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Sergio Rico pasa de villano a héroe (1-0)

  • El guardameta de Montequinto se convierte en el gran protagonista del triunfo del Sevilla ante el Girona al parar un penalti y salvar varios goles más

  • Los blancos acusaron los esfuerzos para llegar a la final copera

Importante paso adelante para el Sevilla en su lucha por volverse a subir al tren de la Liga. Los nervionenses sumaron tres puntos de tremendo valor contra el Girona en una matinal en la que acusaron los esfuerzos acumulados durante el mes de enero para llegar a la final de la Copa, sí a la final de la Copa. Pero el fútbol es un deporte tremendamente caprichoso y ofrece oportunidades a sus protagonistas para pasar de villanos a héroes con idéntica facilidad a cómo recorren el camino contrario. Si contra el Leganés era el Mudo Vázquez quien se hacía con el favor de su público, esta vez le tocó el turno a un espectacular Sergio Rico. 

El guardameta de Montequinto no ha tardado en volver al lugar que jamás debió dejar de ocupar por su calidad entre los tres palos. Si otros días fue censurado por sus errores en las salidas contra Getafe y Leganés, frente al Girona se hizo acreedor a todos los honores con unas intervenciones que salvaron dos (o los tres) puntos a los suyos. Hay dos momentos cumbres en el haber del hombre que estaba destinado a salvar al Sevilla como parte de su trabajo. Uno, lógicamente, es el penalti detenido a Aday en el minuto 41, permitiendo que los suyos siguieran con vida después de una primera mitad complicada; el segundo fue la parada al cabezazo de Portu en el minuto 88, cuando ya no hubieran tenido tiempo los anfitriones para reaccionar. A contrapié, sacando la mano derecha con reflejos, un verdadero paradón en todo el sentido del término.

Fueron las dos obras estelares de Sergio Rico, pero su actuación fue mucho más allá de eso. Mandó en el área, puso templanza cuando la situación lo requería y también se lució muchas veces más. Como en una salida ante Olunga, cuando el gigante africano amenazaba con batirlo, en un cabezazo de Aday, en un centro lateral que había rozado Bernardo… Todo eso figura en el haber del cancerbero durante el primer periodo, pero también en la recta final repelió un par de cabezazos de Choco Lozano y de Juanpe antes de la escalofriante intervención ante Portu.

¿Quiere esto decir que el Sevilla ganó esta cita de tremenda trascendencia exclusivamente gracias a su guardameta?, ¿que no hizo ningún mérito más para adicionar los tres puntos a su casillero? Pues la respuesta es fácil en esta ocasión, ni sí ni no. El cuadro de Montella no le volvió jamás la cara a un litigio comprometido, con muchos de sus futbolistas cascados en lo físico por tantos esfuerzos acumulados en pos de un premio de tremendo valor, como es disputar una final de la Copa del Rey. Pero, ojo, desgasta muchísimo a quienes persiguen este tipo de metas en enero…

Y eso precisamente tal vez fuera lo que no calculó con destreza Montella a la hora de elegir a los 11 protagonistas con los que debía arrancar el choque. El italiano, tal vez advertido por el pobre rendimiento de los menos habituales en Eibar, optó por sacar de nuevo a todos los que lo han llevado hasta la final copera. Sólo faltaba, lógicamente, Banega, ausente tanto por sanción como por lesión, y su lugar lo ocupaba su compatriota Pizarro cuando casi todos apostaban por la irrupción de Roque Mesa en la alineación titular. Pero no, el entrenador blanquirrojo prefirió al que estaba a punto de salir en el mercado invernal antes que al recién llegado. Tal vez la razón estuviera en el temor a las contras rápidas que suele hacer el Girona cuando recupera el balón del mediocampo hacia adelante. 

Sin embargo, esta elección era tan correcta como la otra y al final es verdad que le salió bien al técnico sevillista, pues Pizarro completó un partido de lo más interesante a pesar de coquetear alguna vez con la expulsión en el segundo periodo. No tan positiva fue la decisión de Montella de no introducir a ningún futbolista más de refresco entre los 11 titulares, pues el juego iba a ir desnudando las lógicas carencias físicas de sus futbolistas después de tantos esfuerzos. Concretamente, en torno al minuto 65 hubieran sido necesarios no menos de cinco o seis cambios para refrescar a un Sevilla que quería pero que ya no podía, que tiraba de amor propio para seguir en la pelea con el Girona, pero que sencillamente ya no tenía fuerzas en el cuerpo de cada protagonista para llegar antes que los adversarios. Salieron entonces Ben Yedder, por un Muriel al que la musculatura le dijo basta, Layún y Geis de manera sucesiva, mas hubiera sido necesaria la irrupción también de Roque Mesa, Sandro, Pareja y hasta de los que no estaban convocados para darle un respiro a quienes ya no podían más.

Afortunadamente, para Montella y para el propio Sevilla, Sergio Rico estaba ahí para echarle el cerrojo a su portería y permitió que los blancos conservaran tres puntos que habían ganado gracias a un espectacular pase de Lenglet. El francés recordó la Super Bowl del domingo pasado y le dio un balón por delante a Correa para que éste casi superara a Bono antes de que Sarabia finiquitara cualquier duda después de salvarlo Bernardo de manera increíble.

El Sevilla había arrancado el segundo periodo de manera perfecta después de haberse salvado en el epílogo del primer acto gracias a la parada de Sergio Rico en el penalti. Después de un arranque prometedor en el juego, los locales no pudieron con el paso adelante de un Girona valiente y con sus centrales siempre anticipándose. Pero Sergio Rico lo dejó todo para la continuación y el Sevilla acertó para después saber conservar esa escuálida ventaja. Lo hizo con sufrimiento, sí, y gracias a un soberbio portero criado en la carretera de Utrera, muy cerquita de su casa en Montequinto. Pero así es el fútbol, unos días eres villano y otros héroe para que lo único que cuente sean los puntos adicionados en el casillero. Sevilla 1, Girona 0 en el acta de Jaime Latre y tres puntos más para que los sevillistas se lo agradezcan a Sergio Rico, claro que sí.

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