Sevilla-Juventus | La crónica

El Sevilla es finalista de la Europa League tras comerse a la todopoderosa Juventus (2-1)

  • El equipo de Mendilibar es capaz de remontar el tanto inicial de Vlahovic a través del golazo de Suso y de un majestuoso cabezazo de Lamela para alcanzar su séptima final de la competición

  • Los sevillistas se enfrentarán a la Roma en el partido decisivo en Budapest 

  • Así le hemos contado el Sevilla-Juventus

Lamela encabeza el festejo de todos los sevillistas al finalizar el partido.

Lamela encabeza el festejo de todos los sevillistas al finalizar el partido. / Antonio Pizarro

Séptima final de la Liga Europa, o de la Copa de la UEFA, como prefiera cada uno, para un Sevilla Fútbol Club que volvió a hinchar el pecho de todos los que practican la fe balompédica radicada en el barrio de Nervión, sí un barrio muy sevillano también. Y el club que reside allí fue capaz de cargarse en las semifinales a la histórica Juventus de Turín, la Vechia Signora la llaman, después de remontarle incluso un gol de Vlahovic para provocar el delirio de todos los suyos, de los que estaban en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán y también, por supuesto, de quienes siguieron todo por la televisión.

A la Juve, nada más y nada menos que a un club que acumula más de setenta títulos en sus vitrinas, pero el Sevilla, en esta competición, tiene incluso más copas que el campeonísimo italiano y jamás dio su brazo a torcer, ni siquiera cuando todo se le puso en contra con el tanto de Vlahovic. Al contrario, siguió con toda la fe del mundo y empató a través de un golazo espectacular de Suso. Así se llegó al tiempo suplementario entre las dudas de todos por el desgaste físico del equipo que entrena José Luis Mendilibar, un técnico que se merece de sobra un triunfo así.

Pero el Sevilla no sólo no dio a torcer su brazo en el pulso con el gigante, fue capaz de pelearlo todo y se puso por delante en el primer acto de ese tiempo suplementario gracias a un cabezazo imperial de Lamela, que aprovechó la sobrevigilancia sobre En-Nesyri para ejecutar la suerte que tanto caracteriza al marroquí. El Coco fue capaz de poner toda su alma al testarazo para que éste fuera imposible incluso para el acertado Szczesny. Dos a uno para los sevillistas en el minuto 95, muy cerca del mítico 100 que inscribiera en la historia Antonio Puerta, y ya era cuestión de echar espuma por la boca en lo que quedaba por delante.

No era para menos, el premio era tan suculento y el calor que bajaba de las gradas era tal que merecía el esfuerzo hasta la extenuación de todos. El cuadro de Mendilibar supo defender de manera perfecta, sólo permitió dos tiros arriba de Chiesa y Paredes y ni siquiera se vio extremadamente afectado por una expulsión increíble, por la segunda tarjeta amarilla a Acuña por retrasar un saque de banda cuando el colombiano Cuadrado, por ejemplo, ya estaba en el banquillo libre de amarillas después de haber repartido unas pocas de tarascadas.

Pero así es el fútbol y sobre todo si está por medio una entidad como la Juventus. El Sevilla debía jugar con uno menos diez minutos aproximadamente, que es el resultado de la suma entre lo que restaba desde el minuto 115 más los cuatro y pico de tiempo añadido que prolongó Makkelie. Pero dio igual, aquello ya estaba destinado a la épica de todos los sevillistas y a buscar las mil maneras de desplazarse hasta Budapest sin que sea una ruina económica.

El Sevilla había alcanzado por séptima vez el partido decisivo de esta competición, algo que está al alcance de muy pocos, y allí lo esperará la Roma de José Mourinho. Pero a pesar de todos los inconvenientes físicos y de las ausencias, a las que se suma la de Acuña, quién dijo miedo después de haberse cargado por el camino a la Juventus y también al Manchester United, nada más y nada menos que esos dos transatlánticos. Aunque también quedaron en la cuneta el PSV Eindhoven y el Fenerbahçe, que tampoco son clubes exentos de pedigrí en sus historiales.

Suso conecta el zurdazo que le dio el empate a los sevillistas. Suso conecta el zurdazo que le dio el empate a los sevillistas.

Suso conecta el zurdazo que le dio el empate a los sevillistas. / Antonio Pizarro

Volviendo a esta cita en el enfervorizado Ramón Sánchez-Pizjuán, hay que resaltar que tal y como sucediera en Turín justo siete días antes, la primera mitad iba a ser un canto al fútbol. Eso sí, habría un matiz de gran trascendencia, que el color no fue únicamente sevillista. El juego estuvo muy equilibrado en todo momento y las ocasiones claras de gol aparecieron en ambas áreas con fruición durante diferentes fases de este primer periodo.

Mendilibar, lógicamente, había quedado muy satisfecho con su Sevilla en el primer asalto de la eliminatoria y apostó por los mismos once hombres, sin ninguna concesión a alterar el esquema. Exactamente idéntica alineación desde Bono hasta En-Nesyri, incluidos Rakitic como compañero de Fernando en una labor de suma y resta impresionante por parte del suizo y también Óliver Torres como alma libre para que la Juventus tuviera problemas en localizarlo.

Sí era diametralmente distinta la escuadra italiana. Allegri tomó nota de los problemas en la ida y apostó por una defensa nueva. Bremer era indispensable, una vez cumplida su sanción, Gatti se había ganado el sitio con su gol en la final y Danilo cambió de banda para colocarse en esa especie de híbrido como central y lateral izquierdo en lugar de su compatriota Alex Sandro. La Vechia Signora tuvo mucho más salida de esa forma y también con la presencia de Moise Kean en el vértice del ataque, ya que el internacional italiano sí tiene velocidad y tuvo una de las ocasiones más claras tras eludir a Badé y estrellar el balón en el poste en su disparo cruzado (33').

Fue el momento más llamativo por parte de los italianos, pero la relación de oportunidades claras fue extensa por parte y parte. Arrancó con dos visitantes prácticamente seguidas cuando Badé evita un disparo inquietante de Fagioli (14') y después Bono le hacía un paradón a Gatti completamente en solitario en un saque de esquina (15'). El turno pasaba a Ocampos, que cabeceaba en plancha para que Szczesny salvara con medio balón dentro de la portería (24').

Después se quedó solo Di María y su intento de picar la pelota se le fue alto (26'); otra gran intervención de Szczesny a un disparo lejano de Acuña (30'); un control con las manos clarísimo de Fagioli dentro del área juventina (31'); la anteriormente referida de Kean al poste, un empalme de Rakitic en solitario en un pase de Óliver Torres (34'); un tiro de Ocampos que pilló descolocado a Szczesny (36'); un gol anulado a Rabiot por un flagrante fuera de juego previo de Locatelli (42'); y un penalti clarísimo de Cuadrado a Óliver Torres que fue revisado por el VAR y no era concedido en la prolongación (47'+).

La relación de opciones para los dos equipos era, por tanto, muy amplia, pero al intermedio se llegaba con el cero a cero inicial. Iba a rebajarse ese ritmo de llegadas en el segundo acto, aunque también hubo algunas antes de que una doble indecisión de Gudelj y Badé en un saque de banda a favor por el lado de Acuña pusiera por delante a la Juventus. Era Vlahovic, recién entrado, quien anotaba y aquello pareció ser un negro presagio.

Pero no, el Sevilla nunca se rinde, lo dicen sus lemas y los futbolistas lo tienen asumidos como algo muy suyo. Tardó poco Suso en inventarse un verdadero golazo. Un par de fintas hasta perfilarse y un latigazo con la zurda que ni Szczesny pudo alcanzar. Todo estaba igual que al principio y ya sobre la hora el guardameta polaco se lució en el primer testarazo con peligro de En-Nesyri.

No fue ahí, pero sí en la prórroga. Después de un susto de Chiesa a Bono, un gran centro de Bryan Gil lo metía dentro Lamela con violencia y con un gran cabezazo picado. El resto pertenece a la épica, incluido el tiempo después de la expulsión de Acuña, pero quien viajará a Budapest para disputar la final es el Sevilla. Ni Juventus ni Manchester United ni nada, la gran entidad en esta competición es el Sevilla Fútbol Club. Sí, la que está radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión.

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