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Las trampas de lo sostenible

  • Clásico. A final de junio cierra Corsetería Mónaco, tienda de la calle Jesús del Gran Poder donde Manuel Fernández lleva trabajando 63 años y en la que conoció a Trinidad, su mujer

Manuel Fernández y su esposa, Trinidad Morilla, atienden a María Fernanda, cliente asidua de la Corsetería Mónaco.

Manuel Fernández y su esposa, Trinidad Morilla, atienden a María Fernanda, cliente asidua de la Corsetería Mónaco. / juan carlos vázquez

El 19 de abril de 1956 se casan en Montecarlo Rainiero y Grace Kelly. Ya llevaba dos años abierta en la esquina de Jesús del Gran Poder con Santa Bárbara la Corsetería Mónaco. Varias generaciones de clientes se vieron sobresaltadas cuando vieron en el escaparate unas rebajas nada halagüeñas: Liquidación por cierre del negocio; Final, precio a mitad de lo anunciado. A final de junio se producirá el cierre. Adiós a 63 años, los que lleva en la tienda Manuel Fernández Perea. Tenía 15 años cuando llegó desde Tarifa y tiene 78. Y cuerda para rato. Pero su mujer, Trinidad Morilla, le dijo que si seguía "le pongo las maletas en la puerta de casa".

Manuel vino desde su Tarifa natal, donde nació el 8 de marzo de 1940, con sus paisanos de Mari Cruz, la cadena de trajes de flamenca. "Abrieron tiendas en San Lorenzo y en la calle Cuna y a mí me dejaron encargado de ésta". Se iba a llamar Montecarlo, pero para ahorrarse letras "porque andábamos mal de dinero", le puso Mónaco. Cuando remontó, le añadió la palabra Corsetería.

Manuel y Trinidad se conocieron en la tienda. "Yo venía aquí a coger el punto de las medias", dice ella, sevillana de San Bernardo. "Las medias venían entonces de Gibraltar y Ceuta. Costaba menos dinero comprar unas medias que arreglarlas". Vendían pantalones, camisas, corbatas, "de todo", hasta que en 1967, al final de la calle, abrió un iceberg llamado El Corte Inglés. "Fue un batacazo que obligó a reinventarnos". Ayer entró una clienta preguntando por camisones para una novia. "Sólo tenemos lo que ve usted, fajas y sujetadores".

Llegaron a tener 24 mujeres cosiendo en un taller de Gerena en exclusiva para ellos

Manuel y Trinidad se casaron el 26 de abril de 1969 en la iglesia de San Bernardo. Llegaron a tener un imperio de secretos, pues no otra cosa es la corsetería, fajas y sujetadores, y la lencería, combinaciones y saltos de cama. "Llegamos a tener 24 mujeres cosiendo para nosotros. Todas de Gerena. Y contábamos con representantes en toda Andalucía", cuenta Manuel Fernández, que confiesa que cerrar le produce "muchísima pena". Tienen dos hijos, uno ingeniero, otro economista. Y cuatro nietos.

Doña Flora, la antigua propietaria del edificio, se fue a Valencia porque su hija se casaba con un arquitecto. Como además de dueña del solar era buena clienta, le ofreció a Manuel el edificio "por dos millones y medio de pesetas". "Había cuatro negocios en la otra parte, yo pensaba abrir otros tres. Y arriba, dos pisos con vistas a tres calles y un ático enorme. Pero mi mujer nunca quiso".

Han sido un termómetro social y cultural de las modas. "Cuando el fenómeno del wonderbra, teníamos una lista de más de cincuenta clientes con mujeres cosiendo día y noche los famosos wonderbra". María Fernanda, que se jubiló en el Macarena y fue Miss Extremadura, dice que ya no se encuentran tiendas como ésta. Uno de sus éxitos era la máquina para adaptar las fajas a la clienta. O los Sportex, sujetadores reductores. Entre las pocas prendas que quedan, figura alguna faja enteriza. De Selmark, clásico de la lencería, se lo llevaron todo. Trinidad no se perdió ni un capítulo de la serie El tiempo entre costuras, la serie basada en la novela de María Dueñas; y muchas de sus clientas no se perdían ni uno de Doña Blanca, donde Aitana Sánchez Gijón dirigía un taller de costureras. "Como salía una ropa muy provocativa, nos la pidieron. Vino el representante y hasta le daba vergüenza enseñarla. Llené dos escaparates y la cola daba la vuelta a la esquina. Sobre todo la pedían los maridos y los novios". Ropa para la sensualidad y también para los votos de castidad. "Teníamos pedidos para el Congo, para las monjas misioneras", dice Trinidad.

De la sensualidad de la serie 'Doña Blanca' a la castidad de as prendas para monjas del Congo

La Corsetería Mónaco vivió el tránsito de los tiempos del cardenal Segura a la modernidad; de la uniformidad al desaliño, con el paréntesis de la España del destape. "El sujetador nunca ha caído", dice Manuel, el sostén siempre fue sostenible, "la faja sí, los médicos le recomendaban a algunas mujeres que no la usaran porque les oprimía el vientre". Aquí encontraban lo que no había en El Corte Inglés, "teníamos hasta la talla 135". El género que no vendan lo donarán a una ONG que trabaja con Marruecos.

Entre la clientela, desde condesas a madamas de la Alameda, bailarinas o Nati Mistral buscando un corsé "para estrenarlo en la Expo". Manuel no quiere jubilarse. Le gusta escribir poesía, leer a Somerset Maugham o García Lorca, ver reportajes sobre viajes en televisión y cada vez que ve a Charlton Heston en El Cid se le cae una lágrima. Trinidad es muy futbolera y se le pasan las horas cosiendo en la máquina Refrey que estuvo en la tienda y está en su casa. Desde la tienda vio pasar dos ráfagas la tarde del 16 de octubre del año 2000. Eran los asesinos de su buen vecino y amigo el doctor Muñoz Cariñanos.

Otro réquiem comercial en la calle más musical de Sevilla, donde suenan los instrumentos del Conservatorio, el zapateado de la academia de baile de Alicia Vega y el órgano de Maese Pérez junto a la casa natal de Bécquer.

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