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El Lyon no fue el único verdugo

  • El Granada castiga el mal partido de un Sevilla distraído con la Champions, como en San Mamés

  • Sin Nasri, la ausencia de juego interior es patente

En el fútbol actual, con tantas perspectivas, tantos analistas, blogueros, estadísticas, webs de scouting y gurús de más o menos pedigrí, es muy fácil categorizar. El aficionado más o menos iniciado monta su propio chiringuito con su móvil y su plataforma digital y saca sus propias conclusiones de cada partido, que, lógicamente, son categóricas, a tal punto que tienen el mismo valor absoluto que la existencia de Dios para los creyentes. Pero igual que Dios es una cuestión de fe, querer llevar la razón absoluta en el fútbol es una cuestión de ceguera. Porque intervienen tantísimos factores, entre ellos el azar, que no hay una sola tecla.

Por ejemplo, el partido de Los Cármenes hubiese sido otro si González González hubiese pitado penalti en el minuto 7 por claro derribo a Franco Vázquez. O si Correa no hubiese metido tres goles en Formentera. O si Nasri hubiese jugado. O si el miércoles no tuviera el Sevilla un partido definitorio en Lyon. O si no hubiese habido un Barça-Madrid que distrajo de algún modo a Sampaoli. El entrenador del Sevilla ya tiene el empate que quería entre los grandes. Por el camino, entre unos factores y otros, se quedó sin ningún punto.

Lejos de querer categorizar, uno puede valorar ciertos hechos irrefutables. Por ejemplo, que las dos únicas derrotas a domicilio han llegado justo antes de los dos partidos de Champions con el Lyon, en San Mamés y en Los Cármenes. Entre un partido y otro hay una diferencia sustancial en la configuración del once del Sevilla, pues en Bilbao jugó, y marcó, Nasri y en Granada, no. Conclusión, da igual que juegue Nasri o no si luego hay partido con el Lyon. ¿O no?

El Granada puso en evidencia algunos de los males endémicos de esta plantilla y de este equipo, de su estructura. Al Sevilla le falta un rematador nato. O uno que cuente con la confianza de Sampaoli (de nuevo la relativización desde lo absoluto: Ben Yedder es el máximo goleador con 8 tantos). Gozó de numerosas llegadas al área, o bien balones largos de Pareja al que no llegaban los puntas (Vietto o Correa ante Ochoa) o centros desde fuera, por el juego exterior. Centro de Correa al que no llegan Vietto ni Rami; centro desde la izquierda de Vitolo sin nadie al remate; centro de Mariano que despeja Ochoa sin oposición; nuevo centro a la nada desde la derecha... Las tres ocasiones claras, el cabezazo de Correa, el disparo de Mariano que sacó Lombán y el tiro de Vitolo fueron tras jugadas desde la banda. ¿Y el juego interior, ése que encumbró a Vietto en Villarreal? Cuando lo hubo, Franco Vázquez se paró a dejar su taconcito barroco. Sin Nasri no hay juego interior y todo se pierde en artificios externos sin verticalidad ni remate, sin veneno. Esto ya es una categorización, pero es que el fútbol también permite categorizar de vez en cuando. ¿O no?

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