Atlético-Sevilla

El peor escenario para jugársela

  • El proyecto de Caparrós apura sus opciones para no despertar del sueño Champions ante el mejor equipo como local.

  • La ruptura con Andre Silva es otro mal síntoma.

Caparrós aplaude a sus futbolistas en el entrenamiento de este sábado.

Caparrós aplaude a sus futbolistas en el entrenamiento de este sábado. / José Ángel García

El sevillismo parece haber llegado amortiguado en sus ilusiones a un final de temporada tras la que habrá mucha tela que cortar cuando toque profundizar en los análisis. Las opciones que aún mantiene en estas dos jornadas que restan para el final del campeonato son un sí pero no. Un deseo que se le escapa –si no se le ha ido ya– y que señala a Joaquín Caparrós como artífice de un cuento que no tendrá el final feliz de la Champions. Y decimos artífice por esa doble función, en ese yo me lo guiso y yo me lo como que ha protagonizado. Primero confeccionando una plantilla que cuando no la dirigía la catalogó como la mejor de la Liga y que ahora en sus análisis valora su calidad pero con las cortapisas de ciertos defectos que, según él, no han permitido que el Sevilla compita de verdad en determinados partidos.

Es verdad que levantó a un muerto al ponerse el chándal en marzo, pero ese efecto revitalizador se fue diluyendo mezclado con episodios algo enigmáticos en cuanto a la gestión del grupo, como el que ayer explotó definitivamente con la rajada del utrerano contra Andre Silva.

El Sevilla lo tuvo en su mano hace ocho días, pero se tiró al callejón protagonizando la derrota más esperpéntica de las últimas que se recuerdan en el Sánchez-Pizjuán ante un Leganés que no se jugaba nada. Un borrón bien notorio que se unía a los atentados al fútbol cometidos en Getafe y en Gerona. En esos tres partidos ha perdido el Sevilla la Champions y es muy triste que hoy tenga que salir con el agua al cuello al peor escenario imaginable para tener la obligación de ganar.

El Atlético de Simeone es, con diferencia, el mejor equipo como local de la Liga. El Wanda Metropolitano es un fortín que, si bien ya conquistó la pasada campaña en Copa –el Sevilla de Montella fue el primer club español en ganar en el moderno estadio colchonero–, se antoja casi imposible poder profanar.

La Previa La Previa

La Previa / Departamento Infografía

Más si encima llega como llega el equipo de Caparrós a esta penúltima jornada. Sin la batuta de Banega, sin Mercado ni Carriço en el eje de la zaga, por supuesto sin Andre Silva... y fiándolo todo como siempre a la pareja Sarabia-Ben Yedder, verdaderos héroes de una temporada que tuvo el efecto de una botella de gaseosa o de un vino espumoso, con mucha fuerza en su descorche y tibio y anodino en su final.

Es el peor escenario posible y el peor rival. La fiereza competitiva del equipo que ha cincelado en estos años Diego Pablo Simeone es una amenaza para las escasas opciones de volver a la Champions de un Sevilla que amarró su decimoquinta presencia en Europa en el presente siglo. A eso ha querido dar lustre la institución en unas declaraciones que a la afición le suena a justificación, a una huida hacia adelante frente a la incapacidad para crear un proyecto que imite lo conseguido por los colchoneros en estos años que han transcurrido desde que el Sevilla le ganaba una Copa del Rey en el Nou Camp.

Para el sevillismo es decepcionante que su equipo tenga que pelear por evitar la séptima plaza que obliga a una temporada extenuante cuando llegó un momento en que llegó a soñar con todo, por eso prefiere aferrarse a un milagro y seguir soñando con una Champions ciertamente difícil. Porque sumar seis puntos ante dos rivales como Atlético y Athletic cuando no ha sido capaz de hacerlo ante Girona y Leganés no parece una empresa al alcance de este Sevilla en el que tampoco es un síntoma halagüeño la ruptura pública ya entre el entrenador uno de sus futbolistas, precisamente el que parecía llamado a llevar al equipo a sus más preciados objetivos.

El enfrentamiento entre Andre Silva y Caparrós es un feo epílogo a una temporada salpicada con algún que otro chapuz.

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