Sevilla-Alavés | Uno a uno jugadores

Dominio desde los pasillos centrales

  • Caparrós vuelve a apelar a la superioridad numérica en la zona de creación con un extremo falso, esta vez el ‘Mudo’, para empequecer al rival.

  • La diversidad táctica llega desde la plantilla.

La pizarra

La pizarra / Departamento infografía.

El Sevilla no tiene la mejor plantilla de la Liga, pero sí una de las mejores. Joaquín Caparrós repitió ante el Valencia lo que funcionó ante el Espanyol y calcó tanto protagonistas como estrategia operativa desdeñando, entre otras cosas, la labor de los analistas de Marcelino. Le salió mal la jugada y provocó el enfado de la afición.

Pero ante el Alavés tiró de plantilla. Es verdad que algunos cambios fueron obligados, por lesiones o sanciones, pero otros no y el Sevilla se midió a su rival intersemanal con seis cambios con respecto al domingo. Y eso es diversidad, eso es plantilla, para doblegar al enemigo con otros registros. Apareció Sarabia, ese mago que que saca su varita allá donde juegue, en la banda, en la mediapunta o de segundo delantero y fue Franco Vázquez el que interpretó ese fútbol de extremo falso con que Caparrós quiere ganar la batalla del físico en los pasillos centrales, recurso que ante el Valencia con Banega se le volvió en contra al experimentado entrenador utrerano.

Defensa

El sistema defensivo funcionó bien. Caparrós quiere un Sevilla juntito, sin mucha separación de líneas cuando la posesión es del contrario y así lo ejecutaron los diez futbolistas de campo.

La primera línea de presión retrocedía una barbaridad de metros con respecto a la era Machín. Incluso con 0-0, Munir y Ben Yedder bajaban hasta la línea de centro del campo para allí ni siquiera salir a los centrales, sino simplemente hacer la presencia activa. Ya en la segunda línea era función de Kjaer apretar hacia delante y de Gonalons y Roque Mesa, con la ayuda del Mudo, generar superioridad numérica frente a un centro del canpo que echó de menos el empuje de Manu García.

Ataque

Es verdad que no hay una gran riqueza táctica, pero como sí hay calidad en la plantilla a veces es suficiente. Ante el Valencia no lo fue, pero con el Alavés enfrente sí. En la primera mitad es cierto que el Sevilla abusó del recurso del pase de 30 ó 40 metros de los pivotes en busca del espacio que pudiera generar una basculación y un cambio de orientación hacia Sarabia, que durante muchos minutos no encontró acompañamiento, ni siquiera en los desdoblamientos de Jesús Navas, porque es cierto que no lo doblaba y esperaba siempre atrás. Fue poco antes del descanso cuando el juego interior del Mudo empezó a aparecer no sólo en fase defensiva, sino con balón, para, entre otras cosas, liberar a Roque para descolgarse y aparecer por la derecha, como en el primer gol.

En la segunda mitad el recurso que más funcionó para generar peligro fue el contraataque, como llegó el gol en la asociación de una pareja que se entiende a las mil maravillas, o a balón parado, como estos dos mismos protagonistas, Sarabia y Ben Yedder, pusieron en aprietos a Pacheco.

Virtudes

Buena interpretación de lo que requería el partido. Es verdad que las lesiones esta vez respetaron el timing lógico de los cambios, pero ayudaron a impedir el empuje habitual de los vitorianos desde el pasillo central y en busca de las bandas.

Talón de Aquiles

Falta un poco de alegría ofensiva.

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