Sevilla-Alavés | La previa

Caminando por el borde

  • El Sevilla recibe a otro rival directo, que esta vez no es un igual como el Valencia, obligado a ganar para que no se desaten los nervios.

  • El listón sigue estando en la Champions.

Joaquín Caparrós dirige ante el Alavés su tercer partido al frente del Sevilla, el segundo en Nervión.

Joaquín Caparrós dirige ante el Alavés su tercer partido al frente del Sevilla, el segundo en Nervión. / Victor Rodríguez

Ni es para sacar los tanques a la calle ni tampoco para tocar las palmas y esperar a que con el empuje de la afición y la calidad de los futbolistas sea suficiente. El fútbol ya no es eso y el proyecto hay que mimarlo día a día, como se aviva un fuego que no puede apagarse.

Requiere calma la situación, un análisis argumentado y un plan de actuación que no se guíe por los impulsos. Porque hay mucho en juego y no sólo en lo deportivo, ya que lo económico –aunque van parejos– tiene igual o más importancia.

La derrota ante el Valencia ha puesto al Sevilla en una situación difícil y si bien el duelo de hoy no es eliminatorio, no es una final por así decirlo, puede empezar a desatar los nervios en todos los estamentos del club y en la gran caja de resonancia que es el entorno sólo unas semanas después del último gran terremoto.

Joaquín Caparrós dirige su segundo partido en Nervión en sólo cuatro días y ya las caras no tienen ese brillo del pasado domingo en las horas previas, cuando seis puntos sumados consecutivamente –tres de ellos bajo la dirección todavía de Pablo Machín ante la Real Sociedad– habían vuelto a meter al Sevilla en la pelea por la Champions. De hecho, de haber realizado los deberes la tropa de Caparrós ante el Valencia hoy estaríamos hablando de defender el cuarto puesto y no de tener que remar para no quedarse en la orilla. Por eso en el Sevilla se debería ser consciente de que cuando acabe esta jornada sólo quedarán ocho encuentros por delante para certificar los objetivos marcados por el consejo de administración y, por ende, los accionistas.

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La Previa / Departamento Infografía

El Alavés, además, es, como era el Valencia, otro rival directo. Llega con un punto más y también arriba sin presión, como quien no quiere la cosa y con un modelo y un armazón bien estructurados desde que comenzó la temporada, sin remiendos con el tren en marcha.

Y conviene recordar que el objetivo es el cuarto puesto. Ya habrá tiempo de suavizar, si se produce, la caída fijando el nuevo reto en la Europa League, una competición en la que los sevillistas serán los reyes, pero de la que están eliminados y en la que no se adquiere la grandeza y la maquinaria económica que da la Champions.

En el seno del sevillismo habrá que rezar para que los nervios no atenacen las decisiones de un entrenador ya de por sí propenso al golpe de histrión. Hoy la duda está despejada con la posición de Banega –clara metedura de pata en la tarde ante el Valencia–, ya que el argentino está sancionado. El problema no estará tanto en la banda derecha como en quién haga la verdadera función del argentino en este Sevilla, la de regista y tenedor del balón, marcador de los tiempos y también esa labor de recuperador que tanto ha sorprendido del rosarino.

La gran incógnita será quién hará la función de Banega, pero no donde lo situó Caparrós sino en su verdadero rol

No tendrá más remedio el técnico que mover su once. Primero porque las bajas en la defensa lo van a obligar y segundo porque, por ejemplo, no gustó para nada esa combinación entre Gonalons y Amadou a la que el utrerano ha apelado desde su desembarco en el banquillo. Ante el Espanyol funcionó, igual que la variante de Banega en la derecha, pero siempre teniendo en cuenta que en otro contexto totalmente diferente a un partido en el Sánchez-Pizjuán y ante un rival como el Alavés.

Si, además, se suman piezas de ataque de las que en la primera vuelta contribuyeron a meter al Sevilla arriba con Machín, como Sarabia y Andre Silva, la afición no perdonará que el proyecto vuelva a dar un paso atrás por no poner el presupuesto y los jugadores de verdad capaces de marcar las diferencias sobre el campo.

Tiene razón Caparrós cuando dice que los aspectos mental y físico son claves en el fútbol, pero no cuando señala que son “más importantes que otros”. Cualquier técnico que lo haya escuchado se sonreiría pensando cómo el utrerano desdeña dos parámetros básicos que pueden meterse en uno como es el técnico-táctico, o táctico-técnico. O, por separado, el poder de la técnica y las infinitas posibilidades que ofrece saber manejar con astucia y buen conocimiento los entresijos tácticos de un enfrentamiento entre dos equipos y la combinación de los 22 jugadores que lo disputen.

El Sevilla, con todo este cóctel pululando a su alrededor, ya camina por el borde. No es para alarmar, pero el espacio entre el que poner el pie en cada paso y el primer terraplén que emboque en el abismo se va reduciendo. El Alavés, rival directo en la primera época de Caparrós y rival directo ahora de nuevo, amenaza el proyecto. No es una final, pero mucho cuidado.

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