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Un tanque frente a las inundaciones

El pavimento de la Alameda esconde bajo el subsuelo una 'piscina' con capacidad para 11.500 metros cúbicos de agua que es utilizada cuando la red de alcantarillado alcanza el 90% de riesgo de colapso

Interior del tanque de tormentas de la Alameda de Hércules.
Carlos Navarro Antolín / Sevilla

31 de enero 2009 - 05:03

En los últimos tiempos se han ejecutado en la ciudad tres grandes infraestructuras cuyo proceso de construcción no ha sido apreciable por los viandantes. Las tres están el lugares absolutamente representativos de la urbe (la Alameda de Hércules, la Avenida de la Constitución y la Puerta de Jerez) y las tres han pasado desapercibidas frente a otras mucho más sonadas para los vecinos y viandantes: la construcción de la línea 1 del Metro, la peatonalización de la Avenida con toda su obra previa de renovación de infraestructura o la reurbanización de la Alameda.

El tanque de tormentas es una obra espectacular que resulta clave para evitar situaciones de colapso en la red de alcantarillado. Está ubicado en plena Alameda, lugar precisamente de estampas pretéritas en las que se aprecia a sevillanos navegando en barca por el efecto de los históricos desbordamientos del río. Este tanque se ha construido aprovechando una de las estaciones del antiguo trazado del Metro, que en principio iba a ser cegado con relleno de hormigón en una operación valorada en 2 millones de euros, pero Emasesa apostó por negociar con la Gerencia de Urbanismo la cesión de esta infraestructura para su reconversión en tanque de tormenta. Y así fue. Su construcción de nueva factura hubiera costado 4 millones. El aprovechamiento de la antigua boca de Metro ha supuesto un ahorro de dos millones para las arcas municipales.

La ejecución de un tanque de tormentas está justificada en el caso de agotamiento de la capacidad real o potencial de las redes de cuencas urbanas con una alta cantidad de viviendas, tráfico urbano y posibles servicios municipales que pudieran verse afectados. El tanque se activa cuando la red de alcantarillado se encuentra al 90% de su capacidad en días de fuertes lluvias. Su apertura puede efectuarse de forma remota desde la sala de control de la compañía en la calle Escuelas Pías, o desde la cabina existente en la propia Alameda. El objetivo del tanque es evitar un colapso de la red. Una vez puesto en funcionamiento, el tanque actúa como un aliviadero, teniendo capacidad para almacenar un máximo de 11.500 metros cúbicos de agua (se deja una parte sin llenar, por seguridad), que mantiene aparcados hasta que pase el riesgo de congestión de la red.

La activación del tanque no supone que la red deje de recibir y de conducir el resto del agua. El tanque funciona siempre en paralelo a la propia red, aunque descongestionándola para que no se colapse. Cuando desaparece la situación de riesgo, el circuito del tanque vuelve a inyectar el agua en la red, reconduciéndola a ésta para que fluya por los colectores habituales de la Alameda con dirección a la estación de San Jerónimo donde, una vez depurada, termina su recorrido en el río. El interior del tanque está dotado de todos los medios de seguridad. Por ejemplo, las compuertas se cierran y prohíben automáticamente el acceso de personas a su interior en caso de un alto índice de emisión de gases.

Emasesa proyecta dos tanques más: en la Avenida de Kansas City, con una capacidad total de 63.300 metros cúbicos, y en la Avenida Luis Uruñuela, con una capacidad total de 36.400 metros cúbicos. En la provincia existe ya el tanque de tormentas de Dos Hermanas, listo para funcionar, y está en proyecto el del Parque Centro de Alcalá de Guadaíra, con una capacidad de 11.000 metros cúbicos.

Otras dos grandes obras cuyo proceso de construcción no pudo ser apreciado por el peatón son los microtúneles de la Avenida de la Constitución y de la Pasarela. En el caso de la Avenida se aprovechó la obra del Metrocentro para renovar la red de conducción del agua, que databa de los años 50 de la pasada centuria. Era una gran oportunidad. Se apostó por el microtúnel, que permitía trabajar bajo tierra sin tener que abrir una gran zanja. Se perforó un tramo de 620 metros de longitud con la misma técnica de construcción de un túnel, salvo un pequeño tramo de 130 metros junto al Ayuntamiento. De esta forma se conseguían reducir el plazo de trabajo a 11 meses y se evitaban perforaciones adicionales que hubieran dañado restos arqueológicos. El trazado del microtúnel se ciñó al de los antiguos colectores. No se tocaron más zonas. La operación fue un éxito que salvó los condicionantes que a priori presentaba trabajar en la Avenida: plazo de ejecución necesariamente restringido, terreno de consistencia nula, máximo interés arqueológico y desconocimiento de las cimentaciones de los edificios colindantes, como la Catedral, de la que se tenían dudas sobre su estabilidad.

En el caso de la Pasarela, la obra se llevó a cabo como consecuencia de los trabajos de la línea 1 del Metro. Se construyó un nuevo colector de Emasesa sin necesidad de abrir zanjas. El microtúnel, en esta ocasión, tiene 1,20 metros de diámetro. Su coste fue compartido con la UTE Metro de Sevilla. El presupuesto fue de 1.051.680 euros.

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