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La implicación incólume del Sevilla: gestos y mensajes de un vestuario unido

Rakitic, Joan Jordán, Badé y Lamela se hacen confidencias tras el 2-1 ante el Almería.

Rakitic, Joan Jordán, Badé y Lamela se hacen confidencias tras el 2-1 ante el Almería. / Antonio Pizarro

Una hora antes del encuentro ante el Almería, cuando Jorge Sampaoli ya ha dado el once inicial, Marcos Acuña dejó un mensaje en Twitter apelando a la unión. El argentino se veía fuera del equipo ante una cita tan trascendente... "Hoy en casa. Vamos Sevilla, nunca te rindas", escribió en el código de emoticonos y símbolos propios de las redes sociales. Era sólo un gesto, anecdótico claramente, pero que tuvo continuidad en muchos otros que se hicieron patentes una vez que rodó el balón y también en el tercer tiempo, con las declaraciones de los jugadores.

Fueron llamativos por ejemplo los gestos de Dmitrovic abrazando y animando a Joan Jordán tras el error del mediocampista que propició el lucimiento del meta serbio en el mano a mano con Luis Suárez. "Primero quiero desear la recuperación de mi amigo, mi compañero", dijo antes de nada en referencia a Bono, al que relevó en frío, al ser cuestionado por su gran papel en el triunfo, que calificó de una obra colectiva: "Cada uno de los del campo y los del banquillo hemos peleado lo máximo y es una victoria grupal".

La incertidumbre institucional

Esas palabras de Dmitrovic no son fruto de una personalidad individual, sino consecuencia de una realidad que mantiene al Sevilla inmerso en su lucha, máxime ahora que tendrá dos batallas a cara de perro en Getafe y Cádiz: la comunión de un grupo implicado en la causa pese a que el Sevilla no deja de tener un obstáculo tras otro en medio de una tremenda incertidumbre y no sólo en lo deportivo, también en lo institucional.

La grada, por ejemplo, recordó en varios momentos del partido que está con el equipo, pero contra el actual consejo de administración, que está metido de lleno en la guerra accionarial y judicial por las últimas demandas de José María del Nido para asaltar el poder cuanto antes, sin demora... Esto, con el equipo huyendo del descenso, efectivamente no ayuda nada. Pero como al igual que la afición sabe distinguir entre los cánticos de aliento al equipo y las diatribas contra el consejo de José Castro, los futbolistas también saben separar la paja del grano y están centrados de lleno en sacar al Sevilla de ahí abajo, pese a que muchas veces no se entiendan ni los mensajes de un Jorge Sampaoli que parece estar subido en su caballo de cartón del amateurismo.

Vuelve Badé, se lesiona Nianzou

Y razones para bajar los brazos, en medio de tal situación de aparente desgobierno, no les faltarían a unos jugadores que afrontan continuas trabas. Obstáculos que no palia la charla de Monchi a la plantilla tras el desastre del Metropolitano, aunque el vínculo de los futbolistas con el director deportivo sí es bastante fuerte por la forma de implicarse en el día a día de éste.

Pero eso no cura a los lesionados ni perdona a los sancionados... Ante el Almería se retiró mareado, con un cuadro vagal, Bono y se lesionó Nianzou, dejando al equipo de nuevo con un solo central específico. En una jornada, además, en la que no estaban Fernando ni Pape Gueye, al que no quiso perdonar el Tribunal Administrativo del Deporte por no sé sabe siguiendo qué criterio...

Rakitic cede el penalti a Ocampos

Otro gesto llamativo fue que Rakitic cediera sin recelo el penalti a Ocampos, que se vio con confianza después de que el suizocroata, el que los lanza siempre, lo mandara al poste en el Metropolitano. Ahí también primó esa concepción de la necesidad colectiva sobre el ego. Como en la forma en la que celebró el suplente Lamela el gol, o el dechado de sacrificio de Jesús Navas, dando ejemplo a sus 37 años pese a las molestias que sufría, lo mismo que Joan Jordán, o que En-Nesyri en los últimos minutos...

El sprint imposible de Nianzou tras Luis Suárez hasta lesionarse; Alex Telles aceptando sin pestañear volver al sacrificado puesto de central tras la lesión del francés; Gudelj dejándose la piel en ese puesto de endémica interinidad como central y animando a unos y otros... La comunión está asegurada. El equipo, contra viento y marea, frente a factores exógenos y endógenos negativos, no baja los brazos.

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