Sevilla-Betis | El reportaje del derbi

El derbi, de Versalles al exceso de pique de Miranda

Momento inmediatamente posterior al impacto de Miranda en la espinilla de Jesús Navas.

Momento inmediatamente posterior al impacto de Miranda en la espinilla de Jesús Navas. / Antonio Pizarro

Los derbis tienen sus propias reglas y la mayoría de las veces no son entendidas desde allende las fronteras de la rivalidad sevillana. Los estados de ánimo traen su propia línea de emociones encontradas de forma estructural. Y ahí mantiene su pujanza cualquier duelo entre Sevilla y Betis, entre Betis y Sevilla, dos clubes casi siempre ajenos a lo que se cuece fuera de su dualidad irreconciliable. Quizá en las tribunas al norte de Despeñaperros esperaban que eclosionara esa rivalidad en forma de enconamiento, ¿más aún? Pero el segundo derbi de la temporada 22-23 transcurrió por las vías de lo versallesco, hasta que Joaquín y Miranda saltaron al campo.

En la primera parte, un dato ya ilustró sobre esa inesperada vía diplomática que sólo se podía explicar por los estados anímicos coyunturales. Fue el partido de esta Liga con menos remates hasta el descanso. Y en la segunda parte el Sevilla sí tuvo llegadas, algunas muy claras, mientras que el Betis amagó más que dio y se quedó sin realizar ningún remate entre los tres palos.

Rakitic se echa las manos mientras Gil Manzano sólo muestra amarilla a Miranda, luego rectificó. Rakitic se echa las manos mientras Gil Manzano sólo muestra amarilla a Miranda, luego rectificó.

Rakitic se echa las manos mientras Gil Manzano sólo muestra amarilla a Miranda, luego rectificó. / Antonio Pizarro

Uno y otro ya tenían prácticamente los deberes hechos en vísperas de su esperado duelo, que llegó en un contexto muy distinto al que podría haber llegado de haber estado el equipo blanquirrojo con el agua al cuello, como apuntaba su trayectoria antes de que aterrizara en Nervión José Luis Mendilibar. Pero el vizcaíno llegó, templó y mandó y ya nadie recordaba esas angustias. Y el equipo de Manuel Pellegrini, tras su reacción con los triunfos de San Mamés y ante el Rayo, prácticamente había certificado su clasificación europea, mientras que la Champions hace tiempo que la dejó en un deseo quimérico.

Un Sevilla relajado, un Betis poco ambicioso

La inconmensurable gesta europea del equipo del técnico vizcaíno dejaba en el Ramón Sánchez-Pizjuán una resaca entre festiva y relajada. El relax después de la tensión de una prórroga triunfal ante un gigante mundial como la Juventus. En Nervión tienen desde el jueves 18 de mayo la mente puesta en la final de Budapest. Y eso se hizo notar. Como también se notó que el Betis no tuvo la suficiente ambición, o quizá tuvo un exceso de respeto a un Sevilla que desde la llegada de Mendilibar sólo ha perdido un partido, en casa ante el Girona. Estas dos coyunturas, diferentes y cada una con sus matices, crearon un efecto anestésico en un derbi que sólo tomó verdadero calor en el tramo final, desde la salida de Joaquín y Miranda al campo.

Rakitic se abraza a Joaquín a la finalización del partido. Rakitic se abraza a Joaquín a la finalización del partido.

Rakitic se abraza a Joaquín a la finalización del partido. / Antonio Pizarro

El icónico capitán verdiblanco fue recibido como era esperado aquende Despeñaperros en su último derbi: cerrada pitada y algún otro insulto desde el sector más radical de los sevillistas. Quizá esto enervó al joven Miranda, que compartió de forma inesperada, como un daño colateral, esa bronca que seguro será destacada por quienes gustan de abundar en las inquinas domésticas del fútbol sevillano. ¿Acaso esperaban otra cosa?

De la pitada a Joaquín al entradón a Jesús Navas

Lo cierto es que al lateral verdiblanco de 23 años se le fue la mano con la pimienta al sazonar el guiso de un derbi que apenas había tenido aspectos extremos que anotar. Junto a los banquilllos, le soltó una patada alevosa a Jesús Navas casi a la altura de la rodilla que hizo temer por la integridad física del legendario capitán sevillista. Las reacciones de uno y otro fueron las lógicas de un exabrupto de tal calado, y llamó especialmente la atención la cara de crispación absoluta del generalmente mesurado futbolista palaciego. Con una final europea a la vuelta de la esquina, el jugador de Olivares, 14 años más joven que el de Los Palacios, puso en peligro el concurso de éste en Budapest.

El tremendo gañafón que le dejó Miranda a Jesús Navas. El tremendo gañafón que le dejó Miranda a Jesús Navas.

El tremendo gañafón que le dejó Miranda a Jesús Navas. / Antonio Pizarro

Todo quedó en un susto, un gañafón importante en la espinilla alta del sevillista. El VAR hizo su cometido y Gil Manzano no dudó en cambiar el color de la tarjeta amarilla por la colorada cuando vio la acción repetida en el monitor a pie de campo.

Zafarrancho final de los sevillistas

Afortunadamente, como los derbis tienen sus propios códigos por mucho que a veces sean malinterpretados fuera de sus lindes de rivalidad, todo quedó en el césped. El zafarrancho final del Sevilla, en los 20 minutos finales y más aún en los 10 que hubo desde la expulsión de Miranda, en el minuto 87, hasta el pitido final de Gil Manzano, en el 97, quedó en nada. Le faltó acierto al local y suspiró de alivio el visitante, sobre todo cuando En-Nesyri y Lamela marraron sus ocasiones inmejorables para haber convertido de nuevo Nervión en un manicomio.

Hasta en el Sánchez-Pizjuán, a rebosar pero menos ardoroso que ante la Juve, se notaba que el derbi tenía más de versallesco que de guerra total, que también la hubo. Todo quedó en reparto de puntos y en esa conversación final entre dos mitos que dirimieron su último derbi, Jesús Navas y Joaquín.

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