Paulo Henrique Ganso ha llegado al Sevilla con la vitola de jugador con calidad, clase y un buen toque de balón. En Brasil era el perfecto complemento de Neymar. Durante los primeros treinta minutos de partido no se ha visto nada de ese jugador top que hizo que Monchi apostase por fuertemente por él. Un magistral pase entre líneas a Ben Yedder hizo que el jugador se animase y empezase a dar señas de lo que verdaderamente puede hacer. Pero fue un espejismo. Sampaoli  decidió dejarlo en el banquillo durante el descanso.

La primera media hora de Ganso ha sido para borrar. No se sabe a qué ha estado jugando durante ese tiempo, porque al fútbol desde luego que no. Pérdidas de balón absurdas por entretenerse demasiado, pases fallidos que eran más complicados de errarlos que de dar bien el balón y un trote cochinero que le ha servido para esconderse en lugar de habilitarse han sido los detalles que han hecho que parte de la grade empezase a murmurar e incluso a pitar.

Lo único salvable de todo el partido fue un gran pase entre líneas que habilitó a Ben Yedder para que intentase batir a Javi Varas. Poca cosa para un jugador con mucha calidad y del que se espere que haga olvidar Banega. Por ahora no es así y lo que ha conseguido es irritar a la grada. El comienzo con el argentino es idéntico. Ahora toca esperar que el final sea el mismo.