El Sevilla se ha ganado todo el derecho a viajar en clase VIP por Europa. El estatus de que goza en las competiciones continentales, el que refleja ese exclusivo logotipo del número 5 que lucen en el brazo los jugadores, lo llevó a entrar en el sorteo del pasado agosto con el mejor coeficiente, lo que mucho tuvo que ver en que le tocara en suerte un grupo de lo más asequible. Y el equipo de Nervión ha hecho lo que tenía que hacer, tirar de galones, ganar los cinco partidos precedentes y convertir en la última jornada en un trámite absoluto. Lo más parecido a un viaje de placer.

Encima, se trata de una visita a la bella isla de Chipre, lo que tiñe el desplazamiento, definitivamente, de tintes turísticos. Un paréntesis de relajación entre el áspero partido de Pamplona y el no menos espinoso que se anuncia para el domingo ante el Villarreal en Nervión.

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Los efectos colaterales del frente europeo han sido nulos hasta ahora en el discurrir de la Liga. Al contrario. Esos partidos de discreto nivel han servido a Julen Lopetegui para ir calibrando las posibilidades, técnicas, físicas y tácticas, de los jugadores de la segunda línea, los que aguardan una oportunidad para ser alternativa en LaLiga. En Bakú se empezó a postular Pozo, también ante el Qarabag y luego ante el Apoel empezó a ver puerta Chicharito.

También en esa gavilla de cinco partidos continentales fueron tomando vuelo los Koundé, Gudelj u Óliver Torres, jugadores que hoy también tienen su protagonismo en la Liga. Y hasta Dabbur vio un hilo de luz en la Liga Europa después de que no entrara ni en las convocatorias del campeonato doméstico, y su callado y esforzado empeño parece que por fin encuentra premio.

El único que no termina de entrar en la buena dinámica del grupo atiende por Rony Lopes. Y no es cuestión baladí para Lopetegui y Monchi, pues se trata del fichaje más caro. Y la contratación a la que muchos le ponen el foco cuando echan de menos más gol en la plantilla. Por dos motivos: Rony tomó el camino inverso de Wissam Ben Yedder, la salida más añorada, y además su contratación se llevó un gran mordisco de la partida destinada a refuerzos: 23 millones de euros de fijo al Mónaco y cinco años de contrato para el jugador, que sólo ha insinuado la calidad que se le presupone en un partido de un perfil bajísimo, ante el Dudelange en Luxemburgo.

Hoy, Rony volverá a salir a escena y, tras su paupérrimo partido ante el Dudelange en Sevilla, está por ver si esta vez saltará a la yerba chipriota con su amor propio intacto. Hasta hoy mismo, el frente europeo ha sido un mero banco de pruebas para Julen Lopetegui, pero cuando lleguen las eliminatorias, las exigencias serán otras y ahí es donde el fondo de armario va a tener la prueba del algodón. En el mismo corazón del extremo portugués reposa su voluntad de reivindicarse y ser futbolista importante en un equipo donde jugar los partidos de verdad va a estar realmente caro.

La expedición sevillista ha viajado sin apenas tensión en la valija, pero tampoco se la va a encontrar en el ambiente del graderío ni en el mismísimo rival, pues el Apoel también ha visado su pasaporte para los dieciseisavos de final de esta Liga Europa. Son tres los puntos de ventaja que tiene sobre el tercero, el Qarabag, y además le tiene ganado el goal average particular, con lo que el equipo azerí no tiene posibilidad alguna de darle caza con su previsible victoria sobre el Dudelange en Bakú.

El grueso de los jugadores que empataron en Pamplona, que será el mismo que acometa la visita del Villarreal, verá el partido de hoy por la televisión desde Sevilla. Será el turno de los Bono, Pozo, Sergi Gómez, Escudero, Gudelj, Rony Lopes, Chicharito o Dabbur. Y también de un titularísimo, Ocampos, que necesita recuperar ritmo.

Gracias al trabajo de la mayoría de ellos en los cinco partidos precedentes, la cita de hoy es lo más parecido a un amistoso. Hay que rematarlo por el prestigio de cerrar un seis de seis y, qué caramba, por esos 570.000 euros que la UEFA otorga por victoria.