En tren, camello y caballo de madera

Festivo. La Constitución, esa solterona de 34 años, le regaló a la ciudad un día festivo que convirtió la Alameda en peaje de caravana de camellos y andén de tren de juguete

Los dromedarios que la anterior Navidad estuvieron en la Encarnación hacen caravana en la Alameda.
Los dromedarios que la anterior Navidad estuvieron en la Encarnación hacen caravana en la Alameda.

07 de diciembre 2012 - 05:03

HAN llegado los camellos -dromedarios- a la Alameda, pero la primera visión es la de un caballo. Lo bajan de un camión y lo introducen en el taller del imaginero Manuel Ramos Corona. Este artista trianero que vive en la Alameda le hizo el misterio entero a la Hermandad de la Flagelación de Ciudad Real, la irreal ciudad donde nació el cronista. "¿Qué es paisano, papá?", me pregunta mi hijo después de preguntarle a los cofrades manchegos cómo puede caminar un caballo de madera.

Es de madera todos los días del año, menos el Miércoles Santo en que sale en procesión. Del mismo modo que Ramos Corona es un imaginero cuando lo talla y se convierte en veterinario -el segundo de la Alameda- cuando lo traen para que le arregle los desperfectos. Son a la altura de la rodilla, como Leo Messi.

Estampa de Semana Santa en vísperas navideñas de camellos. Sólo para niños, le dice uno de los encargados a una madre que pretende acompañar a su hijo en la monta del mítico animal del desierto. Si quiere probar esas delicias orientales tendrá que dirigirse a Matalascañas, donde tienen su particular oasis.

Jesús Quintero, que fue Baltasar en la Cabalgata, parece Clint Eastwood con su sombrero. Pasea entre puestos de mazorcas, dulces y boniatos de la Alameda. Vuelve el día 13 a su teatro con El loco soy yo. El día que Arturo Pérez-Reverte presenta en el Lope de Vega su nueva novela con dos de los escritores que mejor conocen los rincones de la Alameda, Juan Eslava Galán, que fue vecino de la zona, y Rafael de Cózar.

En trenecillo por Trajano. Mi hijo va como si fuera en cuadriga. Junto a nosotros, con su hija de cuatro años, Larena, escritora canadiense que está de año sabático y celebra que este carrusel medieval se prolongue durante todo un mes. Hay música, pero no es de Leonard Cohen. La pachanga festera de Los Desarmaos, un quinteto que le hace frente a las amenazas de lluvia. Pese a la celebración constitucional, esa solterona de 34 años, el Jueves abre las puertas de su mercadillo. Hay libros sueltos, perdidos, solitarios, entre un amasijos de cinturones, carteras, peinetas, abanicos: es el caso de La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, o del ejemplar abierto por la primera página del Quijote. Me dice mi hija que Johnny Deep lo quiere llevar al cine. Cervantes fue en Argel y en Lepanto pirata del Caribe.

En la puerta de El Jueves, el restaurante que fuera colmao y tienda de ultramarinos, museo de torreones de latas de conserva, hace tiempo para el condumio el actor Antonio Dechent. Quien fuera Queipo de Llano en el Central se adentra en la Alemania nazi en su actual envite teatral. Lo presentó en Málaga y en febrero lo traerá al Lope de Vega. Se titula Tomar partido, y el actor, prodigio de versatilidad y certidumbre, encarnará al director de orquesta Wilhelm Fortwängler en la obra escrita por Ronald Harwood.

Enrique, sevillano, y Mari Carmen, alicantina de Elda, la cuna de Castelar, han dejado a sus hijos con los abuelos. El día de la Constitución es su aniversario de boda. Tienen mucho que celebrar. Se conocieron en la Feria de Sevilla. Fueron de luna de miel a Tailandia y regresaron el 25 de diciembre de 2004, la víspera del tsunami que provocó la muerte de más de 200.000 personas. Iago va entre camellos con el uniforme del Barça. Un blaugrana de seis años. Su padre, Eladio, es agnóstico, porque la genética no es una ciencia exacta. Y se aprende de carrerilla la mítica defensa: Sadurní; Rifé, Gallego, Eladio...

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