Lens-Sevilla | La previa

El rey Sevilla, frente a la guillotina en la 'final' de Lens

Ivan Rakitic, delante de Gudelj con En-Nesyri algo más atrás, en San Pablo ayer.

Ivan Rakitic, delante de Gudelj con En-Nesyri algo más atrás, en San Pablo ayer. / José Ángel García

Mucha liberté, egalité y fraternité, y un puñado de sevillistas de esos que viajan por toda Europa con la familia, en septiembre con el chaleco por encima de los hombros y ahora con un chaquetón de los gordos, no va a poder añadir otro imán a la nevera. El Gobierno francés les impide que planten sus pies en Lens y alrededores. Emmanuel Macron y su gabinete viven una pesadilla con los persistentes focos de violencia en sus estadios y cortan por lo sano. Cortan por la sana intención que ese grupo de sevillistas tiene de animar a su maltrecho equipo para ganar al Lens en el fogoso estadio Bollaert-Delelis y subirse al tren de la Europa League.

Si no lo media un paso atrás de los políticos galos por una hábil gestión diplomática, el lánguido Sevilla de Diego Alonso no va a tener ni el aliento de su afición en su complicada misión de no verse descarrilado de toda aventura europea en pleno mes de diciembre, algo nada habitual en el Sevilla del siglo XXI.

Es un más difícil todavía, una complicación más, aunque menor si se compara con la que radica en la mismísima expedición del equipo: sólo once jugadores de la primera plantilla se subieron al avión en la mañana de ayer y nada menos que catorce son las bajas que arrastra un equipo que se lo juega todo a una carta.

Ganar es encaramarse a la Europa League, nada más y nada menos. Algo que para el Sevilla, por evidentísimo motivo, es más especial que para ningún otro equipo en el continente. En cambio, no vencer va a suponer un serio revés anímico en el vestuario nervionense, también un mordisco que puede resultar definitivo para la suerte de Diego Alonso (por si no estuviera ya condenado de antemano) y un enorme agujero en las cuentas de otro presupuesto inflado en el capítulo europeo.

El fatídico tropezón de Lucas Ocampos al tratar de frenarse ante el extremo del PSV –previo error de Juanlu– ha convertido la cita en Lens en una escena definitiva, a vida o muerte. De esas en las que, en las películas, el héroe se salva al final cuando más negro lo tenía. Pero esto no es ficción. Se trata de algo que ocupa y preocupa a miles de personas.

¿Cómo va a resolver el rompecabezas Diego Alonso? Dispone de las piezas justas, así que muchas vueltas no le va a dar a la sesera. Vista la disponibilidad de los suyos, no sería nada descabellado que optara por alinear a tres centrales, Gudelj, Sergio Ramos y Kike Salas, para que Juanlu y Pedrosa actuaran como lo que son, dos laterales largos. El canterano se está mostrando demasiado blando en el cierre de su rincón cuando ha jugado en zaga de cuatro, que ha sido casi siempre.

Que los laterales adelanten su zona preferente donde maniobrar también ayudaría a plantar batalla en la zona ancha a un equipo que acumula gente ahí y con un marcado despliegue físico. Soumaré y Sow, también Rakitic y Óliver, van a agradecer un apoyo por fuera para dar salida y salvar la intensa presión que a buen seguro van a ejercer los franceses.

La dolorosa merma de efectivos ofensivos, en un equipo al que ya de por sí no le sobra la pólvora, carga de responsabilidades a Rakitic, Sow y Óliver a la hora de sumarse a En-Nesyri en la zona de remate. Y por supuesto, que el juego del colectivo proponga algo más que la lluvia de centros desde los extremos.

Otra vía para llegar al gol debe ser el balón parado, donde Kike Salas refuerza la archiconocida capacidad de Sergio Ramos en el juego aéreo. Todo sea por hacer lo que el Sevilla, cuando viaja por Europa, no hace casi nunca: ganar. Si no lo hace, al rey de la Europa League le aguarda... la guillotina.

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