Linares - Sevilla FC | La crónica

El Sevilla caza el conejo en Linarejos

  • Una falta directa de Óscar al filo del descanso y un autogol tras la reanudación sacan a los de Lopetegui del apuro tras una primera parte muy incómoda en el patatal de Linares

Óscar Rodríguez busca una salida ante Fran Carnicer.

Óscar Rodríguez busca una salida ante Fran Carnicer. / SFC

Un plástico gol de falta de un especialista como Óscar Rodríguez al filo del descanso, más un autogol del central Fran Lara al poco de la reanudación, solventaron la espinosa visita a Linarejos del Sevilla, cuya bola entrará en el bombo del sorteo de dieciseisavos de final de la Copa del Rey.

Esos dos golpes al mentón del Linares sofocaron su impetuosidad, enfriaron sus esperanzas, al tiempo que cargaron de serenidad a un Sevilla que durante toda la primera parte se había manejado con suma incomodidad sobre el sembrado de patatas en el que se jugó su futuro en el torneo a 90 minutos. Es lo que tiene este formato de Copa que se ha sacado de la manga Luis Rubiales, que equipos ya habituados a jugar en prados impecables, se tienen que jugar la vida en campos de césped artificial, en durísimas pistas de hielo ahora que el invierno arrecia. O en patatales. Dónde mejor jugarse las papas que en uno de ellos.

Empezó a rodar, o más bien saltar como un gazapo la pelota y rompió el partido que Alberto González, el entrenador del Linares, pretendía. Que era el mismo que Julen Lopetegui se temía. La dificultad extrema para dar precisión al pase raso obligó a los sevillistas a cambiar de traje bien pronto. Pero no anduvieron cómodos con su nueva vestimenta. La vehemencia y el orden del Linares, también su arrojo para acudir a presionar a zonas adelantadas, hicieron que el Sevilla apenas saliera de su mediocampo en los primeros diez minutos, hasta que Munir abrió a Idrissi y éste se coló hasta la línea de fondo para servir un centro raso al área que cortó la zaga blanquiazul.

No se trataba de un equipo de Primera, pero por el acoso al Sevilla, el Linares bien lo parecía. Le facilitó su labor de hostigar y hostigar el vicio de los rojos de no arriesgar lo más mínimo atrás, y pasarse el balón de un defensa a otro sin remilgos, hasta propiciar la presión jiennense.

De nada servía que Fernando se abriera hasta la posición del lateral derecho y que Óliver Torres se descolgara atrás en el inicio de las jugadas. Los riesgos eran mínimos. Ni Koundé se atrevía a filtrar algún pase interior, visto el campo de minas que era el terreno de juego.

Rekik, que se está encasillando en su papel improvisado de lateral izquierdo, se dejó ganar la espalda por Toni García al filo del cuarto de hora y todo acabó con un balón envenenado al corazón del área de Bono y un centro chut de Fran Carnicer que inquietó al portero.

Lopetegui empezó a vociferar desde la banda que desde atrás se enviaran balones a De Jong para que el holandés los bajara y prolongara. Pero esa vía directa fracasó, como también fracasó Munir, demasiado arrinconado y que sólo bajó a la mediapunta, tampoco sin mucho éxito, en la segunda parte.

Lógicamente, ese ímpetu del Linares no iba a durar todo el partido, ni siquiera medio. A medida que fue perdiendo metros, Óliver Torres y Óscar Rodríguez se fueron soltando. Una buena apertura del extremeño a la derecha acabó en un voleón destemplado de Aleix Vidal (19’), pero todo discurría en un juego tosco, precipitado, en el que apenas se reflejó la diferencia de categoría entre uno y otro.

El primer tiro a portería del Sevilla llegó en una falta directa de Óscar, cuyo golpeo de folha seca despistó inicialmente a Rakak, que, sin embargo, sacó los puños y repelió (36’). En la segunda ocasión que dispuso el ex jugador del Real Madrid de sacar su fusil de alta precisión, la falta era mucho más cercana. Corría el último minuto de la primera parte. En un forcejeo, el central José Cruz sacó la mano y golpeó a De Jong, el manchego Díaz de Mera lo vio y pitó la infracción. Que la pelota reposara a apenas un metro del borde del área no fue impedimento para que el golpeo purísimo de Óscar, que le imprimió a la bola un efecto de arriba hacia abajo, salvara la barrera y entrara por la escuadra contraria al palo que defendía Razak.

Después de la tortuosa primera parte que atravesó el Sevilla, el gol resultó providencial para templar los nervios e inyectar confianza.

Y todo quedó finiquitado a los dos minutos de la segunda parte. Idrissi por fin encaró, regateó, se fue y colgó un centro al área pequeña que el central Fran Lara, mal perfilado, convirtió en autogol por su desmañado despeje.

En apenas dos minutos, pues, el equipo de rojo había dado dos certeros tiros y cazaron al conejo. Quedaban por delante muchos minutos aún en el sembrado y el Linares seguía vivo y coleando. De hecho, se pudo meter en el partido de nuevo en otra salida por alto en la que Bono despejó mal de puños. Isra cabeceó y Sergi Gómez sacó el balón entre los palos (53’).

Pero de ahí hasta los estertores del partido, era ya evidente que el Linares no tenía ya energías para seguir respondiéndole al Sevilla, para ir a buscarlo arriba. Fernando le terminó de echar hielo a todo con su manejo en la zona ancha. Lopetegui era ya otra persona en su zona. Nada de voces, nada de aspavientos. A partir del minuto 70, entraron a soltar piernas En-Nesyri, el Mudo, Joan Jordán y Gudelj.

Dos pérdidas de En-Nesyri y Jordán provocaron dos contras que no fueron a más. Razak le había hecho antes un paradón a Idrissi en otra incursión por la izquierda y al final, Bono sacó una mano increíble tras desviar Koundé un tiro de Chendo. Sucedió en el descuento, con el conejo ya en el zurrón.

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