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El Sevilla va a la guerra con la ley

  • El club pide a la LFP que denuncie los gestos de Sergio Ramos después de que ésta refiriese sólo los insultos

Sergio Ramos se planta ante Gol Norte con las manos en las orejas tras marcar de penalti.

Sergio Ramos se planta ante Gol Norte con las manos en las orejas tras marcar de penalti. / fotos: antonio pizarro

En el fútbol español hay algo que no encaja para los más templados de ánimo. Hay demasiada disparidad de criterio en los arbitrajes, y en las opiniones de los especialistas, demasiadas belicosidades entre los dos poderosos, Real Madrid y Barcelona, que terminan salpicando a los demás, impotentes testigos del duopolio. Y el Sevilla, en una temporada en la que quiere contestar ese estatus, está inmerso de lleno en esta gran representación teatral que es la Liga española. Algunos la consideran la mejor porque en ella juega Messi, y también Cristiano Ronaldo, faltaría más; o porque los equipos españoles son hegemónicos en Europa en la última década. Pero, aun así, hay muchas cosas que fallan en esta liga. Una de ellas es el desigual celo para acabar con los insultos en los estadios por parte de la LFP. Otra, la creciente violencia de ciertos ultras. Y otra es el estrellato en el que se ven instalados ciertos futbolistas con más dinero que educación. El último episodio lamentable es el caso Sergio Ramos, en el que el Sevilla entró de lleno apelando al código disciplinario.

Sirva este largo prólogo de introito a lo que va a acontecer este domingo en el Ramón Sánchez-Pizjuán. El Sevilla recibe como segundo clasificado al Real Madrid, líder con cuatro puntos de ventaja. El papel está agotado desde el 20 de diciembre. Algunos, en una exageración histriónica propia de este país que tan perdido tiene el norte, dicen que media Liga está en juego en Nervión... como si los ánimos no estuvieran ya excesivamente sobresaltados. Y para colmo, el cruce de Copa entre ambos ha creado un caldo de cultivo poco propicio para la diplomacia. El estado de ánimo en el sevillismo está cercano a la ira prebélica después de lo acontecido en el Santiago Bernabéu, Mateu Lahoz y público madridista mediantes, y en el Sánchez-Pizjuán, Undiano Mallenco, Sergio Ramos y público mediantes. Entre todos han condimentado un guiso muy picante en una olla a punto de ebullición. A ver quién le quita el pitorro a la olla para que no reviente...

En medio de este clima, pernicioso para el Sevilla dado que ya acumula varios expedientes abiertos por el Comité de Competición a instancias del informador de la LFP (por insultos ante Betis, Atlético, Barcelona y Málaga) el club intentó zanjar el asunto acudiendo a lo legal. Horas después de que la LFP anunciase su intención de denunciar los insultos contra Sergio Ramos, el Sevilla pidió a la LFP que denunciase también ante el Comité de Competición y la Comisión Estatal contra la Violencia los gestos del jugador hacia la grada tras marcar. En un largo comunicado que se anexa a esta información, el club nervionense también solicita a sus aficionados no insultar más y vivir como una fiesta el partido frente al Real Madrid de mañana.

La LFP emitió un comunicado en la tarde de ayer que decía lo siguiente: "La Liga Nacional de Fútbol Profesional va a denunciar ante el Comité de Competición de la RFEF y la Comisión Antiviolencia los actos violentos ocurridos durante el partido Sevilla FC-Real Madrid CF correspondiente a la vuelta de los octavos de final de la Copa de SM El Rey", dice el escrito de la LFP, que es coorganizadora de la Copa y cada semana remite escritos por insultos o actos violentos de partidos de Liga y Copa.

Varios agravios comparativos han calentado más el ambiente. En el Bernabéu se escucharon gritos, aun aislados, de "sevillanos, yonkis y gitanos" que no fueron denunciados por la LFP. Además, el sevillismo reclama que hubo provocaciones de Sergio Ramos.

El central, tras marcar, se plantó de pie ante Gol Norte y se puso las manos de pantalla en las orejas. Después, se señaló el dorsal en dirección a esa grada, pidió perdón al resto del estadio y volvió a dirigirse a esa grada. Y el artículo 93 del Código Disciplinario de la RFEF reza así: "Provocar la animosidad del público obteniendo tal propósito, salvo que, por producirse, como consecuencia de ello, incidentes graves, la infracción fuere constitutiva de mayor entidad, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos". Sergio Ramos dijo luego que no podía perdonar a los que habían insultado a su madre, en referencia a Gol Norte, obviando que la reacción en su contra fue generalizada. En este contexto, es fácil imaginar qué ambiente se encontrará el domingo. Sólo el Sevilla y su afición pueden salir perjudicados de esta guerra absurda que el club intentó parar dándole un homenaje al camero en mayo de 2014, antes de un España-Bolivia. De poco sirvió.

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