Desde mi córner
  • En la primavera del 99 dirigió una formidable escalada que devolvió al Sevilla a Primera

En el adiós a Marcos Alonso, un magnífico futbolista

FUE uno de los componentes del equipo que firmó una de las gestas más épicas del fútbol español. Estuvo de protagonista en aquel 12-1 a Malta y ayer se convertía en el primer jugador que nos abandona de aquel equipo. Marcos Alonso, hijo y padre de futbolistas de elite, nos dejaba ayer tras una larga enfermedad y aquí lo recordamos especialmente por aquel trabajado ascenso con el Sevilla tras una promoción con el Villarreal.

Muy amigo de sus amigos y en un ambiente furibundamente madridista fue en el Atlético de Madrid donde se labró un nombre. Canterano del Real Madrid, el equipo de Marquitos, su padre, cambió el Bernabéu por el Calderón tras comprobar que no veía claro su futuro con la camiseta blanca. Su buen hacer de colchonero le llevó en el verano de 1982 al Barcelona, adonde llegó al mismo tiempo del que sería uno de sus mejores amigos, Diego Armando Maradona.

También coincidió la llegada de Miguel Muñoz a seleccionador nacional y a partir de ahí sería uno de sus fijos. Veintidós veces vistió la camiseta roja, ganó cinco títulos con el Barça y, por petición expresa de Menotti, volvió al Atlético de Madrid. Dos temporadas después, en el 89, ficha en el pujante Logroñés de Marcos Eguizábal donde coincidió con sus amigos Quique Setién y Manu Sarabia. Se hizo entrenador y ahí llegó el punto de encuentro con el fútbol sevillano.

En Segunda y casi sin posibilidades de ascenso, Marcos llegaba en enero de 1999 para conducir una espectacular remontada. Ya en Primera no le dieron los mimbres suficientes y duró en el banquillo de Nervión hasta marzo de 2000. Como curiosidad hay que decir que Marcos formaba en un grupo de internacionales a los que apodaron los Gremlins por las trastadas que ocasionaban en Oromana y aledaños. Descanse en paz un muy buen futbolista y excelente amigo.

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