Sevilla FC

Preocupa la falta de un líder

  • El vestuario se ha quedado sin una referencia l Jesús Navas, por su personalidad, está llamado para otras cosas, Carriço está pero no está y Banega ha cambiado su rol

Banega charla con Suso camino del entrenamiento.

Banega charla con Suso camino del entrenamiento. / Antonio Pizarro

Momentos de dudas como el que vive el Sevilla actualmente son los que un grupo necesitan a los líderes del vestuario, una figura compleja en el modelo de planificación de este club con una media de 13 ó 14 cambios de jugadores cada pretemporada.

Es uno de los riesgos que se corren, aunque no es el causante en sí de que en la actual plantilla no haya futbolistas con peso específico como para marcar el paso en el interior de las paredes del vestuario, un lugar sagrado que pertenece sólo al futbolista y en el que no tiene acceso ni el entrenador.

En el Sevilla andan preocupados con este asunto porque se han rodeado las circunstancias para que no haya ese líder ahora mismo como han sido recientemente Coke o Vicente Iborra (aún se recuerda su arenga en el descanso de un derbi en Heliópolis), jugadores importantísimos capaces de dar una voz de aliento o de ánimo o de decirle las cosas a la cara a un compañero que no está sumando todo lo que el grupo necesita.

Y es que el Sevilla se ha quedado de un plumazo sin capitanes en la plantilla. Carriço era respetado en el club en gran parte por esa capacidad de liderazgo y de saber unir al grupo desde dentro. No hacía falta que jugara. El portugués ya no está ni se le espera, puesto que su marcha a la Superliga china con una ficha inalcanzable para un jugador de su perfil en Europa ha supuesto una oportunidad para él, que no ha dudado en no dejarla escapar. Sólo anda a la espera de que se haga oficial. Está pero no está. Y todo el mundo lo entiende.

Algo parecido ha pasado con Éver Banega, que aunque va a seguir, su situación ha cambiado de manera radical. Aunque Lopetegui y Monchi han salido públicamente a defenderlo y no dudan de su profesionalidad, a nadie se le escapa que ya tiene la cabeza en otro sitio. Lopetegui va a seguir utilizándolo, pero ya nada va a ser igual. El pasado domingo ante el Espanyol ya escuchó los primeros pitos y su fútbol se basa en arriesgar constantemente en el pase. En cuanto falle tres y el público se le vuelva en contra el subconsciente le va a pedir no arriesgar más porque es humano. Su situación hasta que se produzca su marcha al fútbol saudí se antoja complicada y veremos cómo la gestiona tanto el club como Lopetegui.

La tercera opción es Jesús Navas, pero el palaciego tiene otras muchas virtudes, pero carece de alma de líder por su personalidad. Un capitán en el sentido del liderazgo –no en el del que porta el brazalete y puede hablar con el árbitro– no es el más veterano del equipo ni el que ha jugado más partidos oficiales ni el que lleva más temporadas, un líder es el que se lo gana dentro y fuera del campo, ese jugador al que el resto de miembros de la plantilla puede acudir si tiene un problema en el vestuario o con el entrenador o con un miembro del cuerpo técnico. Y ese perfil no lo reúne Jesús Navas.

De los capitanes nombrados al principio de temporada queda Escudero, pero entre que tampoco está jugando y que no es un futbolista con carisma o predicamento, no acaba de cumplir ese papel.

Parece una nimiedad, pero no lo es. Todos los equipos ganadores tienen uno o varios líderes y a esta cuestión está dándole vueltas la dirección deportiva. La solución pasa por que alguno de los nuevos dé un paso adelante, pero en el caso de Ocampos o Diego Carlos, por poner dos ejemplos de los que se lo habrían ganado en el campo, parece demasiado pronto y necesitan una continuidad con sus buenas actuaciones que lo hagan calar más aún en la afición. Fernando pudiera tener madera de líder, pero ocurre lo mismo, que el proceso requiere un tiempo y sólo lleva 6 meses en el club y Vaclík tiene en contra el idioma y ciertos bajones

La situación no es fácil. Un líder no se hace en dos días y es muy necesario, mucho más en momentos en los que hay que tirar del carro, como ahora.

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