un sabio’. Se repartieron parte de su ingente obra, esos libros con los que empezamos a leer, con los que empezamos a viajar, con los que empezamos a soñar. El croquis de un mundo fantástico que estamos empeñados en estropear.

Tres Julios Verne uno detrás de otro con las firmas de José Manuel Ayllón, Sergio Sánchez y Rafael Falcón. El colectivo empezó con una iniciativa que titularon ‘Reflejos de Murillo’. El elenco ha ido cambiando, pero el aliento ha seguido siendo el mismo; después siguieron tributos a Pascual González, a Dubé de Luque y ahora esta colectiva dedicada a Julio Verne.

Están los clásicos más populares del autor francés hay obras menos conocidas como ‘Maravillosas aventuras de Antifer’, la historia de un cazatesoros y trotamundos bretón evocada por Ángel Luis Tejera. Sabino Moreno ha dibujado en un círculo el plano de la isla misteriosa. Están todos los estilos: figurativo, realista, amagos abstractos. Variedad en un escritor que fue coetáneo de todos los ismos. Con Jacinto Pérez Elliot nos sumergimos en la invasión del mar.

La muestra no deja a nadie indiferente. Una señora le dice a otra: “Un adelantado, porque luego se ha hecho todo realidad: lo del viaje a la Luna, lo del submarino…”. Muere en 1928 y el hombre pone el pie en la Luna en 1969. Lunático total. La exposición la han coordinado

Luis Rizo y Jesús Méndez Lastrucci, un pintor y un escultor. El primero cabalga a lomos de la historia de ‘Miguel Strogoff’, que a tantos niños cautivó. Un precursor del doctor Zhivago en cuyas páginas leímos que el invierno era el gran aliado de los rusos, como pudieron comprobar las tropas de Napoleón y Hitler.

“Voy a traer a mis nietos”, dice otra visitante. Manuel es de Triana, vive en la barriada de León y nació el año del desembarco de Normandía. Ve un dibujo de ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’ que traslada a este octogenario a sus quince años, como el capitán de la novela de Verne. “A lado de las cocheras del Tranvía, donde luego hicieron Santa Cecilia, había una huerta que también era el cine de verano San Jacinto. Allí vimos ‘Ulises’ y ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’”, le cuenta a Anunciación. Tiempos de estrenos, cuando “Sara Montiel estuvo un año entero con una película en el Coliseo”.

Peces misteriosos, personalísimos, en el homenaje In Memoriam a Antonino Parrilla.

‘Pre-Luna Selenita de Verne’ se titula la obra de José Toranzo. Julio Verne nació en Nantes y Jesús Díaz Benjumea dibuja ‘En busca de Francia’. Verne en otra escultura de Paco Parra. En una obra de Manolo Cuervo se apuntan esos trazos que aparecen en sus carteles de jazz o de Semana Santa, pero siempre al servicio de la nueva aventura, en este caso el viaje en el submarino Nautilus con el capitán Nemo.

Una mina abandonada en la obra de Juan José Gómez de la Torre. Javier Jiménez Sánchez-Dalp es pintor y arquitecto. Ha metido a Tintín en el universo del escritor y titula su tributo Verne&Meliès&Hergé. Pili Sánchez se adentra en las profundidades y Lourdes Cabrera viaja al país de la fantasía.

Miguel Caiceo se ha rodeado de libros de la biblioteca Julio Verne: ‘Un capitán de quince años’, ‘Cinco semanas en globo’… La obra de Julio Verne es un alegato contra la falacia de la literatura infantil. Si uno pierde la visión del niño, ha perdido el sentido de la literatura.

Verne y Marcel Proust son mucho más que compatriotas. En el universo fantástico de Verne de Huguet Pretel se ven volcanes, globos, la torre de Londres, el elefante donde vimos a Shirley MacLaine en ‘La vuelta al mundo en ochenta días’ con David Niven y Cantinflas.

El capitán Nemo o Miguel Strogoff abanderan un pasado lleno de futuro

Francisco Borrás hermana un globo y un barco con la luna como faro y el mar zozobrando como en ‘Los náufragos de Jonathan’. Carmen Borrás firma ‘La fantástica obra escrita de Julio Verne’. ‘Verne en Cádiz’ es el título de Mariló Rivera, con la catedral donde está enterrado Falla de fondo. Porque Cádiz aparece en la aventura del Nautilus y el propio Julio Verne atracó su barco ‘St Michel III’. Marian Macías viaja de la Tierra a la Luna.

Sheila Criado y Rocío Sáez se ponen junto al castillo de los Cárpatos que ha pintado su amiga Teresa Guzmán. Rocío ha elegido ‘Tribulaciones de un chino en China’ y Sheila ‘Las aventuras de un niño irlandés’. Llama la atención. Uno se imagina a Joyce o a John Ford sin el parche en el ojo en sus infancias dublinesas. Esta sala municipal se ha llenado de globos, un ingenio aerostático en el que José Manuel Peña imagina que en su vuelta al mundo los personajes de Verne hicieron una parada en Sevilla. Un Julio se pasa por la exposición de Verne. Se llama Julio Botella, arquitecto madrileño. Nació en 1946, el año que el Sevilla ganó la Liga, pero es socio del Real Madrid desde el 5 de abril de 1951. Julio Verne muere en 1905, el año que se funda el equipo de Nervión. Pero hay mucho verde en sus libros. Del Loira al Guadalquivir.

A la Plaza Nueva ya no llegan autobuses. Es el fin de trayecto del Metrocentro y esta semana han aparecido un submarino, un globo y un tren con un sinnúmero de vagones. Ciencia y Fantasía. ¿Quién dijo que eran incompatibles? Julio en Octubre. Nautilus en la patria de Gambrinus.

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