Un trianero vuelve a Triana

Manuel Guzmán, en el centro, en el taller de madera donde se hace el retablo, con Manuel Rosado, izquierda, y Juan Carretero.
Manuel Guzmán, en el centro, en el taller de madera donde se hace el retablo, con Manuel Rosado, izquierda, y Juan Carretero.

14 de mayo 2010 - 05:03

EN este taller es Semana Santa todo el año menos en Semana Santa. "Esos días cogemos vacaciones". Manuel Guzmán Fernández (Sevilla, 1953) es hijo de Manuel Guzmán Bejarano (Sevilla, 1921). Los dos nacieron en la misma casa de la plazuela de Santa Ana y ahora la firma señera está a punto de volver a Triana.

El último día de 2002 falleció Guzmán Bejarano, que en el taller de Castillo Lastrucci descubrió que le gustaba más la talla que la imaginería y la perfeccionó con sus maestros Luis Jiménez Espinosa y José García. Fue aquel arquitecto de retablos quien recibió de la hermandad de Triana el encargo de un retablo para la nueva capilla. Su hijo firmó el contrato en 2004 con el compromiso de entregarlo en 2006. La paralización de las obras de ampliación de la capilla frenó los trabajos de esta obra. "El proyecto llevaba cinco años parado y confío en que en la próxima Cuaresma ya esté en su destino", dice Manuel Guzmán.

El hijo de Guzmán Bejarano dibujó al tamaño natural los motivos de un retablo hecho con madera de cedro real americano procedente de Madrid. El taller lo abrió en 1956 Guzmán Bejarano. "A mí me llevó al colegio más próximo al taller", apunta su hijo. "Hacía juguetes con la madera que le sobraba a mi padre. Me divertía más haciendo los juguetes que jugando con ellos".

De este taller han salido los retablos del Gran Poder, de la Virgen de los Estudiantes, de la Merced de Alfonso XII; retablos marineros para Mijas y Nerja; retablos de secano para la Almudena de Madrid. Tres obras para la hermandad del Abuelo de Jaén. En el almacén, los componentes del retablo, ajustado a los cánones arquitectónicos del siglo XVIII, conviven con dos pasos en fase de ejecución, uno para la Misericordia de San Fernando, otro para el Santísimo Cristo de la Paz de Osuna. "Los pasos son retablos en movimiento. Hubo un tiempo en que la gente no iba a la Iglesia y la Iglesia salía a buscar a la gente. Ratzinger ha insistido en esa teología de la fe en la calle de la que las hermandades son cimientos".

Hay que saber historia, arquitectura y hasta patrística de los Evangelios. "El que trabaja con estas cosas tiene que saber que el martillo y las tenazas son motivos de la Pasión, que los dados recuerdan cuando los soldados se jugaron las ropas de Cristo".

Padre de tres hijos -Bárbara, Manuel, Alberto-, Manuel Guzmán Fernández defiende un estilo de trabajar. "Preferimos centrarnos en lo que sale de la cabeza más que en la monotonía. La monotonía entristece y disminuye la calidad de vida".

Manuel Rosado y Juan Carretero llevan el respiradero de San Fernando del almacén al taller. Allí hay diferentes ingenios -una sierra-cinta, un labrante, un sacagrueso-, "pero la mayoría de los trabajos se hacen con una gubia, un mazo y a pegar porrazos".

Hermano de San Gonzalo, el hijo de Guzmán Bejarano mantiene el testigo. "Antes rezaba para que mi padre no cogiera un Santo Entierro. Estábamos trabajando hasta el Jueves Santo". Un anticuario neoyorquino le ofreció a Guzmán Bejarano instalarse en una tienda de la Quinta Avenida para diseñar muebles antiguos. "Nunca quiso salir de Sevilla, aunque la única plaza con su nombre la tiene en Rota. Se la puso una familia que tiene toda la casa con muebles tallados aquí. La única obra civil".

El mismo taller del que salieron nueve pasos para Jerez o el mascarón de proa del Juan Sebastián Elcano.

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