De las torres KIO a la nave de las chapatas y molletes
calle rioja
Reinventarse. Dos ex empleados de Bankia con más de veinte años en la banca crean una franquicia de pan a domicilio que desde Espartinas llevan a otros cuatro pueblos del Aljarafe.
LLEGABAN a facturar 18 millones de euros anuales cuando trabajaban en la financiera de automoción de Barclays y el 30 de agosto de 2012 se estrenaron en la cola del paro. Ésta es la historia de dos sevillanos, Ignacio Lagares (1967) y Lucas Burgos (1969), que se tuvieron que reinventar por la crisis. Es también la historia de una larga amistad que empieza cuando Ignacio y Lucas se conocen por primera vez en 1991 en la oficina de Barclays en Tetuán. Vivieron en sus carnes el tránsito de la captación de compradores de coches al departamento de morosos. Compartieron vivencias en oficinas bancarias de Tetuán, Plaza de Cuba, Virgen de Luján, José Laguillo y Luis Montoto. Compartieron veraneos en Isla Antilla, cada uno estuvo en la boda del otro, la de Ignacio con Rosalía en 1994 -"se casó en pleno Mundial, como el de la película"-, la de Lucas con Julia en 1995. Vivieron la venta de la financiera a Cajamadrid, la alianza de los siete bancos que dieron lugar a Bankia -"yo he estado en reuniones en la planta noble de los cuadros de Tapiès", dice Lucas- y el desplome final. Entre el traslado a Madrid y el despido con indemnización, optaron por la segunda alternativa.
El lunes de resaca que puso fin a la Feria de 2012 empezó su nueva aventura. Los compañeros de Tetuán son socios de Mundopán, una franquicia de reparto de pan a domicilio que nació en Rivas Vaciamadrid, una ciudad-dormitorio como Espartinas, el municipio del Aljarafe que eligieron para poner en marcha el negocio.
No tenían experiencia como empresarios, tuvieron que hacer un curso de manipulación de alimentos. Lucas pensó en otro damnificado de la crisis, Álvaro, un vecino con el que en tiempos de bonanza participó en un crucero con sus respectivas parejas, para que fuera el repartidor-horneador. El que abre a las cinco de la mañana la nave del polígono industrial Los Vientos, junto al cementerio de Espartinas, y a las siete empieza el reparto en una Renault Kangoo de segunda mano. "Reparte todos los días menos los domingos, que nos turnamos nosotros dos". Lucas lleva la parte comercial, de los coches a los panes, e Ignacio la administrativa y el montaje de los buzones-panera, un original recipiente que ya empieza a formar parte del paisaje urbano de Espartinas. "Los diseñan en Arregui, Vizcaya, y facilita la conservación del pan, que no se moje con la lluvia, que no se lo roben".
A falta de correo postal, laminado por el electrónico, ahora hay buzones para el mensaje más universal, este pan nuestro de cada día que estos socios ofrecen en 23 variedades de clásico, rústico, integral y candeal. Además de Espartinas, también llegan a Gines, Salteras, Valencina de la Concepción y Señorío de Guzmán, una urbanización de Castilleja de Guzmán. Empezaron con 89 clientes. "Cuando lleguemos a los 300, igual empezamos a repartir azúcar, huevos, leche y café". Y no descartan llevar también a domicilio el periódico, que en el símil proustiano del pan espiritual tiene la misma periodicidad que el más sagrado de los alimentos. "Si la cosa va bien, la gente come pan; si va mal, come pan, incluso más".
En España hay 44 franquicias de Mundopán. La de Espartinas es una de las cuatro que existen en Andalucía. "Nuestra primera opción era Montequinto", dicen, pero la sombra de Alcalá de Guadaíra, por algo llamada de los Panaderos, era demasiado alargada. "Nuestra clientela es la de viviendas unifamiliares que abundan en el Aljarafe. Matrimonios que trabajan los dos, personas mayores". Su embajada es una barra gratuita. "El 90% te abre y te escucha".
Con casi medio siglo de experiencia en la banca entre los dos, este cambio de tuerca no figuraba en sus planes. En el historial de ambos, la única relación con esta nueva actividad es que Lucas es desde hace casi cuatro décadas, el día 4 cumple 44 años, hermano de los Panaderos. Su socio es de Santa Cruz. Uno del Martes Santo, otro del Miércoles Santo. Dos cofrades unidos por el lunes de resaca que cambió sus vidas. El banco era otra cosa. Un sector al que sigue vinculada Rosalía, la mujer de Ignacio, la novia que dijó sí quiero en pleno Mundial de los Estados Unidos. "Ella trabajaba en el Banco Zaragozano, que fue absorbido por Barclays". El banco en cuya oficina de Tetuán surgió una relación de afectos y afinidades en la que no contaban con estos albaranes de molletes, chapatas, bastones y payesas.
Ofrecen tartas a domicilio y selecta bollería. En sus planes figuran contratar a un segundo repartidor y establecer una nueva ruta. El atlas del Pan.
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