Sevilla F.C.

Del micrófono de Rakitic a las alabanzas de Allegri, el público del Ramón Sánchez-Pizjuán

Rakitic celebra el pase a la final del Sevilla / Antonio Pizarro

El Sevilla se ha despertado esta mañana con la resaca de la gran fiesta vivida en la noche del jueves en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. Empieza el trabajo duro para planificar la final del próximo día 31 de mayo en el Puskas Arena de Budapest, pero aún están presentes en la retina las imágenes vividas en esa perfecta comunión entre los futbolistas sevillistas y los hinchas que abarrotaron el estadio nervionense.

No hay un solo aficionado que pueda olvidar el momento en el que los capitanes, Jesús Navas e Ivan Rakitic, tiraron de todos sus compañeros, salvo Acuña, que se había ido a la ducha con la bronca de esa segunda tarjeta amarilla que puso en peligro el trabajo de todos y que también lo privará, a él y al Sevilla por supuesto, de su presencia en la final de Budapest contra la Roma.

Fue muy llamativa la llegada de Rakitic a la grada del Gol Norte del Ramón Sánchez-Pizjuán, donde incluso los seguidores más radicales le cedieron el habitual micrófono de animación para que el suizo le dirigiera unas palabras de agradecimiento a los aficionados por su apoyo continuo durante todo el partido contra la Juventus.

Jesús Navas, mientras tanto, atendía a los micrófonos de Ismael Medina en Movistar y se daba un fuerte abrazo con su hijo, que había saltado al césped para la celebración. El capitán de Los Palacios, a sus 37 años, reflejaba en su rostro toda la euforia del momento y no podía dejar de saltar y de gritar, a pesar de haber acabado sustituido por el castigo físico en el tiempo suplementario.

Jesús Navas celebra eufórico el pase a la final. Jesús Navas celebra eufórico el pase a la final.

Jesús Navas celebra eufórico el pase a la final. / Antonio Pizarro

José Luis Mendilibar prefería ceder todo el protagonismo a sus futbolistas, pero después no podía esconder su euforia “por un momento de mi carrera que no había podido vivir hasta ahora”. El entrenador vasco, en la rueda de prensa posterior, se acordó de muchos de sus colegas de profesión que no han podido disfrutar de situaciones así por haber dirigido sólo a equipos modestos. Eso sí, el técnico que ha obrado el milagro estaba en la boca de muchos seguidores, que cantaban una y otra vez aquello de “Mendilibar, llévanos a Budapest”.

También el director deportivo, Monchi, tuvo un hueco en la fiesta que se vivió sobre el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán, donde, lógicamente, saltó para expresar su alegría después de un año tan complicado para la entidad, pero que se ha arreglado durante la primavera, precisamente el tiempo en el que él más sufría cuando era futbolista de la primera plantilla y seguía la mayoría de los partidos desde el banquillo. Aquel famoso “otro año igual” que ahora ha virado para cambiar totalmente de sentido hasta el punto de acumular finales una detrás de otra.

Y, por último, también quedará para la posteridad el análisis de un entrenador del prestigio del italiano Massimiliano Allegri. “No tengo nada que reprocharle a mis jugadores, han hecho un gran partido, pero jugar aquí, con este ambiente, no es fácil, lo prometo”.

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