Sevilla - Cádiz | La crónica

Sevilla - Cádiz | Una bocanada de oxígeno para vivir (1-0)

  • Un gol de Rakitic de penalti prácticamente en el epílogo le da los tres puntos a los sevillistas en un partido contra el Cádiz en el que habían merecido los tres puntos

  • La participación de Ocampos le dio un punto más de llegada a los anfitriones y fue fundamental para la mano de Iván Alejo

Gudelj, Óliver Torres, Kike Salas, Dmitrovic y Rafa Mir se abrazan a Rakitic tras el 1-0.

Gudelj, Óliver Torres, Kike Salas, Dmitrovic y Rafa Mir se abrazan a Rakitic tras el 1-0. / José Ángel García

Triunfo trascendental para el Sevilla. El equipo de Jorge Sampaoli recibió una bocanada de oxígeno fundamental para mantener sus constantes vitales. Los sevillistas, cierto es, se hicieron acreedores a ese premio en esta ocasión, siempre tuvieron el control del juego, metieron al Cádiz en su campo, pero todo parecía dirigirse ya hacia una nueva decepción cuando un centro de Suso fue buscado por Ocampos en el segundo palo e Iván Alejo les hizo el gran favor a los propietarios del Ramón Sánchez-Pizjuán. Mano clarísima, penalti y Rakitic ofrece una lección de frialdad para engañar al inspirado Ledesma.

Los tres puntos del botín que se ponía en juego se quedaban en casa y eso, a la vista de la celebración posterior, tenía una trascendencia cercana a la vida misma para los sevillistas. Es verdad que queda más de una vuelta por delante, que todo puede cambiar, pero para alzar el vuelo es necesario adicionar puntos al casillero clasificatorio y es evidente que la suerte, la buena en este caso, tampoco había acompañado mucho a los blancos.

Porque, al contrario que en otras ocasiones, el premio debía ser completo a tenor de lo evidenciado por ambas escuadras sobre el césped del estadio radicado en el sevillanísimo barrio de Nervión. El Sevilla, sin tener en sus filas a Kanouté, Luis Fabiano o la constelación de estrellas que han defendido su escudo durante el presente siglo, sí había sido capaz de meter en su campo a un Cádiz que se veía impotente para atravesar siquiera la línea del centro del campo propia.

Pero la carencia de remate, de acierto en esa suerte suprema, parecía condenar el partido al cero a cero inicial. Hasta que llegó ese centro de lateral buscado por Ocampos cuando parecía imposible alcanzarlo. Pero eso es lo que da un argentino al que mandaron a Amsterdam casi como si fuera un Rony Lopes de la vida. Y la explosión de júbilo tras la transformación de Rakitic fue propia de algunas de las finales. Las cosas de la vida y del fútbol, que se pasa del todo a la nada en escaso tiempo.

El Sevilla partió con un buen ritmo de juego, con una intensidad que rara vez había mostrado en la presente temporada y fue capaz de encerrar al Cádiz en su área durante los primeros veinte minutos. Sampaoli había matizado ligeramente la línea defensiva con Gudelj por delante de la pareja formada por Badé y Fernando, pero eso fue sólo durante dos o tres minutos, no más. Inmediatamente era Fernando el que se iba por delante para que fuera Gudelj el central con un punzante Jesús Navas y con Rekik por los costados.

El resto era más parecido a lo habitual desde la llegada del argentino en lo referente a los elementos, entre otras cosas porque tampoco tiene mucho más donde elegir para barajar sus cartas. Lamela volvía a estar por la izquierda con Óliver Torres por la derecha; Joan Jordán y Rakitic formaban el triángulo central con Fernando y En-Nesyri debía crearse las jugadas arriba, algo que es imposible, pues casi nunca le llegaría el balón y tampoco los centros laterales lo buscarían con acierto en una buena posición de remate.

Lo que sí variaba era la rapidez con la que se producían las recuperaciones de los blancos, aunque también podía tener algo que ver la escasa precisión del Cádiz a la hora de manejarse con el balón. Sea por una causa o sea por otra, lo cierto es que el Sevilla sí jugaba esta vez dentro del campo rival, aunque, paradójicamente, eso iba a servir para señalar aún más su escasa capacidad para hallar los puntos adecuados para el remate.

Todo se reducía a una misma vía, aunque llegase por diferentes caminos, y ésa era la pelota finalmente a Jesús Navas para los centros del palaciego. Al primero no llegaba Lamela (4'), después ni siquiera hubo un rematador cercano pese al buen pase (6'). Todo esto, sin embargo, se iba a desinflar en el momento en el que Choco Lozano le dio el primer susto a Bono con un disparo desde fuera del área (21').

El Sevilla comenzó a tener dudas entonces y pareció desorganizarse, pero aún dispondría de un último arreón con situaciones algo más peligrosas. Lamela se quedó solo tras un balón de Óliver Torres, pero se vio obligado a disparar con la derecha (30') y después llegaría un empalme del extremeño tras una falta desperdiciada por los anfitriones que salió fuera por muy poco (35').

El ambiente, lógicamente, era propicio para las polémicas. El gol concedido al Elche jugaba en el Ramón Sánchez-Pizjuán y eso se pudo ver desde un agarrón continuado a En-Nesyri por parte de Mbaye que se quedó sin castigo, también un derribo a Lamela después de un quiebro a Iza. Nada iba a ser punible para Hernández Hernández, aunque eso pertenecía al terreno de la lógica. Las discusiones aumentaban cuando los cadistas pidieron la segunda tarjeta amarilla a Lamela tras un golpe a Rubén Alcaraz cuando lo que sí originó más dudas fue la primera tarjeta.

Y faltaba el último plato con el gol anulado a Lamela tras requerimiento por parte de la sala VOR. Todo es bastante confuso, pues parece que Óliver Torres, que fue el sancionado por su posición adelantada, no llega a tocar el balón cuando había retrocedido para intentar hacerlo. En fin, lo cierto es que el remate final de Lamela a la red es invalidado y todo concluiría en tablas en el intermedio.

El Sevilla no varió para nada el plan, siguió apretando muy arriba para imposibilitar las salidas del Cádiz y de esta manera estaba claro que por una simple ley de probabilidades alguna vez tenía que caer la pelota dentro. Lo rozó Rakitic con un empalme con la izquierda tras un robo muy arriba de Badé (51'); después el propio central francés desvió con la cabeza un pase picado de Óliver Torres (66'); En-Nesyri y Óliver Torres tendrían una doble ocasión salvada finalmente entre los palos por Iza (68'); Ledesma le hizo un paradón a Rakitic en disparo con mucho efecto (69').

Entró Ocampos y los acercamientos siguieron siendo continuos, aunque los centros de Jesús Navas y de sus compañeros no fueron efectivos hasta que Suso le dio la comba al balón, Ocampos lo persiguió y llegó la mano de Iván Alejo. El argentino lo protestó como un loco, su compatriota Ledesma ponía cara de darse por derrotado y el VAR demostró la clara mano. Penalti, Rakitic lo mete dentro y el Sevilla había sumado tres puntos de color dorado. A falta de una lírica mejor, hay que quedarse con la prosa y ésta puede ser realmente espléndida.

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